Ser el responsable de que no se queme un costillar que atacarán en un rato quince comensales es cosa seria. En plena tarea de asador, disfrutando de una de las últimas licencias, Luis Scola charló el martes pasado con Clarín . Sin esquivar temas, a contramano de sus clásicos movimientos de piernas con los que hace pasar de largo a sus rivales, el capitán del seleccionado argentino de básquetbol habla con el Preolímpico a la vuelta de la esquina.
¿Están como las embarazadas, viviendo los últimos días con demasiada ansiedad?
Más o menos. Cuando estás bien, querés jugar. Pero como somos varios los que nos estamos recuperando de lesiones y ahora se sumó el tema de Fabri, hasta nos vendría mejor jugar un par de días más adelante.
¿Cómo hiciste para sobrellevar tu primera lesión importante, en la rodilla izquierda, más aún en la previa de un torneo en el país?
Estaba bastante convencido de lo que iba a pasar y fue más o menos como esperaba. No esperaba otra cosa, con días buenos y malos. Es que no todos los días fueron buenos ni estuve tranquilo. Ahora estoy en la cuenta regresiva.
¿La fuerza mental fue tan clave como la recuperación física?
En lo mental no me fue muy bien. Me volví muy loco y tuve muchísimos altibajos, más allá de que el físico me respondió.
Te costó asumirte en rehabilitación, quizás porque todo era nuevo para vos…
Todos te aconsejan estar lo más tranquilo posible si estás en tratamiento. La idea es alejarte de los extremos. Yo me ponía demasiado positivo los días buenos y cuando sucedía algo mal, estaba muy negativo. Y eso me afectó.
¿Qué plazo te pusiste para decidir si jugabas el Preolímpico?
Nunca dudé de que iba a jugar para Argentina. Siempre estuve convencido. Pero como me sumé al equipo sin entrenamiento previo y en plena recuperación, tenía chances de que pasara algo. Sólo me iba a perder el torneo si sucedía algo más.
Julio Lamas dijo que se reencuentran con el amateurismo en la Selección. ¿Entendés el concepto?
Entiendo lo que dice él y tiene razón. Pero nadie toma como amateur estar en la Selección, sino con la misma seriedad con la que jugamos en cada club. No veo mucho amateurismo en la Selección. Lo único amateur es que no cobramos (risas).
¿Qué significado le das a ser capitán en esta Selección, después de tantos logros?
Es un orgullo, porque es la Selección argentina. Pero la importancia es relativa, porque hay muchos líderes que no son capitanes. Y en este equipo nunca hubo un solo un líder.
¿Sentís que siempre se les exige estar, que nunca se entendieron algunas ausencias?
Mirá, en esta convocatoria hay muchos que en otros torneos no pudieron estar y la gente se volvió loca igual. Se pueden enojar, pero enseguida se les pasa. Quieren ver a la Selección.
Por lo visto en Salta y en Rosario, ¿cuánto fervor esperás en Mar del Plata?
Va a depender muchísimo de cómo juguemos nosotros. Si jugamos bien, el aliento va a ser altísimo.
Delfino dijo en Clarín que no siempre van a ganar jugando lindo. ¿Se entenderá?
Es verdad lo que dice, pero nosotros somos los primeros que lo tenemos que entender. No tenemos por qué ganar todos los partidos por 30 puntos. Es más, no tenemos por qué ganar siempre. Hay que ganar los partidos que hay que ganar. Será un torneo corto, pero exigente.
¿Argentina está por encima del resto?
Argentina está dentro de los candidatos. Igual que en los últimos torneos, peleará con Brasil, Puerto Rico, República Dominicana y Canadá. Siempre hay uno que juega mejor y otro al que le va peor. Pero yo no creo en la palabra fracaso.
¿Cómo apuntar todo a la semifinal clave del 10 de septiembre sin olvidarse del día a día? Haciendo lo más sencillo: pensando partido por partido, no sólo en el 10. Primero pensar en Paraguay, después en Uruguay y así sucesivamente.
A diferencia del Mundial de Turquía, donde el juego recayó en pocos, habrá más dueños de la pelota. ¿Te libera eso?
Va a ser muchísimo mejor. Un equipo con muchas opciones tiene mayor potencial. Espero tener el mismo nivel que en los otros años, aunque eso no significa tener el mismo protagonismo. Se tiene que repartir el juego.
Y como en breve el que tendrá que repartir, pero el asado, será el mismo Luis Scola, llega el punto final. En Buenos Aires, claro, porque Mar del Plata espera al dueño de la número “4” argentina.
Por Hernán Sartori - Diario Clarin
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