El Elegido

• Bernardo Rolón
• 14/01/2010
• (14 comentarios )

Alicia abre la puerta, invita a pasar y ofrece algo de tomar y de comer. Oscar y su físico imponente se presentan. “Garino, ¿qué tal?”, dice con su voz intimidatoria. Patricio baja unos minutos más tarde. Antes de charlar, se hace la sesión de fotos y el pibe posa en el parque bajo la atenta de sus padres. Luego, ya en el living, los dos intentan alejarse y cierran la puerta de la cocina. Alicia aparece de a ratos y le sirve a su hijo un licuado de banana. Quien escribe y el fotógrafo, toman Coca Cola y comen brownie. Minutos después, los padres vuelven para quedarse, se sientan en la mesa del comedor y escuchan atentamente las declaraciones de su hijo. Sobre el final, se arriman a los sillones del living y participan de la charla, que termina con un intercambio de opiniones y el grabador apagado.

Sin quererlo, de manera inconsciente Alicia y Oscar están cerca. Vigilan, escuchan, dicen. Por cómo ha transcurrido la corta pero rica historia de Patricio Garino en el deporte y en la vida también, no es muy dificultoso darse cuenta que sus padres, lo han llevado por un camino, lo han acompañado. Desde chico y ahora, que está en las puertas de algo impresionante. Ante una oportunidad como la que se viene, “Pato” seguirá sólo, pero tiene una base, una formación y una dupla de consejeros de lujo. “Estuvieron del Barcelona, del TAU Cerámica y de Bennetton Treviso de Italia para llevárselo. Pero en Europa no hay Juveniles. No iba a poder jugar ni tener continuidad siendo tan chico”, explica el papá.

“Siempre tratamos de buscar entre los tres, la mejor opción que se me podía dar. Tuve chances de ir a muchos clubes de acá y de Europa gracias a Dios, pero elegimos esto que yo creo que es lo mejor. Puedo tener un título y jugar cuatro años en una Liga de buen nivel, donde puedo tener muchos minutos y avanzar”, agrega “Pato”.

Desde pequeño se destacó en el básquet. Pasó por Teléfonos, New Sport y Unión. Y con solo 16 años, ya hace dos que integra selecciones marplatenses, provinciales y nacionales, fue figura casi siempre y ojos europeos no tardaron en posarse sobre él y tratar de seducirlo. Entre los tres, analizaron las ofertas, decidieron y el momento llegó: en agosto, Patricio viajará a Estados Unidos para terminar la secundaria y luego sumarse probablemente a la Universidad de Rhode Island, ubicada en el noroeste, en el estado de Nueva York. Seguirá la carrera de Administración de Empresas (“o algo relacionado con la Economía; y sino me adapto a lo que sea”) y jugará al básquet.

La chance, se hizo más firme cuando estuvo en México en un Campus que organizó la NBA y se destacó. Convenció y quedó. Le darán todo para que no le falte nada.

Este sueño que se va haciendo realidad de a poco, es el motivo por el cual El Atlántico visitó la casa de los Garino para charlar.

Patricio tiene 16 años y mide 1,97. La proyección que le hizo su doctor, indica que puede llegar a medir 2,05, pero su papá, sentado en la mesa del living, no lo cree. “Ahora viene muy lento el crecimiento. En un año creció como 10 centímetros, pero este año nada más que cuatro”, apunta la mamá. “Ninguno de los entrenadores quiere que pase los dos metros”, completa Oscar.

Empezó a los 6 años en el Club Teléfonos. También probó en el fútbol, “pero era una topadora, mataba a todo el mundo”, cuenta “Pato”, quien también incursionó en la natación.

“Mi viejo me llevó a Teléfonos, donde estaba Mariano García Galli. Con él me quedé encantado. Después se fue a New Sport y yo lo seguí. Estuve de 10 ahí. Pero en un momento financieramente se cayó y cerró entonces a mitad de año me volví a Teléfonos. Tuve ofertas de Quilmes y de Unión, dije que iba a probar una semana en cada uno. La primera fui a Unión y el primer día tomé la decisión. Estaba Juan (Lofrano) que es un genio y muchos chicos buenos”, relató.

A la Selección

“En Infantiles, dirigía Mariano y estuve en todas las selecciones. Quedamos segundos en el Provincial de 2007, y a mí me llevó Bahía Blanca, el campeón, al Argentino en Santa Cruz. Ahí estaba “Tolca” (NdR: Enrique Tolcachier, actual responsable del básquet menor de la Confederación Argentina, un especialista en detectar talentos) con el resto del cuerpo técnico viendo chicos. En febrero del 2008, me convocaron por primera vez a la Sub 15. No lo podía creer cuando me llamaron. Enloquecí”, cuenta Patricio.

Después, en poco tiempo, el camino en las distintas selecciones incluyó el Sudamericano Sub 15 en Venezuela donde fue campeón venciendo a los locales en 2008 y promedió 13,8 puntos siendo el goleador del equipo. En agosto del año pasado, fue convocado para jugar el Sudamericano Sub 17. En Uruguay también festejaron y “Pato” estuvo en cancha en los 5 partidos. En el Pre Mundial Sub 16, obtuvo la medalla de plata tras caer con Estados Unidos en la final. Y ahora, integrará la Sub 17 en el Mundial en Alemania.

Campus de la NBA, o las puertas del futuro

Es hasta ahora, lo más “grosso” que le puede estar pasando. Siendo tan chico, Patricio Garino se prepara para un desafío de vida que le llega tempranito. Y así fue: “La Confederación Argentina eligió a 8 jugadores. Yo era el único Sub 16, había uno Sub 17 y el resto eran Sub 18. Fuimos a México y ahí se me empezaron a abrir las puertas de mi futuro. Tuve una entrevista con la vicedirectora de la NBA, el Coordinador General del Campus y un entrenador. Les comenté que estaba interesado en estudiar y jugar ahí, ellos estaban interesados en mí. Ahora están dispuestos a conseguirme todo.

- ¿Cuántos días duró la experiencia?
-Cuatro. Hubo dos entrenamientos y cuatro partidos. Nos hicieron trabajar en técnica individual. Defensa, dribbling, bandeja y poste bajo. Nos dividieron en equipos y el mío salió campeón.

- ¿No te pusiste nervioso estando en las puertas de semejante chance?
- Ahora estoy como si nada. Cuando estuve ahí, un poco me agarró. Era todo diferente. Hablábamos todo el día inglés, siempre con entrenadores norteamericanos, andaban jugadores de la NBA. Estaba el logo por todos lados, el de Gatorade, el de Nike. Fue raro. Pero una vez que entré a la cancha, tuve confianza en mí y listo.

- ¿Cómo sigue la historia?
- Me voy en agosto o septiembre, cuando empiezan las clases allá. Todavía no me han comunicado a qué colegio. Pero para la Universidad, es probable que vaya a Rhode Island, que es una chiquita.

Hubo varios argentinos que siguieron ese camino. “Pepe” Sánchez, Diego Romero, Gabriel Mikulas y actualmente Juan Manuel Fernández, el hijo del “Lobito”. ¿Hablaste con alguno de ellos?

- Estoy en contacto con el “Lobito” (NdR: juega en la Universidad de Temple) y también con Lisandro Ruiz Moreno que está ahí en Rhode Island.

- ¿Con el inglés cómo te llevás?
- Remándola. Tengo una buena base y en México avancé un montón. A pesar de que fueron pocos días, hablar todo el día inglés me ayudó mucho. Me falta un poco de conversación, pero en dos meses allá voy a estar tranquilísimo.

- Siendo tan chico, ¿cómo hacés para mantener la calma?
- Es mi forma de ser. Yo lo veo como una posibilidad puede tener cualquier chico. No veo el motivo por el cual agrandarme. Siento que si alguien se lo propone, se esfuerza y se pone la meta, lo puede hacer. Esto es algo que se hace con sacrificio y corazón.

- ¿Qué clase de jugador sos?
- Soy un alero penetrador. Aunque en la Selección juego de 4 (NdR: ala pívot). Tengo un poco de tiro, pero hay que mejorarlo. Pero miro casi todas las posiciones. Porque en México me hicieron jugar de base y mal no me fue. A veces juego de 4. Depende lo que haga falta.

- ¿Cómo estás con el tema del dribbling, algo que siempre trabajaron especialmente los aleros altos marplatenses que están en Liga Nacional como Mata, Piñero y Cavaco?
- Bastante bien. He progresado bastante. Me defiendo.

- ¿Qué te falta?
- Todo. Recién estoy empezando. Me falta defensa, ataque, dribbling, más lectura…

- ¿Cómo te sentís con el hecho de tomar responsabilidades y ser el referente desde tan pequeño, algo por lo que también seguramente se han fijado en vos?
- Es lo que me han inculcado y pedido en la Selección. Me siento tranquilo. Si tengo que hacer puntos los hago, y sino no. Tengo que cumplir una función para que el equipo gane.

- ¿Desde ahora hasta el momento del viaje qué vas a hacer?
- Entrenar, meterle al gimnasio, estudiar inglés y si no tengo tantos viajes, quiero leer historia de Estados Unidos e ir un poco al colegio para no perder ritmo.

El mejor recuerdo

En una de las paredes del living, hay muchos cuadros con formaciones de equipos. Selecciones nacionales y provinciales; también una con el Lobo de Mar (que ganó a fin de 2009). A su corta edad, Patricio ha tenido muchos logros. Él mismo, se encarga de contar cuál es el que más emoción le genera hasta ahora. “Es el torneo más importante que jugué hasta ahora. Estar en algo de esa magnitud, con tus amigos, con los que jodés todo el día en el club desde chicos, es algo que no tiene explicación”, dice. Se refiere al campeonato nacional de Cadetes obtenido con Unión el año pasado.

“No tiene precio. Es incomparable. Prefiero ganar eso antes que un Sudamericano. No es que sea mejor ni peor, es distinto. Con los compañeros de la selección, te conocés en las concentraciones y con los de Unión, de toda la vida. Salimos, vamos al colegio, compartimos mucho”, continúa.

La final de ese torneo, fue contra Atenas en un colmado gimnasio de la calle 9 de Julio, en la sede del club. El “Celeste” venció al “Griego” tras ir perdiendo y desató una locura y un festejo inolvidable. “Fuimos el único equipo de todo el Hexagonal que no tuvo reclutados. Atenas tiene varios, incluso en la Selección”, recuerda “Pato”

Y a modo de despedida, suelta: “Estoy orgulloso de los compañeros, del entrenador y de los dirigentes del club. Les agradezco a todos. No hay palabras para describir la felicidad que tenemos todos. Nunca nos vamos a olvidar de eso”.

Un espejo de muchas caras

Si bien es alero, en el Campus donde consiguió el pasaporte a su sueño máximo, sin decírselo expresamente, a Patricio Garino le pidieron que rinda en todas las posiciones de la cancha. A partir de ese momento, se dio cuenta que debía mirar a consagrados en cada una de ellas. Tenía que tener como espejo a muchos apellidos. Aunque como en toda familia donde un deporte es el más disfrutado, “Pato” miró básquet desde siempre. “Steve Nash me encanta”, dice sobre el veterano base canadiense. “Y Iverson también, aunque como anda con la “falopa” medio como que se me cayó un ídolo”, cuenta sobre el temible goleador, también conocido por sus problemas fuera de la cancha. “De la historia, me encantó Milanesio. Soy hincha de Atenas desde chico. Nocioni tiene mucha garra. A Oberto y Scola los veo jugar y me gustan mucho”, dice.

Y si bien su aventura recién empieza, la confianza que se tiene y las condiciones sumadas al talento, bien podrían permitirle soñar con jugar en un equipo de la NBA. “Me gustan muchos. El Boston que salió campeón hace poco. San Antonio, Filadelfia, Denver, Houston con Scola, me gusta LeBron James, Shaq (O´ Neal)”, cierra “Pato”.

Gentileza Bernardo Rolón
brolon@diarioelatlantico.com