Análisis Final

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 07/09/2009
• (9 comentarios )

Generalidades

Así como los procesos no se miden por el resultado de un torneo, también es justo decir que el premundial deja conclusiones que son el corolario de las situaciones internacionales que ha vivido la selección en la última década. Todas las selecciones del mundo sufren recambios, de técnicos y jugadores, y todas deben acostumbrarse por diferentes motivos a no contar a veces con sus máximas estrellas.

Argentina ha logrado, no obstante las ausencias, mantener en alto la bandera, con diferentes sensaciones. Hace 10 días dijimos que no se podía pasar de la Nada a la Gloria en un paso. De repente la derrota inicial con Venezuela (por entonces la 4ta seguida) fue la autentica nada. El punto cero, el lugar más bajo como producción equipista de la última década.

Lo mejor fue que lo jugadores también lo supieron. Entendieron la necesidad de un esfuerzo extra, de un cambio, de un campanazo, y fue la mejor noticia tras la clasificación: la capacidad de asimilación de la presiones de no fallar en el objetivo. Y construyeron de apoco un juego que se condice con la Generación Dorada.

El torneo con este formato especial (muy criticable) tiene ciertas aristas interesantes. Después de doble derrota inicial (Venezuela y Brasil) llegó el triunfo ante Panamá (solo eso), y nos jugamos la vida ante Dominicana. Era pasar con cero victorias o pasar con dos. Todo o nada en un partido. Fue el juego más importante del premundial y allí se vio la estirpe ganadora de nuestros muchachos.

Cuando el principal enemigo es uno mismo, a veces la solución es más difícil. Porque no solo alcanza con reconocer el error sino que uno debe estar dispuesto a corregirlo y obrar en consecuencia. En el abc de la psicología se sabe que tener la voluntad de cambio es indispensable y Argentina la tuvo. Tanto como la perseverancia y la fe. Con un agregado: como la selección estaba quebrada de la cabeza en el inicio, luego de Dominicana al pasar con dos triunfos se liberó. Sabía que Turquía 2010 quedaba a sólo dos partidos. Que ya no era imposible y que el fixture nos daba un guiño.

Con tranquilidad se trabaja mejor, la urgencia ya no era de ganar sino de jugar mejor y sobre todo cuando la disciplina continua intacta y la lucha por el objetivo es el único motivador, Argentina se fue sintiendo cada partido con más confianza.

Terminó perdiendo con Puerto Rico en la semifinal porque el básquetbol es así. Tenía todo para ganar pero un tiro que no entra es decisivo. No fue menos que el local y la final con Brasil hubiera sido justa. Incluso esta selección del final de torneo le hubiera presentado otra batalla, diferente a lo que se vio en la segunda fecha de la primera fase.


El juego

Tácticamente el equipo siempre estuvo bien parado. Trabajamos bien contra la zona, aprovechamos al as de espadas.

Estos tres ítems son los más destacados. Porque cuando la selección fue anárquica no correspondiendo al modelo que usamos internacionalmente desde hace mucho tiempo, lo pagamos con derrota. Fue la consecuencia de jugar mal en ataque, de no tener a Pablo Prigioni que se fue encontrando de apoco, y la voracidad por solucionar con acciones individuales nos perjudicó. Sobre todo porque jugadores claves estaban por debajo de su nivel. La mala ofensiva nos desdibujó en defensa, y estando fuera de foco se permitió muchas segundas instancias.

La selección construyó una defensa más respetable, con ajustes según el rival, pero sobre todo con concentración de no permitir que nos tomen rebotes ofensivos. La idea táctica por entonces para salir del mal trance fue construir un Plan “B” y esto fue mérito del técnico. Argentina tuvo su mejor versión tanto ofensiva como defensiva con dos ala pivotes en cancha. Scola jugando con Leo Gutiérrez o Pelussi al lado fue la panacea de los problemas.

Como se recordará la selección siempre juega con pivote dominante. Primero fueron Oberto y Wolkowyski y luego Scola y Oberto. Esta vez hubo necesidad de buscar un cambio para mejorar. A nivel americano sirvió para conseguir el pasaporte a Turquía, ahora hay que pensar a futuro como se recupera la selección con un pivote en cancha.

La ofensiva contra la zona fue bien ejecutada, con la importancia capital de Scola, la aparición de un tirador inesperado como Kammerichs y el encuentro con el gol de larga distancia de Leo Gutuiérrez. Jugar con Scola en el poste bajo fue de vital importancia, no para que él resuelva siempre sino para comprimir la defensa ante la zona. Prigioni además es un especialista para encontrar sin apresuramientos las grietas de la defensa.

Scola como jugador determinante. Tomó 16.6 tiros por partido. Un número elevado pero necesario para este equipo. Ante la falta de gol de Paolo Quinteros y la escasez de juego perimetral Luis no se escondió nunca. De todos modos muchas veces sucede que teniendo el As de espadas no se lo sabe aprovechar. Tenerlo y sacarle provecho es virtud del equipo. No sería algo deseable para Luifa ser el goleador del torneo pero lo fue. No porque no quiera los halagos sino porque su objetivo es lo mejor para el equipo. Es decir, fue consecuencia y no causa.

Al ya comentado problema mental, el principal déficit de juego fueron los bajos porcentajes de jugadores claves, que se fueron solucionando con el correr del torneo. Paolo Quinteros fue el caso más notable. La mitad fue un problema solo suyo (debía amigarse con el aro) y la otra mitad del equipo con salidas de los bloqueos mal armados y tiros forzados donde la defensa siempre llegaba antes que Paolo pudiera armar el lanzamiento. Cuanto mejor jugó la selección, mejor jugó Quinteros.

Particularidades

Los muertos se cuentan fríos y al resultado puesto uno debe remitirse. La apuesta de llevar solo 4 perimetrales fue riesgosa. El técnico eligió 6 internos y 2 aleros altos sin capacidad de gol perimetral. Pero con la mano de Leo Gutiérrez (que incluso jugó de alero por momentos) y el gol que encontró Kammerichs se amortiguaron estos problemas. Diego García no jugó mucho (11.0 por partido) y se probó como solución con Cantero y Prigioni en la doble base. De hecho Juan Pablo Cantero terminó sumando más minutos (12.5) que García. A medida que creció el juego de Pablo Prigioni creció la selección, fue fundamental. A su lado Cantero sumó la experiencia que necesitaba para postularse como sucesor.

En el puesto del alero Sandes (12.0) y Kammerichs (24.9) sumaron buenos minutos, sobre todo el yacaré que terminó el torneo con un porcentaje irreal del tiro de tres puntos (14/22 63,6%). Nadie esperaba que Kammerichs estuviera tan fino desde el perímetro, las defensas rivales tampoco. La lógica indicaba al menos un alero más liviano y con juego más perimetral (¿Vega?), pero el técnico decidió por dos aleros altos. En su última etapa europea Kammerichs jugó de ala pivote, en la liga nacional juega de ala pivote, y en la selección debe acomodarse de alero. Demasiado pretencioso para acomodarlo en un mes. Salió bien porque el yacaré fue el jugador que más creció en este torneo.

Román González y Juan Gutiérrez no tuvieron un gran torneo, salvo pasajes. El pivote más dominante de la Liga Nacional no sumó los minutos que esperaba (15) por la apuesta del técnico de jugar con doble ala pivote. Además quedó la sensación que Román necesita que el equipo gire en torno de él y no encontró su rol. Sin minutos y sin juego, fue intrascendente. Juan Gutiérrez tuvo menos de 8 minutos de promedio en los 7 partidos que disputó. Mostró en cuenta gotas lo que puede dar.

Lo mejor fue el trío de ala pivotes, Scola, Leo Gutiérrez y Pelussi, Lo de Scola fue super comentado, y lo de Leo al tiro de tres puntos también, queda destacar el buen torneo de Pelussi, que una vez más demostró que jugando lo que le den (11.6 minutos de promedio) se acomoda rápido al libreto. Terminó con 1/6 en triples pero metió el más importante de todos.

Pensamiento final

Vamos a Turquía y eso es un alivio. Lo dijimos en una nota previa: clasificaban cuatro equipos y no estaban los Estados Unidos ¿Argentina no iba a clasificar? Pero el comienzo fue tan oscuro que nos asustamos todos.

Ninguna selección pareció ser más que Argentina, ni Puerto Rico ni Brasil. Y es una pena porque sobran ganas de salir campeón del torneo FIBA Américas, no sólo de clasificarse. República Dominicana fue el gran fracaso, con tres NBA y el dinero invertido no ganó el partido necesario en manos de una combativa selección canadiense.

Brasil fue casi completo (sin Nené y Rafael Baby Araujo) y en Puerto Rico solo faltaba Juan José Barea quien no recibió el permiso de los Dallas Mavericks. Argentina en cambio tiene un batallón fuera de la selección.

Días pasados leía al colega Miguel Romano del diario La Nación y de www.canchallena.com que por lo menos nueve jugadores podrían estar en la selección y por diferentes motivos y no están: la lista a la que refería Romano es: Manu Ginóbili, Fabricio Oberto, Chapu Nocioni, Carlos Delfino, Walter Herrmann, Rubén Wolkowyski, Gabriel Fernández, Roberto Gabini y Hernán Jasen.

Luego también hay otros nombres que no son ni fueron parte del proceso (o apenas una convocatoria) pero podrían también tener una prueba.

Vale decir, las lesiones son entendibles, las proscripciones no. La selección está por arriba de cualquier pelea personal. Serán los dirigentes de la CABB, el entrenador y los jugadores con problemas los que deban encerrarse en una habitación a limar las diferencias. Las razones les importan solo a ellos, a nosotros nos importa que la selección este completa. De lo contrario en Turquía 2010 no solo llevaremos un equipo con un promedio alto de edad sino que daremos ventajas que no serán perdonadas.

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar
Foto: cabb.com.ar