Apenas habían transcurrido unos minutos del final del partido y por la zona mixta desfilaban los jugadores de Brasil. La verdeamarelha había superado con facilidad a Puerto Rico por 94-72 y el plantel se daba el gusto de abrazarse al número uno para esperar el cruce decisivo.
Pasaban Huertas, Marcelinho y Alex y todos dialogaban con los colegas del diario Lance y Folhía. Pero a un costado se encontraba Rubén Magnano que luego de realizar un completo análisis de la victoria se despachaba con un “me voy en ojotas y marcha atrás hasta Río de Janeiro si logro la clasificación”.
La frase despertó risas y, pese a que todavía faltaba un partido, Magnano confiaba en sus jugadores y sabía que éstos no lo iban a dejar mal parado.
Y finalmente, luego de afrontar ese cruce que otorgaba los únicos dos boletos para estar presente en Londres 2012, las ojotas tendrán que salir del bolso lleno de ilusiones para empezar a recorrer los kilómetros y cumplir con el dicho.
Con la clasificación asegurada el cordobés se mostró emocionado pero rompió el hielo con otra frase que volvió a robarse más de una sonrisa: “Me entró un bichito en el ojo pero estoy muy orgulloso”.
Magnano sabe que consiguió algo de un valor enorme. Brasil llevaba mucho tiempo sin estar presente en un Juego Olímpico y los videos de Atlanta 96, con la representación de Oscar Schmidt, ya estaban perdiendo calidad.
“En la pizarra antes de ingresar al campo escribí que las puertas de la gloria están abiertas para las personas que creen en si mismo. Hoy conseguimos lo que vinimos a buscar y ahora nos tenemos que preparar para afrontar la final del torneo, de todas formas el objetivo primario ya está cumplido”, explicó Magnano.
El técnico argentino tuvo que trabajar mucho. En su primera presentación como orientador de Brasil armó las valijas en el cruce de octavos de final del Campeonato Mundial de Turquía al caer ante Argentina; mientras que en la previa del Preolímpico sufrió muchísimos dolores de cabeza que sembraron dudas. Las bajas de Leandrinho, Nene y Anderson Varejao parecían mucho para un equipo que se tuvo que reinventar.
Y así lo explica Magnano: “Era un gran desafío en mi carrera, más que nada por todas las adversidades vividas. Este éxito se puede comparar con los mayores desafíos, incluso creo que no había tanto crédito en este equipo. Los nombres propios no eran rutilantes, pero ellos construyeron esto en base a su trabajo, a su esfuerzo diario y es placentero. Ninguno quiso sobrepasar al nombre del equipo, al que le tocó jugar y al que no, el que entró al campo entregó todo y eso no tiene precio. Entraron en la historia grande de Brasil ya que recuperaron un lugar en los Juegos Olímpicos”.
Además en el habitual diálogo con la prensa contó sus sensaciones: “Lo estoy disfrutando mucho, se conformó un equipo y eso me genera mucha felicidad. De todas formas esto todavía no acabó, acá falta disputar una final y hay que disfrutar el momento. Yo no tengo horizontes, yo busco todos los días un poco más y no me pongo límites. Por suerte logramos la clasificación que era muy difícil y ahora vamos al frente por más”.
A modo de cierre el cordobés dejó una frase interesante: “El miedo paraliza y no te deja actuar. Uno no tiene miedo, uno tiene que tener claro las determinaciones que va a tomar, pero si tenemos miedo no hay respuestas y ellos precisan respuestas y confianza para seguir. Batallamos con lo que había, le tocó jugar a Caio y respondió y así sucesivamente”.
Brasil, tras una ausencia de 15 largos años, logró volver a una cita Olímpica. El plantel de doce guerreros seguramente ingresará en la historia y los más memoriosos jamás olvidarán la proeza. Mientras tanto Magnano abre su bolso, revuelve y empieza a buscar unas cómodas ojotas para emprender un regreso más que feliz.
Juan Manuel Rodríguez
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