Callecitas y venta ambulante

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.com.ar)
• 17/08/2008
• (4 comentarios )

Es mucho lo que hay por recorrer, mucho el miedo por meterse en zona indebidas también. Pero es el poco tiempo libre que me hago para pasear. Beijing es una ciudad de 18 millones de habitantes que viven en un espacio un poco más grande que Capital Federal.

Solo para uso de las comparaciones nuestra Capital tiene 3 millones de habitantes y 3 millones más entrando y saliendo por día desde el Gran Buenos Aires. Esto da una circulación promedio de 6 millones de habitantes diarios en “donde atiende Dios”.

Beijing tiene seis autopistas de circunvalación denominados anillos. Luego infinidad de avenidas. Lo que no tiene es calles. Digamos si las tienen pero no se circula en autos por ellas. Las calles son asfaltadas pero de uso interno. Para acceder a las casas, a las partes internas de los edificios, para bajar o subir mercaderías pero no se las toma para circular. Son muy angostas y la gente camina por el medio ya que no existen en dichas callecitas las veredas.

Salí a caminar sin rumbo y me metí en varias calles. En casi todas hay muchos comercios de comidas. Será quizás porque mi hotel esta muy en el centro (a 10 cuadras de la plaza Tian An men) para ser exactos en Jian Bao Street 69 (por si alguien me quiere visitar hab. 5013).

Lo bueno de estos lugares de comida al paso es que muchas de las cosas te las preparan en el acto. Y vos elegís los condimentos. De todos modos me llamo la atención los broches de pollos asados (supongo que era pollo) y fui a buscar. El cocinero lo condimentaba entre vuelta y vuelta desde una bandeja que intuí sería ají molido y otra de pimienta. Le pedí que no ponga más.

La mujer que estaba delante de mí tenía la misma condimentación y lo comió como si tal cosa. “Si esa mujer puede yo también”. Cuando lo probé el cocinero me miró como buscando aprobación. Mientras se me caían las lágrimas le dije que estaba bueno pero “un poquito picante”. En realidad estaba viendo a Dios en calzoncillos. No menos.

Entré desesperado a la tienda (difícil llamarlo bar) y me pedí una latita de coca. Pero en 3 minutos la picazón desapareció. Quedas como nuevo.

Hacen muchas comidas en olla. Utilizan frecuentemente las verduras y se venden sandwichs de huevo frito. Hay cosas que no logro distinguir y su nombre en Chino no me dice nada. Son entrañas de animales seguro, y otros tantos cortes. Además es lo único que guardan en frío (no siempre), y luego cocinan. A todo lo condimentan mucho y generalmente es sabroso.

En una bandeja que mantienen con agua caliente, también en forma de broches con palitos cocinan todo tipo de confituras. Una chiquita de 8 años fue a comprar con la sonrisa de quien compra un paquete de Melba.

A veces comer solo esta bueno y otras es linda la mesa con compañía. En el cuarto piso del shopping cercano al estadio de Wukesong me dirigí a comer como siempre que voy a la cancha. Cuando llegue a pedir veo que una larga mano sobre sale de la mesa del fondo y veo que es Jorge, un periodista español especialista en hacer amigos. Me hace señas que vaya para su mesa.

Cuando llego veo que eran cinco: además del amigo español, un periodista uruguayo, un fotógrafo italiano, un fotógrafo brasileño y un periodista brasileño. Todos se llamaban por su nombre como en un buen grupo de amigos.

Tres que hablan español, dos portugués y uno en italiano es una mesa cocoliche de lo mejor. Pero con mucha onda Jorge cuenta cosas que horrorizarían a ciertos lectores de esta página. Llama a los tacheros locales minusválidos mentales y dice a los gritos “Si me subo a un taxi, le doy la dirección en Chino y un mapa, como puede ser que te pierdas tío, como coños le dieron la licencia, lo único que falta es que lo siente atrás y maneje yo”. En el medio de su relato lanzó todo tipos de improperios muy graciosos en su idioma pero no publicables. Como le dije que estaba haciendo una investigación sobre taxis me animé a confesarle que sólo lo hacen para cobrar más caro.

El propio Jorge comparó a Lebron James corriendo sobre la cancha a una manada de búfalos persiguiéndote. La comparación es precisa, esa es la impresión que te da si te persigue Lebron. Sólo los hombros de este super dotado son grandes como mi cabeza. Asusta verlo de cerca y encima con cara de malo. Finalmente en tren de confesiones Jorge jura que el Rafa Nadal no es homosexual. No le creo.

Cuatro de ellos estaban en su tercer Juego Olímpico y a veces es fácil adivinar porque pueden viajar tanto, basta con un ejemplo: Cuando tuvieron que pagar (50 yuanes cada uno) Jorge dice alegremente, “dale tío que sólo son 5 euros”. Así cualquiera.

La relación del costo es igual para todo emprendimiento periodístico. Un puesto de transmisión radial en vivo en el estadio de Básquetbol la organización lo cobra 60 mil dólares. No hay radio en la argentina que lo pague. Pero si europeas porque para ellos son 35 mil euros. Si el COI cobrara 35 mil pesos argentinos un puesto de transmisión sería mucho fácil que una radio pueda hacer su cobertura en vivo desde la cancha. Pero lamentablemente para nosotros sale 180 mil pesos.

A una semana de que se juegue la final olímpica de básquetbol y que llegue el cierre de los juegos todavía me faltan varias cosas. La noche china y sus secretos, los museos (militares y de arte) la plaza Tian An Men, la ciudad prohibida. Pero vamos bien, esta todo anotado y cumplimos.

Desde Beijing - Pablo Tosal
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