Esta liga es limitada en material humano, sobre todo en altura y eso se consigue en los extranjeros. Por lo que cada equipo a pesar de la crisis piensa en un refuerzo como panacea a sus problemas.
En la semana, Estudiantes de Olavarría piensa contar con Shanne Jones, quien tuvo un paso por la liga argentina jugando para Estudiantes de Santa Rosa el TNA (25,9 ppj 8,1 rpj ) y en la 2001-2002 en Independiente General Pico donde en 8 juegos promedió 17.0 pts y 4.0 rebotes.
En tanto Quilmes, mediante la gestión de un dirigente ajeno a la comisión directiva, entabló contactos con Melvin Jhonson, para tentarlo por la vuelta al club. Melvin Jugó la temporada 92/93 en Quilmes pero dejó un gran recuerdo. El Ala pivote está en su ciudad natal: Miami (USA) deshojando la margarita entre la vuelta o no.
Lo cierto es que con poca plata se quiere volver a traer extranjeros confiables, o por lo menos que den algo mas que los “nuestros” no pueden. Y el dinero es un condicionante, aunque si hacemos un pantallazo retrospectivo, la historia nos regala hechos que debemos recordar.
“El valor de los extranjeros los pone el mercado”. Entre tantas sabias sentencias León Najnudel resumió una realidad. La Argentina comenzó a importar jugadores norteamericanos a partir de la llegada del cowboy Mark Wasley al Obras Sanitarias del ingeniero Mancini, aunque había algunos antecedentes breves y puntuales con anterioridad.
Sin embargo, desde que el ala pívot desembarcó en Nuñez, la fiebre por contratar estadounidenses (o uruguayos de selección) creció considerablemente desde 1976, llegándose al caso de contar con equipos de la Metropolitana (Como Boca, con 5 foráneos en 1978) o juntar más de 30 en las dos principales divisiones de Bahía Blanca antes del nacimiento de la Liga Nacional.
El dólar (país cíclico el nuestro) ayudaba y por 1000 o 1500 dólares se podía traer a un Clarence Metcalfe (GELP) por ejemplo. Hasta Canterbetti, el directivo de San Andrés trajo a más de una decena de norteamericanos a la vez, los cuales después ofreció al mejor postor.
Pero con el auge del torneo vernáculo y el reglamento que obligaba a contar con una pareja extranjera, más la aparición inmediata de los “agentes” locales e internacionales, el precio se fue disparando. Es que aquel equipo que deseaba al pivot tal para el siguiente años, luego de haberlo visto en otro elenco, aumentaba la oferta y así, los precios crecían a la par.
Antes de la explosión “De la Rua”, Atenas pagó algo así como 15000 dólares por cabeza a su última dupla. Cada uno hace lo que quiere con su dinero, pero a mercados como Chile, Uruguay o Filipinas, se le ofrecen los mismos nombres, pero con valores mucho más bajos.
La pregunta es: Esos agentes norteamericanos que vieron desaparecer el mercado argentino (unos 80 extranjeros por año contando primera y segunda división y sus recambios) de repente ¿Se dormirán en sus laureles, se resignarán hasta que esto cambie, o tendrán opciones más acordes a la nueva realidad Argentina?
La AdC (es decir, los clubes) no pueden hacer bajar un avión como el de Canterbetti, se nos ha dicho. Pero que hay foráneos de 700 a 1000 dólares per capita, de eso estamos prácticamente seguros.
En consecuencia, serán los dirigentes quienes deben utilizar la historia a su favor. Aprovechar otros esfuerzos que dejan legado como experiencia y sumar extranjeros coherente a la realidad Argentina.
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