• 26-11-2024
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Inolvidable

Aún con problemas para asegurar el rebote y con los circuitos cortados en el quinto juego entre Daniel Farabello y el resto, Estudiantes aprovechó bien el poco peso ofensivo de los internos quilmeños para doblar con un interno propio al encargado de llevar el balón, Quilmes tuvo el partido donde quería hasta los primeros minutos del cuarto final. Con el equipo local relativamente cerca en el marcador.

Pero, cuando más se acercó, confundió el camino. S envalentonó. Vio que la posibilidad de ganar estaba firme y quiso hacerlo ahí mismo. Apostó a hacerlo por nocaut en ese momento cuando el plan original fue imponerse por puntos y sobre el epílogo. Un error fatal. Le hizo el “caldo gordo” a un Estudiantes que necesitaba ese cambio de pelota para correr. Y el campeón no perdonó y liquidó la historia con un parcial de 16-0 logrado en dos o tres minutos. Ahí se desvaneció la oportunidad del último gran milagro.

Lo hubiera sido, porque a falta de recambio, a falta de internos de peso, imposibilitado de imponer el estilo de defensa agresiva y contraataque, el crédito más fuerte de las posibilidades quilmeñas pasó más por el famoso carácter de este equipo que por argumentos basquetbolísticos.

Y a la astucia de un entrenador singular, como Oscar Sánchez, porque otro no le hubiera encontrado la vuelta a Estudiantes. Pero él, echando mano a las zonas y a las combinadas, pergeñó dos triunfos notables, uno como visitante y una definición torta a torta en el último. La estantería se caía y Quilmes, de todos modos, supo estar a la altura de las circunstancias

Entonces a la bronca de haber estado ahí cerca de la final, sucede inevitablemente el reconocimiento. A los dirigentes que mantuvieron firme el timón en el año más difícil de la competencia y no hicieron locuras. Al entrenador que le sacó el jugo al máximo a las habilidades de sus jugadores. A los basquetbolistas que mostraron una gran capacidad de sacrificio y que potenciaron esas mismas habilidades con suma de trabajo: en el final del camino, Ibarra, Gil y Cavaco, le jugaron de igual a igual a unos de los mejores perímetros de la competencia. A un Daniel Farabello estelar que se adaptó a un equipo nuevo, que jamás pretendió ser más que nadie y que se puso al servicio de todos. A los hinchas que acompañaron siempre y a todas partes y que generaron un fenómeno de adhesión del que habló todo el país.

Todos ellos, del primero al último, aportaron algún ladrillo para que Quilmes construya un año deportivo muy difícil de olvidar. A todos simplemente gracias.

Sebastián Arana

(Periodista de LU6 y Diario “La Capital”)

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