• 27-11-2024
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Kleiza baña en bronce a Lituania

Serbia no fue lo que quiso ser. Lituania continuó siendo lo que mejor ha sido. Y de ahí sale un bronce báltico y una decepción balcánica. Por la derrota y por lo lejos que ha estado de competir en un partido que podía haber hecho suyo. La Lituania que se veía fuera de la lucha más noble, la que albergaba mil dudas en la posición de base, la que tenía en Kleiza un intento de supernova, que había renunciado a cierto relevo generacional... La misma. Ahora es bronce. Y Kemzura que lo celebra.

Como es habitual, el inicio de cada partido regala presiones asfixiantes sobre el cerebro Milos Teodosic. El encargado, en este caso con presión a toda la cancha, es un Renaldas Seibutis poco utilizado por Kemzura. El ahogo no llegaba a las dimensiones de Onan en el inicio del partido de semifinales, así que pudo empezar a mover el partido, primero con un triple de un Rasic –que había desaparecido en la fase final– y luego con dos para un Marko Keselj excelso, de bellos y longuilíneos lanzamientos a un alto nivel de exigencia.

Lituania negaba los balones interiores, con Javtokas como baluarte defensivo, y en ataque aprovechaba a su estrella Linas Kleiza, con el que se mantenían en el primer término en el partido (11-9). Las sensaciones primerizas contradecían la lógica de la puñalada moral que albergaría Serbia y el todo por ganar lituano, tras una derrota esperable y a todas luces menos traumática. No era eso lo que revelaba un 18-9 con una Serbia mucho más metida y la descendente intensidad de los bálticos. Hasta que apareció desde el banquillo Paulius Jankunas para contravenir el liderazgo serbio. Con siete puntos consecutivos, más la obligación de que Rasic organizara el ataque por la presión a Teodosic, Lituania se puso a uno (22-21), faena que remató Pocius con dos tiros libres: 22-23 y una Serbia desconectada, sin hilar movimientos ofensivos.

Se acabó lo que se daba, dijo Kleiza

En el segundo cuarto, el partido ya se había instaurado en una aparente igualdad, en la que cada ataque balcánico era un atasco en el uno contra uno, mientras que Jankunas rompía con continuidad la defensa de los hombres altos. Con 11 puntos en su haber, y una gran asistencia al silenciosamente apático Simas Jasaitis, aparecía un 26-30. Lo que no había logrado un hombre del tamaño de Javtokas lo estaba logrando un interior más bajo, pero también más veloz y dinámico, como Jankunas. La explotación de ese detalle estaba dando la vida a Lituania, que tendría en Kleiza el relevo del daño ofensivo. Con 28-34, Lituania gozaba de una constancia en ambos lados de la cancha de la que carecía Serbia, que acumulaba tiros surgidos de jugadas aisladas, buscados a partir de la calidad individual de sus individuos pero sin buscar desequilibrios. El triple de Jasaitis, ese tirador figura de la inconsistencia de gran Mundial y buena temporada en el Galatasaray, junto a un Kleiza que volvía a firmar el papel de estrella que había olvidado en la habitación en semifinales ponía la máxima diferencia: 35-45 para los hombres de verde.

Serbia había perdido el norte, los hombres interiores lituanos les estaban condenando a la oscuridad del marcador (28 puntos entre Kleiza y Jankunas al descanso) y sólo el triple de un Rasic que volvía a ser ese tirador compactador de equipo que Serbia había descubierto para su enorme beneficio en la primera fase, impidió que Lituania se fuera al descanso con más de 10 puntos de ventaja (38-48). Y es que Kalnietis había culminado un 2+1 con anterioridad que desataba la locura en Lituania, esa sorpresa del campeonato, alejada de la maravilla pero sobrada de explotación. Todo ello, a pesar de que su base apenas había aparecido en la primera mitad. He ahí una sangrante diferencia para Serbia: Lituania había aprendido la virtud de la multipolaridad ofensiva, de resultas de la ausencia de un auténtico jugador top en la posición de playmaker; Serbia se encomendaba continuamente a la genialidad de un hombre. Y al naufragio de la derrota al descanso si todo no funcionaba como el guión de Ivkovic había escrito.

Serbia completa la desconexión

El error de Teodosic y el triple de Kalnietis nada más reanudarse el partido eran una vuelta de tuerca más, que se apretaban todavía más al contar los problemas de Krstic al poste, el pase de Keselj para el pívot que se iba directamente fuera por la línea de fondo y la imagen de Velickovic corriendo detrás de un Kleiza que anotaba una canasta fácil. Más 15 y Lituania haciendo gala, ahora sí, de que el peso de la mente y de las piernas era menor tras su semifinal. El argumento es tan maleable que vuelca en cualquier instante del encuentro, aunque el balance final será este.

Los próximos organizadores del Eurobasket parecían tocados por aquello que fuera que les tocara en la primera mitad ante Argentina. Fueran los dioses, las musas, los triples de Jasaitis o el enorme campeonato de Kleiza, alcanzaban los 18 de diferencia (40-58) y desprendían esa ilusionante sensación de que cualquier cosa que intentaran surtiría el efecto deseado. La respuesta de su rival no sólo tardaba en llegar, sino que parecía cada vez más difícil. Por simplista que parezca, las canastas salían sólo de las manos de Teodosic: primero un triple y luego una asistencia para la canasta del finalizador Velickovic.

Ante el escaso resultado de Krstic y Perovic, Ivkovic hacía sudecerse en pista a todas las extrañas combinaciones de ala-pívots: Velickovic-Savanovic primero, Macvan-Savanovic después y finalmente Macvan-Velickovic, emparejándose a Kleiza-Jankunas, que seguían penetrando los aros balcánicos y explicaban cómo Lituania se había impuesto, paradójicamente, al extenso juego interior serbio. Las caras del banquillo serbio que ofrecía Marca TV reflejaban el humillante 50-72. Aquellos ojos decían que era imposible que aquello estuviera sucediendo, que era injusto que el olimpo prematuro se tornara en infierno ante sus pies.

Lituania, mirándose en el espejo de su campeonato

Lituania iba a querer que todas sus piezas notables acabaran el campeonato al nivel medio que habían mostrado. El arranque anotador de Kalnietis, con ocho puntos en un suspiro al inicio del último periodo, así lo atestigua. Dos faltas seguidas más una técnica a la estrella balcánica Teodosic metaforizaba con la menor de las metáforas la desesperación serbia. Al banco, tras una actuación mediocre ante lo que le demandaba el equipo y la afición lituana que ya celebraba el metal, pese a los seis minutos en el luminoso.

La estelar actuación de Kleiza (33 puntos, 7 rebotes, 4 asistencias), tormento para todos los defensores que han pasado por el emparejamiento, le acaba de consolidar como el jugador referencia que todavía no respondido en una gran cita. Su deficiente semifinal quedará para la anécdota –no tanto su cruce de cables en la final de la Euroliga– ante unos números globales y un liderazgo que, pese a lo apuntado, todavía no había alcanzado. Mantas Kalnietis (14 puntos, 5 asistencias, 5 rebotes) se consolida como un base notable para llevar el timón de un equipo, Pocius (12) corrobora (y aumenta) las buenas sensaciones de su temporada de debut en Europa con el Zalgiris, Jankunas (15) que con él el Zalgiris entraña interesantes secretos en su plantilla, que Simas Jasaitis (14, con 10 rebotes) es capaz de ser un tirador que cumple al más alto nivel bajo circunstancias concretas y voluntad condicionada... Es el análisis optimista que brinda esta medalla de plata lituana, la que se marcha de Estambul con mayor sensación de éxito, en un partido reflejo de su Mundial: sorprendente y cumplidora, segura de sí mismo y con la mejor versión de unos jugadores que raramente la habían combinado en el mismo momento y lugar para la victoria de su equipo.

El parcial de 12-2 de los serbios, gracias a Savanovic y Tepic sólo significó el honor final. Pero no pudieron más que dar algunas pinceladas para sí mismos, no empañar la bandera lituana que subirá al tercer escalón del podio: 88-99.

Aquí sí, aparece 2011. El lugar para el que todos coincidían que había que pensar, y para el que ahora se forjan punzantes armas de cuádruple filo. La presión, las expectativas creadas, los jugadores que no han estado y querrán estar... Mucho en lo que pensar. Pero mejor después de la celebración. Porque lo que ya nadie le va a quitar a Lituania es la medalla. Porque es suya. Son bronce. Principalmente, quién lo iba a decir, porque lo han merecido.

BOXSCORE OFICIAL

Foto: FIBA Americas
Fuente: ACB.com

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