Todo comenzó en el inicio de esta semana. Lamont Boozer tiene dos agentes uno en Estados Unidos y Regino Olivares quien se encarga de la relaciones con Quilmes; el agente norteamericano le consiguió al pivote un acuerdo con un club de la Liga Venezolana por u$s 8000 por mes en tres meses de campeonato, el doble de lo que gana actualmente en la Argentina. Ahora bien, en Venezuela no tendrá un contrato garantido. Hoy en Quilmes tampoco lo tiene.
La dirigencia enterada de la posibilidad cierta de la ida del jugador, decidió ofrecer la garantía del contrato hasta el final de la temporada y un plus de dinero que acercarán allegados al club. Pero la diferencia de lo que ganaría en el exterior es muy amplia.
El agente que negocia con Quilmes, Regino Olivares, sostiene que el trato con el club de Venezuela (según el propio Lamont no sabe todavía cuál es) aún no está cerrado, contrariamente a lo que dice el agente norteamericano que sostiene que sólo falta la firma del jugador. A todo esto Boozer quiere quedarse en Mar del Plata, y la idea de que sea cortado por bajo rendimiento en otra liga no lo seduce.
Lo cierto es que mañana viernes al mediodía deberá contestar si se queda o si se va. De marchar no jugará siquiera el play off de cuartos de final y Quilmes no puede reemplazarlo por reglamento. Lo único que espera como refuerzo el cervecero es la vuelta de Carl Thomas que está jugando la Liga CBA de su país y terminará recién para principios de abril, pero para que llegue Quilmes deberá ganarle primero a Gimnasia de La Plata.
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