El día después de mañana

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.com.ar)
• 14/11/2008
• (44 comentarios )

Sería bueno recordar que las sanciones disciplinarias que deben ejercer un Tribunal de Penas (o disciplina) buscan resolver mediante el uso de los estatutos, reglamentos, códigos o leyes las causas pertinentes que están penadas por estos reglamentos, códigos, estatutos o leyes.

Que dos hinchadas se hayan tomado a golpes de puños en el medio de la cancha es un hecho plausible de sanción. Lo mismo que la agresión a un jugador de un equipo. El partido había terminado, los árbitros ya se estaban retirando. La situación deportiva quedó inalterable. ¿Qué se sanciona entonces? Una situación que está penada. Pero nada más.

Si la justicia de la Asociación de Clubes quisiera “ejemplificar” y desterrar la violencia de las canchas con una sanción como muchos piden, debería haberles decretado el descenso a los dos. Aunque esto esté por fuera del reglamento.

De todos modos, tarde o temprano se choca uno con el origen de los problemas. La situación de violencia en Mar del Plata entre Peñarol y Quilmes no se detiene con 4 puntos, 20 puntos, 10 AJC o 1000 AJC. Los únicos perjudicados en una sanción así serian los jugadores, los técnicos y los dirigentes, pero no los hinchas.

Los problemas de violencia se resuelven en ámbitos que están por fuera de lo deportivo. Desconocer esto es desconocer el origen del problema.

El básquetbol de Liga Nacional en Mar del Plata está sentando en un polvorín. Hubo problemas de violencia entre las dos hinchadas desde que nació el clásico en 1991. Se fue incrementando con el pudrimiento social y una cultura que tiende a sentirse cada vez más cómoda con la violencia. ¿Cómo se los aleja del básquet?. Eso es un tema de larguísima reflexión.

La sanción del Tribunal de Disciplina, histórica por la cantidad de puntos, dura por haber dejado de un plumazo afuera a los dos equipos (sólo un milagro salva a Peñarol) del Super 8, no hace más que perjudicar a los jugadores y los técnicos. A la violencia no la va a detener.

Bien mirado se podría decir que el tribunal de Disciplina esto ya lo sabía y actuó a conciencia que el mejor modo de penarlos, era dejándolos afuera del Super 8. Sacó los puntos justos y necesarios para que esto sucediera.

También es verdad que lo hizo en desproporción. La sanción a Peñarol fue muy dura, a Quilmes inexplicable.

Desde el año pasado, cuando ocurrió el enfrentamiento entre los hinchas de Peñarol y Obras en Capital y hubo un herido de arma blanca, sabemos que una vida para el HTD de la AdC vale 5000 pesos y ningún punto. Ahora sabemos que pegarle a un jugador dentro de una cancha de básquetbol vale un solo punto.

Los hinchas de Peñarol se amparan y buscan todo tipo de justificaciones para decir que Pablo Gil, esto o aquello, lo único que no dicen es que ver a un jugador golpeado por un hincha es un grotesco absoluto en la historia del clásico (y del basquet).

Esta es una sanción que lejos de ser ejemplificadora, es todo lo contrario. Es generadora de violencia. Pero ya hemos dicho que las resoluciones de un HTD no buscan ejemplificar sino juzgar mediante reglamentaciones.

En el marco de este problema actual (que se soluciona rápidamente), están abiertas las preguntas del futuro. Ya sabemos que dos partidos ganados, de los que se podían perder en la segunda fase, recuperan los puntos perdidos. La tabla de posiciones no será para Quilmes o Peñarol un enemigo.

Los “pibes” se guardarán un tiempo y con el “todo pasa” de Grondona comenzarán a volver de poco a la cancha como ya lo hicieron otra veces. No hubo detenidos, no hay acciones judiciales. Como si no hubiese pasado nada.

¿Que harán los dirigentes?

Hubo por estas horas muchas frases de ocasión de los protagonistas. Salvo esta: “¿No hacemos nada porque no queremos o porque tenemos miedo?”, me dijo Domingo Robles, el presidente de Peñarol. Esa pregunta es interesante. Es toda una respuesta. Si es verdad que los dirigentes se encuentran en un callejón sin salida, en vez de criticarlos habría que ayudarlos. Pero en verdad ¿tienen ganas de ser ayudados?. O ¿es otra frase de ocasión?.

Lo cierto es que algunos dirigentes se van quedando sin fuerzas de lidiar con estas pestes, porque son incontrolables. Ambas dirigencias habían hablado con los representantes más conspicuos de sus hinchadas para que se porten bien. Se ve que mucha bola no le dieron.

La dirigencia de Quilmes se quiso despegar de la de Peñarol porque dicen que a ellos sí les hicieron caso. Y que su relación con la hinchada es distinta. Nunca pagan micros y ni alimentan a nadie. Los dirigentes de Peñarol dicen que la enfermedad es general.

Como sea, ellos han llegado a un punto crítico donde toda la sociedad del básquetbol argentino los está observando tanto a los dirigentes de Peñarol como a los de Quilmes. Sean o no iguales.

En este camino de lucha, por conseguir dinero para los contratos de los jugadores y los técnicos (que este año están en Mar del Plata, el otro en Buenos Aires y el otro en Santiago del Estero), que deben soportar hacer ligas sin ayuda gubernamental, que tienen que sostener la estructura en un país inestable donde conseguir publicidad es cada vez más difícil, que deben vender una Liga que no se vende, en este sendero tan oscuro que toman los dirigentes que asumen funciones de Liga Nacional encima les toca bailar con forajidos que se creen mas importantes que el propio club.

La consecuencia pareciera ser inevitable. El desgaste y el retiro.

Los cuatro dirigentes (Bonano, Rígano, Alfaya y Cotignola) que aguantan la Liga Nacional este año para Quilmes están pensando alejarse el año que viene. ¿Y si se alejan quien sigue? ¿Quién o quienes están en condiciones de conseguir tres millones de pesos para hacer un equipo de liga?. En la otra vereda aparecen los mismos síntomas aunque no lo han manifestado (todavía) públicamente.

La sanción del HTD es apenas sobre los hechos de violencia en Olavarría. La violencia no se irá con el descuento de puntos, lo único que se va son las ganas de los dirigentes de seguir. El problema empieza ahora.

Pablo Tosal
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