• 28-11-2024
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Oroná Bombardeó las ilusiones de Quilmes

Gimnasia y Esgrima La Plata no había hecho un buen partido en casa, y llegó a Mar del Plata dispuesto a lavar su imagen. “Nos faltó meter la bola, erramos mucho en el primer juego” fue una de las autocríticas del entrenador Gonzalo García, con respecto a lo que sucedió en La Plata.

Como todo tiene revancha, en la noche de ayer, en Once Unidos, donde Quilmes no perdía desde el 14 de diciembre de 2002 y había caído en 2 de los últimos 25 partidos, el lobo encontró el gol que necesitaba y si bien 84 puntos no es una gran marca, lo hizo principalmente desde dos vías: 11/18 en triples y 17/20 en libres.

La historia había comenzado muy diferente al destino final. Quilmes metió un parcial inicial de 8-0 con buena defensa, Cavaco y Chiappero en el goleo, e incluso metió una de sus dos únicas bandejas de contraataque en el partido.

Gonzalo García pidió minuto y le recordó a sus jugadores para que estaban en Mar del Plata. A partir de allí todo cambió. La defensa del lobo fue muy efectiva. Sobre el traslado del balón, lo complicó siempre al lobito Fernández, y como la idea primogénita de Quilmes era jugar con sus internos, la defensa en el poste bajo era de doble marca al hombre con pelota.

Los atrapes fueron constantes, y Chiappero y Simoni tuvieron que luchar mas de lo que jugaron, las definiciones del equipo de Escaraín pasaron a ser arrestos individuales y su fisonomía de equipo se desdibujó. Ayudado, eso sí, por una pobre distribución de balón en ofensiva. Vale decir: Quilmes ayudaba a la defensa de Gimnasia.

Fue entonces que en ataque el equipo platense se calmó, rotó mejor la pelota y encontró espacios para tirar y respondió con 4/6 en triples en el primer cuarto, para dar vuelta la historia y poner un parcial 18-1 (9-18 a falta de 2:45)

El tablero marcaba una diferencia de 12 puntos al cabo de los primero 10: 25-13 para la visita. Pero el Orgullo quilmeño, en la presentación ante su gente en su casa (los clásicos con Peñarol fueron en el Polideportivo) lo obligó siempre a ir a buscar el partido. Comenzó el segundo Cuarto con un parcial 7-0 y en 4 minutos redujo la diferencia a 6: 26-32, con Cavaco y Chiappero como estandartes.

A partir de la segunda mitad del cuarto, se vislumbraba que no era la noche de Quilmes. Perdió 6 pelotas en 5 minutos y sobre todo la idea de equipo no apareció, con un agravante, sus dos jugadores franquicias (Cavaco y Fernández) estaban disociados y arrancaban cada uno para lados distintos.

Gimnasia llevó el juego al terreno de la lucha, el partido se hizo friccionado y Arce, Moravansky y Benítez, sacaron réditos de su experiencia en estos partidos. Un triple de Oroná y un doble con falta de Fernando Rodríguez capearon el temporal y llevaron a Gimnasia a un parcial de 10-2 para dejar el primer tiempo en 42-30 para la visita.

El comienzo del segundo tiempo, fue lo mejor del local. Furioso, marcó presión en toda la cancha, ahogó al rival e igualó el partido en cuatro minutos con un parcial 15-4 (45-46). Once Unidos recordó viejas noches mágicas y las más de mil personas la convirtieron en una caldera.

Entonces apareció Gustavo Oroná. Metió su cuarto triple de la noche en un momento delicadísimo y con la enésima pérdida de Quilmes, Moravansky acertó otro para sortear nuevamente la arremetida. En 3 minutos y medio un mini parcial 9-1 le devolvió el comando del partido.

Era round y round para cada uno por puntos si fuera boxeo, pero ninguno noqueaba al otro. Aunque sin juego y a las atropelladas, Quilmes seguía vivo.

Para el Segmento final, quiso ser prolijo. Porque ante cada mala selección de tiro, Gimnasia, con el rebote defensivo en la mano, jugaba su juego favorito: el contraataque. Y mostró que es un equipo más rodado que el cervecero por eso encontraba a su oponente a contra pierna en el balance defensivo.

Pero se pasó de prolijo. Al equipo de Escaraín le faltó audacia para ganar el partido. Lo empujó, lo luchó y lo llevó a igualar en 60 en solo 3 minutos. Mientras Quilmes, metía la bola para sus internos, casi como única panacea a todos sus problemas, Gimnasia apostó a ganar el partido.

Y en la lotería de los porcentajes Gustavo Oroná se llevo el premio mayor. El rionegrino vivió una noche sensacional y clavó en el cuarto final tres triples más a sus cuenta. Para cerrar la noche con 25 puntos y 7/7 desde la línea de 6.25 (arde el Super Coach!) Cada bombazo del escolta-alero del lobo era un mazazo a las ilusiones de Quilmes.

Gustavo Roque Fernández, jugó un partido muy completo y domino los tiempos del juego. Gimnasia con más idea de equipo y alta efectividad en un partido cerrado se llevó el jugo y el pasaje a la final.

Párrafo aparte para la actuación de los árbitros: Eduardo D´atri y Jorge Rodríguez. Quien esto escribe sostiene desde hace más de 4 años que D´atri es el peor árbitro de la Argentina y el árbitro siempre responde con actuaciones a la altura del comentario. Anoche fue una muestra más. Quizás el peor error de todos es la compensación. Después de las barbaridades que pitaba (o no), a la jugada siguiente compensaba el error. Bochornoso. Erigiéndose como protagonista del juego en una noche muy caliente. Pero hubo un detalle más: como habrá sido la noche que teniendo a un tal Jorge Rodríguez como ladero, la actuación de D´atri podría juzgarse como buena. En la liga de los subcampeones del mundo, el arbitraje (salvo honrosas excepciones) sigue peleando el descenso.

Síntesis

Quilmes (81): G.I.Fernández 3, D.Cavaco 27, M.Vaquero 2, P.Simoni 14 y C.Chiappero 17 (FI); N.Pérez 14, L.Bruera 0, C.Collar 2 y L.Cequeira 2.

Gimnasia LP (84): G.R.Fernández 9, F.Rodríguez 18, G.Oroná 25, J.Benítez 8 (x) y R.López 14 (FI); G.Moravansky 3 y O.Arce 7.

Cancha: Once Unidos.
Jueces: Eduardo D´Atri y Jorge Rodríguez.
Parciales: Quilmes, 13-25, 30-42 y 51-60.
Público: 1.000 personas.

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