El campeón no pierde la memoria

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 02/02/2013
• (37 comentarios )

Desde la mirada que uno tiene (siempre tan limitada y siempre tan personal) Peñarol - Regatas me parecía el mejor partido que puede ofrecernos la Liga Nacional actual. Y resultó que no hubo equivalencias. Fue un juego desvirtuado con un equipo pisando al otro.

En verdad no fue el juego que esperaba. Y de ningún modo marca la realidad de la liga o de la actualidad de los equipos, solo marca que anoche en el Polideportivo Peñarol aplastó a Regatas en una victoria de carnaval para el local y dolorosa para la visita. No más que eso. Un triunfo de sensaciones.

Un partido así invita rápidamente a la adjetivación. Escapemos de eso. Peñarol se lo comió hasta tácticamente a Regatas, pero también es cierto que en el equipo correntino no hubo nadie que pudiera destrabar el laberinto por juego individual y no por lucha, porque Regatas lo que más hizo fue luchar, pero quiero aquí hacer un pequeño análisis.

En el básquet hay dos terrenos de lucha: el físico y el mental. Regatas solo pudo luchar en el físico: luchó, guapeó, pegó y recibió como un equipo de hombres, pero perdió la lucha mental.

Peñarol es el equipo mejor preparado de la Liga Nacional en la lucha mental. Lo tiene al todopoderoso Leo Gutiérrez que ganó 9 títulos no por sus triples sino porque su cabeza vale oro. Y Leo salió a jugar su partido. Los entrenadores le piden a sus jugadores mentalmente más débiles que su primer tiro de partido sea un “tiro de porcentaje” para que vayan ganando en confianza. Leo tomó su primer tiro del partido a los 6 segundos de ataque, de tres puntos, por arriba de la marca. Y lo metió.

Cuando Leo te muestra el camino, ya se sabe que puede pasar. Aunque no siempre el rival reacciona igual. Recordemos lo que pasó 15 días atrás: Leo le metió 14 puntos a Obras en el primer cuarto para sacar una máxima de 25-13. Anoche fueron 15 pts en el primer cuarto para tomar 13 de diferencia (31-18).

La diferencia entre el juego que Peñarol perdió con Obras y que anoche le ganó a Regatas no estuvo en el primer cuarto, ni en la personalidad de Leo para abrir el partido, sino en la mentalidad. Regatas salió a pelear el partido. El bastión de los correntinos (¿hace falta que ponga Paolo Quinteros?) se mostró impecable. Rompe y junta marca, deja solo a los compañeros, anota. Es Todo. Ese Paolo Quinteros fue el primero en irse mentalmente. Detrás de él...todos. No lo salvó nadie.

Regatas se dedicó a protestar el partido, a hablar el partido, a luchar desde lo físico sin concentración mental. Peñarol se lo comió de abocados.

Dirán que escribí hasta acá 45 líneas sobre los intangibles. No sobre el juego. No encuentro mejor forma de describir por qué ayer el mejor equipo de la actual Liga Nacional fue sacado de la cancha. Tengan en cuenta que no miento cuando digo que Peñarol borró a Regatas.

Casalánguida sorprendió inicialmente con una defensa zonal. Su estrategia no parecía querer cortarle el ritmo a Peñarol y obligarlo a jugar un set ofensivo largo y prolijo, sino en tentarlo a la equivocación “testando” su mano desde el perímetro. Y Peñarol aceptó la invitación como a una fiesta de cumpleaños: terminó con 8/11 en triples el primer cuarto.

Claro que antes que termine el segmento Regatas abandonó la zona, pero Peñarol estaba lanzado en una ofensiva cruel. No perdonó espacio posible y tiró con porcentaje de ensueño.

La primera modificación de Sergio Hernández de su equipo es un cambio que le queda incómodo. Lo puso a Rassio por Mata (dos faltas) entendiendo que el partido estaba en la defensa. Pero rápidamente cambió el perímetro y armó con: Campazzo, Safar y Teague para el segundo cuarto.

Leo Gutiérrez abrió el segundo parcial con un doble y un triple (20 pts en 12 minutos) para que el Oveja lo mande a descansar. Esa salida y el ingreso de Nicolás Romano y Miguel Gerlero cambiaron el partido.

Regatas mejoró de 33-20 abajo a 36-28 y un estímulo de reacción que se mostraba por primera vez en el juego, pero Casalánguida confió en sus armas naturales y sentó a Gerlero (clave por su empuje) por un Tony Washam desaparecido. El alero titular le devolvió la confianza al entrenador con una actuación flojísima y el equipo se terminó de caer.

El segundo cuarto fue clave porque la distancia de Peñarol se volvió un karma para los correntinos. La salida de Quinteros fue un puñal. La doble base Martínez -Ferreyra no funcionó. Washam erró todo y aunque Peñarol no tuvo luces ofensivas, el partido entró en un terreno de lucha física sin cuartel. Faltó “el cortito” de Martín Karadagián, después se dieron con todo.

Como los tres marcadores de Campazzo estaban con tres faltas (Martínez, Ferreyra y Quinteros) antes del primer tiempo y Paolo había ligado lindo, el propio Quinteros fue el primero en perder la cabeza. Y si tu líder se va del partido, el resto lo sigue. Regatas se perdió en protestas, en lucha, en una destrucción de si mismo sin equivalencias.

Con bajos porcentajes de cancha (10/24 en dobles y 2/7 en triples) sacado mentalmente, destruido desde el juego, sin respuestas individuales, Regatas fue una sombra, apenas un dibujo borroso del gallado y enorme puntero de una competencia que ya lleva 34 fechas jugadas.

Y todos sabemos que en el mismo instante que Peñarol huele sangre clava los colmillos. Jamás dejará pasar a un rival herido. En el tercer cuarto no hizo más que jugar con su rival a niveles donde literalmente lo bailó. Defensa, recupero, contraataque y gol. De todos lo colores posibles. La brecha se abrió inexorablemente a 27 puntos (75-48) al cierre del tercer cuarto.

Después de eso... la nada misma. Casalánguida sentó a sus titulares, al Yacaré sobre todo por un pequeño esguince (jugaría sin problemas el domingo) y el resto de los titulares. Y como nunca, en un partido de tal envergadura los juveniles saltaron temprano a la cancha.

En un duelo de caballeros, el perdedor fue quien los puso primero. Hasta que Regatas no mandó sus pibes, Sergio Hernández no mandó los suyos, aunque dejo innecesariamente (a juicio de quien esto escribe) a Facundo Campazzo hasta el minuto final. Con todo definido entre el pibe Nicolás Brussino y Gerlero le robaron tres balones de las manos a Campazzo para achicar la brecha y maquillar el resultado. Nada más que eso. El partido duró menos de 30 minutos.

Peñarol basó su triunfo primero desde lo mental. El juego es una circunstancia de la cabeza. El campeón se auto homenajeó y le recordó a toda la liga que para ganar el Poli en Play Offs habrá que tener más que buenos jugadores. Regatas siempre ganó de local ante Peñarol, lo mismo que el “milrayitas” ante el remero. ¿Será por eso que el número uno de la regular es tan importante?

Síntesis
Peñarol (90): Facundo Campazzo 22, David Teague 11, Marcos Mata 8, Leonardo Gutiérrez 25, Martín Leiva 6 (FI) Selem Safar 9, Lisandro Rasio 2, Lucas Tischer 2, Matías Ibarra 0, Fernando Podestá 2, Julián Morales 3. DT: Sergio Hernández.

Regatas (77): Javier Martínez 5, Paolo Quinteros 7, Tony Washam 6, Federico Kammerichs 15, Jerome Meyinsse 13 (FI) Nicolás Ferreyra 3, Nicolás Romano 2, Miguel Gerlero 12, Nicolás Brussino 11, Miguel Buendía 3. DT: Nicolás Casalánguida.

Parciales: 31-18, 49-32, 75-48 y 90-77
Árbitros: Ramallo-Mendoza.
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (Mar del Plata)

Foto: Majo Gil (@MajoPick / mjgil@pickandroll.net)

Crónica: Pablo Tosal
@pablotosal
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