Brasil, te mando una postal

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.com.ar)
• 01/09/2007
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Otra alegría más del básquetbol argentino. Siempre después de una gran tormenta sale el sol más esperado. La selección vivió tempestades inimaginables en la previa de este torneo. Encontró un caballero que se animó a liderar este grupo (Scola) y un par de lugartenientes (Prigioni y Delfino) que lo secundaron. Se formó un equipo de carácter, convicción, alto nivel de sacrificio y sobre todo disciplinado, donde cada uno entendió su rol.

Por eso se da el carácter épico, porque después de muchos problemas llega la clasificación a Beijing cuando no éramos favoritos y como yapa jugando un gran básquetbol. Por lejos, el mejor de la era Hernández, que dicho sea de paso, pagó su deuda con la selección.

El partido fue a puro nervio y jugado por ambos como un verdadera final. Los dos mejores equipos FIBA del Torneo frente a frente con su mejor potencial. Cuando Brasil dominó en el principio, Nené Hilario no fue determinante, aunque es cierto que le quitó a Brasil un jugador importante en el juego interior. Luego Scola sacó provecho de su ausencia sacando a pasear a su ex compañero de Tau Cerámica, Tiago Spliter.

Y a semejanza del partido anterior, los porcentajes brasileños fueron muy altos, pero con una diferencia: Argentina no tiró con bajos porcentajes, sino que sucumbió a la defensa rival, con pocas ideas en ataque. La diferencia se abrió rápido (5-12 y 10-17) y extrañamente Matías Sandes era el único que pudo aportar gol (2 triples). Argentina estaba pies para arriba y el partido en manos del rival.

El segundo cuarto no trajo mejores noticias con la rotación de ambos equipos, mientras Scola luchaba por tomar una posición clara cerca del canasto, un triple de Porta y otro de Prigioni fue la única comida que tuvo Argentina desde la línea de tres puntos.

Por el contrario, Brasil, que nos mató a triples en el primer cuarto, atacó con Alex (8), Murilo (4) y Guilherme (8) cerca del canasto. Marcábamos el perímetro, sufríamos adentro y al revés. El partido era un parto. El técnico metió una zona 2-3 por primera vez en el torneo (ajeno al Dream Team) y salió mal. Encima cerró el primer tiempo con un triple de Guilherme con falta de Scola incluida.

Todo cambió en el tercer cuarto. Argentina no perdió el tiempo y salió a buscar el partido. El “Oveja” metió otra decisión difícil y decidió (ante un perímetro más bajo) mandar a Kammerichs de alero, a quien le cuesta marcar a aleros más bajos. Pero Federico respondió con una actuación extraordinaria. Primero y principal porque el “Yacaré” se cerró muy bien en las ayudas defensivas y colaboró a mantener un front Court poderoso. Metió tres tapas e intimidó con su altura.

Luego metió un triple necesario ante una defensa que se cerraba cada vez más. Con Luis Scola (10 pts) asumiendo un gran protagonismo ofensivo, se liberó Prigioni (dos triples), apareció Delfino (7 puntos) y Argentina pasó de perder 40-51 a ganar 63-54 con un parcial 23-3 en 5 minutos y medio. Las respuestas ofensivas brasileñas sucumbieron ante la defensa y perdieron porcentajes en tiros favorables.

Para el último cuarto la presión de mantener la distancia ahora le pertenecía a la Argentina. Pero hubo dos hechos fundamentales: La inteligencia en la marca de los perimetrales, cambiando al jugador en las cortinas cuando era necesario y guiando permanentemente a los difíciles Leandrinho, Alex, Valtinho, a una marca escalonada que los encerró. Y el segundo aspecto fue el aprovechamiento de Scola de la ausencia de Nené en el tablero ajeno.

Luis le demostró a Tiago Spliter (de lo mejor de Brasil) porqué era el titular en el Tau Cerámica. A su ex compañero le dio una lección de básquet ofensivo, a nuestra selección le dio un líder y al torneo un MVP. Más allá de Kobe Bryant y Carmelo Anthony, Scola es la figura del torneo.

Hubo que sufrir, no obstante, porque Brasil se jugó el resto tal como se esperaba. Salió a marcar toda la cancha, subió su defensa que fue más agresiva y provocó errores. Pasamos de ganar 77-66 a falta de 4:54 a estar arriba solo por tres 81-78 cuando restaban 1.14. El gol combinado de Alex y Splliter nos puso en apuros.

Allí hubo otra decisión inteligente del técnico. Sacó a Kammerichs y Lo Grippo que fueron de vital importancia en la levantada nacional y mandó a Gutiérrez y Quinteros, ambos de mejor mano, para cerrar el juego.

Y fue Paolo Quinteros el dueño del tiro de gracia. El que sepultó las ilusiones brasileñas con un triple vital 84-78 a falta de 45 segundos. Lo tomó con la marca encima, dándole mas vuelo que lo habitual y la pelota entró limpita. Estalló el banco de suplente, estallaron en un salto y alarido los 300 argentinos que hicieron el aguante de la selección y aunque parezca raro estalló todo el periodismo argentino que vivió el partido con los mismos nervios que todos. Era sabido, ese triple fue la sentencia del partido. Los nervios siguieron hasta el final pero el resultado estaba echado.

Los segundos finales se definieron con la frialdad de un equipo con alma de campeón. Pablo Prigioni se puso la pelota bajo el brazo y fue el patrón que redondeó el trabajo del capitán Scola y del resto de los muchachos. Otra vez a Brasil, otra vez con el corazón, viniendo desde atrás (perdíamos por 11) y poniendo un carácter caliente en los momentos complicados. Demasiado para lo que vinimos a buscar. Por eso las lágrimas. Porque valió la pena.

Síntesis
Argentina (91): Pablo Prigioni 14, Carlos Delfino 13, Matías Sandes 6, Luis Scola 27, Román González 9 (FI), Paolo Quinteros 10, Leo Gutiérrez 2, Antonio Porta 3, Federico Kammerichs 5, Diego Logrippo 2. DT: Sergio Hernández.

Brasil (80): Valtinho Da Silva 6, Leandrinho Barbosa 16, Marcelinho Machado 8, Tiago Splitter 15, y Nené Hilario 2 (FI), Murilo Da Rosa 7, Alex García 16, Guilherme Giovannoni 8, Marcelo Huertas 2, Joa Batista 0. DT: Aluisio Ferreira.

Parciales: 17-22 / 18-21 / 30-13 / 26-24.
Árbitros: Petr Sudek (Eslovquia), Reynaldo Mercedez (Dominicana) y Miguel Pérez (España).

Foto: Gentileza www.fibaamericas.com

Pablo Tosal – Enviado especial
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