La envidia es un sentimiento tan nefasto como humano, y de los siete pecados es el único que no provoca placer. Eso lo sabemos. Pero que otra cosa se puede sentir cuando por televisión llegan las imágenes de la NBA y en medio de importantes cosas en juego, durante los Play off, el público tiene a los jugadores visitantes a un metro de distancia sin nada que los separe; mas que el respeto.
¿Es una cuestión de educación? Sin ninguna duda, en primera instancia el público en Estados Unidos, en su inmensa mayoría, es educado. Pero, ¿ Cómo podemos emparentar las situaciones con nuestra liga nacional? Entre otros efectos crecientes, la crisis acerca la violencia a los estadios. No es un hecho aislado que en el aire se respire cada vez mas intolerancia y que los jugadores y árbitros sean víctimas de esta descarga de frustración y odio que se lleva a las canchas.
Si a este caldo de cultivos que es el país, para que la violencia exista, se lo acompaña de malas medidas, estamos en un problema mayor.
La noticia dice que el Tribunal de Disciplina Deportiva de la Asociación de Clubes de Básquetbol (AdC) aplicó una fuerte sanción económica de 8.250 pesos al Club Estudiantes de Olavarría, a raíz de los serios incidentes registrados en el cuarto partido de los play offs de las finales de la Liga Nacional, que se jugó el pasado 8 de mayo en el maxi estadio del Parque Carlos Guerrero y ganó el equipo albinegro por 96 a 90.
Este mismo mensaje los hinchas lo leen así: “Los play offs son el momento oportuno para entrar y pegarle a un jugador o un árbitro, total no te suspenden la cancha, no te quitan puntos y no te dan por perdido el partido. La multa económica no la pago yo... entonces que importa que sean 8.250 o 82.500 pesos”
Eso sí, si el club local no tiene el tablero electrónico en condiciones pierde el partido y la serie (como le ocurrió a GEPU en 1994 contra Peñarol), pero los hinchas pueden pegar tranquilo que la serie continuará.
Cuesta horrores que los importantes medios de prensa capitalinos, tomen 10 segundos de imagen de básquetbol en sus pantallas, y después del retiro de Milanesio lo que más segundos de aire tuvo fueron los incidentes en Olavarría. ¿Será entonces una cuestión de Marketing dejar que la violencia siga?
Suena descabellado pensar que hoy los clubes voten que ante el menor incidente se suspenda el partido y el equipo que los provoca pierda el juego. Pero sería interesante como medida de rigor para detener un mal creciente. Marcos Aguinis hace un exhaustivo análisis de la condición del ser Argentino en su libro “El atroz encanto de ser argentino”, de donde se desprende algunas viejas frases conocidas como la que nos gusta ser “hijos del rigor”.
El básquetbol, es cierto, no tiene todavía el mal enquistado de la violencia en el fútbol, pero a los pasos que vamos es sólo una cuestión de tiempo. Sin un sinceramiento oportuno, una análisis serio de la situación y medidas acordes, entre tantos males que aquejan a este deporte habrá que sumarle uno más: el de la violencia, el peor de todos.
Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar
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