Lo que el dinero no puede comprar

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 05/05/2017
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“Yo no contrato jugadores nacionales o extranjeros, busco jugadores de básquetbol que jueguen bien, es todo lo que importa”. La frase pertenece al entrenador Néstor García, quien con el correr de la temporada reemplazó a Fabián Shadi (baja por lesión) por un extranjero (Reginald Hamilton) y a Alexis Elsener (pidió irse del club) por otro extranjero (Carl Elliot).

Como Phillip McHopson tiene de nacional solo el documento, sumado a Robert Battle y Jaz Cowan (que fue el cambio de Spurlok) el equipo termino jugando con cinco jugadores extranjeros.

El equipo que armó Silvio Santander era con tres extranjeros: Robert Battle, Jeremy Ingram y Tristán Spurlok. Además de Phillip McHopson. Y no porque Silvio Santander sea fanático de jugar con foráneos, sino porque los nacionales de calidad estaban distribuidos en otros equipos, y para garantizar un cierto nivel de competitividad lo armó así. Quimsa es una institución que no tiene inconvenientes económicos para contratar.

Cuando llegó Néstor García se presentó el caso de Alexis Elsener, que por motivos personales, ya había decidido no continuar en el club y el entrenador eligió a Carl Elliot como reemplazo. Semanas antes había dado de baja a Isaac Sosa por la llegada de Aaron Harper.

De esta manera con Cowan por Spurlok el equipo tenía tres extranjeros nuevos más Robert Battle, siempre entendiendo que se cuenta a McHopson como nacional. Todo esto ocurrió en diciembre. En dicho momento Hispano Americano ya había tomado dos de los últimos jugadores nacionales disponible sin trabajo: Mariano Byró y Mariano Fierro. Anteriormente Boca había contratado a Gianella, Atenas a Rasio y el único jugador nacional sin trabajo que luego terminó siendo contratado por un equipo de LNB era Luis “Junior” Cequeira, quien se incorporó a Argentino a principio de enero.

Cuando Quimsa quiso entrar en rodaje llegaron las lesiones: Primero Battle (reemplazado por Robert Daniels), después Fabián Sahdi (reemplazado por Reginald Hamilton) y Jaz Cowan (sin reemplazo). Quimsa llegó a jugar hasta con cuatro fichas mayores menos (Sahdi, Battle, Romano y Cowan) al mismo tiempo. Se quedó sin rotación y sin variantes. Y hubo jugadores que atacan mucho y defienden poco que jugaron 40 minutos. Las derrotas siempre son consecuencia y no causa.

También hay que recordar que cuando Quimsa quiso reemplazar a Sahdi por Nicolás Ferreyra, el ex Base de Olímpico no tuvo intenciones de fichar en la fusión y se fue a Hispano.

Ese fue el contexto general en que ocurrieron los hechos de cambios de Quimsa este año, donde terminó obligado a buscar jugadores de calidad en mercados extranjeros. Luego se involucraron los hechos más puntuales. Néstor García nunca había dirigido a Elliot y Harper, pero si los había sufrido en contra. Y se encontró con un jugador excepcional como Harper, pero otro muy conflictivo como Elliot. Tarde, imposible dar marcha atrás y cambiar nuevamente de rumbo. Los dos jugadores que eran puntales en lo grupal como Sahdi y Battle estaban afuera y el equipo careció de liderazgo en la cancha. Se notó y lo pagó caro.

Con los resultados puestos se puede atribuir como un error haber ido a buscar extranjeros debutantes. La enseñanza es que es un solo foráneo debutante está bien, en el marco de otros que conozcan la liga, pero cuatro juntos (como ocurrió al final) es demasiado. Los árbitros, los rivales, todos te hacen pagar caro el derecho de piso.

Finalmente se suman a esta historia la oleada de protestas porque Quimsa jugó con muchos extranjeros, en un aparente detrimento de los jugadores nacionales. Algunos “lobistas” profesionales pusieron el grito en el cielo, entendiendo que la Liga necesita de supremacía de jugadores nacionales, recordando siempre que los campeones de esta competencia fueron sustentados en jugadores criollos, pero sin recordar que todos los equipos que se fueron descenso también lo hicieron con supremacía de jugadores nacionales.

Quimsa nunca quiso perder a Nicolás Aguirre y Gabriel Deck. Pero los perdió y no porque no ofreciera dinero por ellos, sino porque los jugadores eligieron continuar sus carreras en otro proyecto. De hecho la dirigencia de Quimsa fichó al “Penca” Aguirre antes de tomar a Silvio Santander que cuando llegó al equipo donde se consagraría campeón, ya tenía el base titular fichado. Y Gabriel Deck jamás jugó un minuto de Liga de Desarrollo, porque le brindaron toda la contención dentro del equipo de Liga.

Lo que quedó al desnudo es que el conjunto santiagueño ni siquiera con dinero pudo reemplazarlos, siendo la estructura fundamental de sus últimos años. Lo sufrió Santander y mucho más Néstor García. En todo caso la ausencia de jugadores nacionales de ese nivel de calidad se puso en evidencia.

Esta temporada la salida de Elsener, que se quiso ir del club, abrirá un debate entre los dirigentes en la próxima reunión de presidentes. Porque si ni siquiera la plata puede retener a un jugador con contrato, ¿Qué parámetros de contención tiene un club ante estos casos?. La llegada de Elliot fue consecuencia de esto.

La Liga Nacional obra como padre benefactor de todos los jugadores que la habitan, extranjeros y nacionales, pero impone como condición que tengan un nivel mínimo requerido donde hoy los jugadores nativos de este país no están pudiendo completar todos los casilleros disponibles.

A Quimsa le han pasado situaciones esta temporada que no pudo solucionar con dinero. La Liga Nacional mutó en los últimos tres años de manera tan radical que hay que reescribir el libro de las necesidades. Y a veces el precio a pagar es el fracaso deportivo.

Pablo Tosal
@pablotosal