Adrián Capelli, entrenador de Argentino de Junín, revela sus más íntimos sentimientos referidos al ascenso a la Liga Nacional, repasa los momentos más brillantes y los pasajes más pálidos del conjunto azul en el transcurso de la temporada. A su vez, afirma que las bases sobre las que se asentó el “turco” en su escalada a la máxima división fueron “la humildad, el trabajo y el hecho de ser un equipo de guapos”.
Corría julio de 2002. Una tarde, pasadas las cinco, mates de por medio, en el mismo comedor donde se está llevando a cabo esta entrevista post consagración histórica, Adrián Capelli palpitaba las horas previas a tomar la conducción técnica de Argentino. Atrás habían quedado los tiempos como asistente de Cristian Márquez. Ahora, la responsabilidad sería mayor y él la enfrentaba con el impulso de quien se ve ante una ocasión única.
Por supuesto, no faltó quién se preguntara el motivo de su designación al frente del plantel, insinuando que el cargo debería estar en manos de alguien con “mayores antecedentes”.
Es la mitad del mayo de 2003. Pasaron días intensos en emociones y, sobre una mesa repleta de fotografías en la que aparecen los afectos, las pulsaciones del entrevistado todavía no regresaron a su ritmo rutinario. “Todavía no caigo. Hace nueve meses, cuando agarré el equipo, afirmé que era un desafío grande y me sentí seguro de llevar adelante un papel digno. Pero no esperaba tanto”, reconoce, mientras a un costado aparece el video del partido frente Atlético Echagüe qe coronó a Argentino.
Preguntarte si es uno de los mejores momentos de tu vida, es una obviedad...
Sí, la verdad que este es el momento más feliz de mi vida, algo soñado e impensado. Hace nueve meses, cuando la comisión directiva de Argentino me nombró entrenador jefe, nacieron en mí muchas ilusiones, porque trabajé desde muy chico para tener la posibilidad de dirigir un equipo profesional. Por eso, cuando llegué me planteé el objetivo de llegar a lo máximo, sabiendo que para la hinchada “turca” no existen techos. Pasé nueve maravillosos y creo que aún no tomé conciencia de lo que significa haber conseguido el ascenso en mi primer año.
¿Cómo vivieron el intervalo de dos días entre la derrota del martes y la consagración del jueves?.
Cuando salimos rumbo a Paraná, el lunes, lo hicimos con la ilusión de volver el martes a la noche. Después del primer partido tuvimos todos una gran amargura y sentimos que no habíamos entregado el máximo exigido para definir la serie. Quizás entramos pensando más en el festejo que en dar el último paso. Ese tiempo hasta el jueves se hizo interminable, quedamos muy golpeados y no veíamos la hora de entrar nuevamente en acción. Cambiamos la táctica, dimos vuelta la historia y ahora a festejar tranquilos.
Antes de que comenzara el torneo tuvimos una charla y vos dijiste que en tu primer año del TNA tenías el desafío de cumplir un papel digno.
Tenía mucha confianza interior. Todavía me quedan cosas por aprender, esto no termina acá. Me tenía fe porque había dado todos los pasos que normalmente se deben transitar para hacerse cargo de esta instancia, dirigiendo divisiones inferiores, la primera local durante nueve años, torneos regionales y provinciales, campeonatos argentinos, a los que uno ahora valora por todo lo que ha ido aprendiendo. No me puedo olvidar que estuve tres años al lado de Cristian (Márquez), quien me transmitió muchos conocimientos y estoy orgulloso de haber sido su asistente.
Señalame los atributos que cargaron al equipo hasta el ascenso.
Lo mejor que tuvo este equipo durante todo el año fue la humildad y el trabajo. Siempre les recuerdo a los muchachos que antes de cerrar las listas había muchos candidatos y Argentino no figuraba. Nosotros trajimos jugadores que habían dejado de jugar en sus anteriores equipos, otros que llegaban lesionados o desconocidos. La Copa Argentina nos puso en condiciones óptimas para encarar el TNA, pero sabíamos que no nos debíamos confundir porque la meta era otra.
¿Qué momentos recordás como los de labor más baja durante todo el campeonato?
La primera situación límite que tuvimos que soportar fue el segundo partido del campeonato, en el que perdimos el clásico, luego de que Ciclista cayera en la primera fecha con Quilmes. Nos recuperamos en la tercera con Conarpesa y allí se produjo la primera gran fusión sentimental entre nuestros muchachos. La segunda fue en la segunda rueda de la primera fase, en la que, luego de haber caído frente a San Andrés e Independiente de Pico y de sufrir las lesiones de Horacio Beigier y Alfredo Vaccarezza, nos recuperamos en el “Fortín” frente a Ciclista. La última fue en el inicio del TNA 1, cuando perdimos el único partido de local frente a Central Entrerriano y en la fecha siguiente resignamos el clásico. No obstante, siempre tuve el respaldo de los jugadores, de mis colaboradores y la comisión directiva. En ningún momento me sentí tambaleante.
¿Y los picos de mayor rendimiento?
Creo que los picos más altos aparecieron en los play off. La gente de Ciclista decía por todos lados que quería jugar con nosotros y le contestamos demostrando un muy alto nivel y definiendo la serie con un 3 a 0 de visitante. También sacamos a relucir todo el tesón adicional en estos partidos con Echagüe, ganando los dos encuentros de local muy ajustados y en Paraná, en 48 horas, nos repusimos de un cachetazo muy importante.
A priori, por nombres, Ciclista era el candidato de todos. ¿Qué efecto surtía eso en tu mente?.
Todo eso me potenció. Yo soy un convencido de que hoy por hoy no se puede jugar solamente con apellidos, sino que el principal factor desencadenante del éxito es el trabajo. Grandes equipos con grandes nombres no alcanzaron sus objetivos, mientras que elencos como Echagüe, Central Entrerriano y Argentino mismo han llegado a donde nadie lo había previsto.
El postre fue el recibimiento de la gente.
No imaginé nunca que nos iba a estar esperando tanta gente en la ruta. El club fue una fiesta. De la gente de Argentino no me sorprende nada y va mi agradecimiento para todos ellos, más aún teniendo en cuenta de que cuando llegamos llovía y hacía mucho frío y se la bancaron igual.
Ingresando en uno de los lapsos más emocionales de la entrevista, con la vista empañada de lágrimas, Adrián Capelli dedica un párrafo aparte a los afectos. “A finales de diciembre no estuve bien y se me cruzó por la cabeza dejar el club, dejar de entrenar. No porque no sintiera ganas sino porque viví unos meses bastante complicados por la enfermedad de mi vieja, Nelly Blanca. Con su fallecimiento, el ánimo se me derrumbó y estuve por largar. Sin embargo, ahí aparecieron una mujer de fierro que es mi señora que se llama Maria Ana, mis amigos y la hinchada para empujarme en la continuidad. Yo sé que mi vieja hubiera querido que continuara dirigiendo y por eso le dedico todo lo que me está pasando”, afirma.
¿Te gustaría dirigir a Argentino en la Liga Nacional A?.
Sería un sueño, sería haber llegado a lo máximo que pretende un entrenador en este país. Para mí sería estar ante algo totalmente nuevo y tener la posibilidad de enfrentar a los más grandes del país, como Atenas o Boca Juniors. También es cierto que por todo esto que pasó existe la posibilidad de que me llamen de otros lados, pero en Argentino estoy cómodo y, si me dan la posibilidad, no me quiero perder de conducir al equipo en la A.
A la hora de apelar a un calificativo acorde con este plantel de Argentino, Adrían Capelli lo definió como “un equipo de guapos”.
Después de las horas dulces de festejos y jolgorio, Adrián Capelli se tomó unos cuantos minutos para trabajar en el cumplimiento de una promesa: la rapadura de su cabello. “Como siempre, yo mismo me encargué de agarrar la maquinita y convertirme en peluquero por un rato. Lo hago cada vez que me suceden cosas importantes y la anterior había sido cuando me designaron entrenador del equipo”.
Fuente: www.juninvirtual.com
richard 30/05/2003
felicitaciones, demostrarte estar a la altura del más grande.
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