El ADN de la Generación Dorada nunca fue el “Show-time”. Sus aspectos basales fueron otros, haciendo del compañerismo y la ausencia de ego una bandera, imponiendo el sacrificio, la profesionalidad, el carácter como herramienta principal, el respeto para cada rival y sobre todo logrando minimizar los defectos en conjunto para potenciar las virtudes. Pero nunca hizo uso de talento para sobrar rivales ni buscar distancias de más de 30 puntos.
Siempre tuvo que trabajar los partidos, contra cualquier rival y luego si, merced al talento individual innegable que existe en muchos componentes, todos al servicio del equipo, fue ganando partido tras partido.
Debía hacer esa introducción para explicar lo siguiente. Todos los amantes de la Generación Dorada hemos visto su desarrollo y evolución y sabrán que el primer tiempo que se vio ayer ante Uruguay fue pocas veces visto.
Pequeño párrafo para la gigante defensa. Esto ya fue contando en la nota anterior, pero solo a modo de reconocer que es el inicio de todo, Argentina construye desde atrás y destruye con su ataque. Lo único que podríamos agregar es que el bloque defensivo luce cada vez más aceitado. En los cambios de marca del perímetro ayer Prigioni terminó tomando a Borselino, por ejemplo.
El grado de eficacia fue de asombro, pero no solo porque erró muy poco, sino que supo resolver cada situación que Uruguay probó para frenar el vendaval. Hizo 25 puntos en el primer cuarto con un solo triple, utilizó el rompimiento con descarga para generar espacios, y hubo algo muy bien usado que fue el ataque rápido.
Brevemente describiremos que el ataque rápido no es el contraataque (por Dios no digan contragolpe, porque contragolpean solo los boxeadores). Argentina ayer ante Uruguay puso un hombre en acción de lanzamientos en pocos segundos. Y lo hizo coordinado, con rebote y balance defensivo.
Fue clave para desarticular los intentos defensivos de Uruguay el movimiento rápido del balón y acaso haya sido la principal diferencia entra el ataque nacional y la defensa rival: la velocidad.
A la velocidad se le agregó algo que el “Loco” Marcelo Bielsa siempre hizo mucho hincapié “La precisión en velocidad”. Eso Argentina ayer lo disfrutó mucho. No es fácil hacer las cosas bien a todo lo que da, por lo general se suelen cometer errores cuando uno va rápido.
Luego del partido en la zona mixta Luis Scola dijo algo que es clave “La distancia inicial nos permitió jugar con más tranquilidad”. No se equivoca en nada el Luifa porque una cosa es tomar riesgos sabiendo que si te equivocas, el partido está empatado y viene el doble en contra, que tomar riesgos ganando por 25, sabiendo que un doble en contra no hace mella.
Los primeros 20 minutos contra Uruguay fue lo mejor que se le vio como juego a la selección desde Las Vegas 2007 y algunos partidos de Beijing 2008. El equipo casi completo (falta Oberto) luce mejor que nunca.
Podríamos hacer foco en la ausencia de Leandro García Morales, pero a decir verdad no fue culpa de Uruguay sino mérito de Argentina. Deberíamos leer el partido desde lo que hizo el equipo de Lamas y no desde los desméritos del rival, aunque también es cierto que a Uruguay no le salió nada.
Cuando la distancia se abrió al histórico parcial 80-32 la sensación de incredulidad era mucha. No existe esa diferencia entre Uruguay y Argentina. No es real. Ayer Argentina jugó 20 minutos de ensueño (los primeros) y ese nivel es el que debemos atesorar como signo vital. Hay argumentos para ilusionarse mientras seguimos disfrutando cada partido.
Pablo Tosal
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