Creo que lo mencioné por twitter. Había que dar el primer paso y se lo dio. Vaya que se lo dio. Sin dudas, hay que felicitar a los clubes pioneros por haber sido parte de esta ambiciosa empresa, que no busca más rédito que el de mejorar la competencia interna a nivel nacional, y por decantación, el nivel de nuestras selecciones nacionales.
Ahora sigue la parte compleja, ya que el reto no es arribar sino permanecer y mejorar. Ese será el primer desafío al cual deberá hacer frente el Torneo Federal Femenino como competencia insignia y principal argumento dentro del deseo de evolución.
Veintiún equipos es muy buen número para dar el primer paso. No debe sorprender que los elencos de Capital Federal hayan mostrado una mayor jerarquía, debido al desarrollo dentro de su competencia doméstica, y el reclutamiento de piezas valiosas para sus andamiajes.
Resulta grato ver como se ratifica con resultados el trabajo que llevan adelante provincias como Santa Fe o Entre Ríos, que en esta competencia particularmente encontraron sus puntos altos de representatividad en Ben Hur y Talleres. Son ejemplos que se deben tomar como genuinas evoluciones.
Aquí aparece el primer disparador: ¿Dónde colocamos a Tokio? A nivel apuesta monetaria para el certamen, sin dudas que debería estar en lo más alto. El elenco misionero sumó tres extranjeras (Mercado, Morris y Aties), más una nacional de peso y trayectoria como Natalia Ríos.
Ahora la pregunta que surge es: ¿Esta inversión cuánto ayuda en el día a día del básquet de Posadas y la región? Sólo el tiempo dará la real respuesta. Lo cierto es que todas las esferas involucradas directamente con el básquet de aquellos lares deberán utilizar esta apuesta que hizo el “cuadro oriental” dentro de una eficaz estrategia de marketing, para poder cosechar de este esfuerzo económico. De lo contrario, habrá sido sólo un gasto improductivo.
El porqué de esta afirmación recae en más de un equipo. El Federal Femenino, como mencioné en el primer párrafo, debe ser el territorio de desarrollo para las jugadoras que aún no tenemos, o mejor aún, para potenciar y mejorar a las ya captadas. Se debe generar esa base y hacerla crecer, para luego sí pensar en armar elencos profesionales.
Vuelvo a la retórica de un par de párrafos atrás: ¿De qué le sirve a Posadas o a cualquier otro equipo del interior tener a Natalia Ríos, Jazmín Mercado, Morris o Aites, si una vez que terminan su contrato y se van, la realidad del club indica que no tienen todas las categorías menores cubiertas, o su primera local no obtuvo dividendos intangibles por la presencia de las rentadas?
Es magnífico que tamañas jugadoras jerarquicen el mejor certamen que alguna vez pudimos soñar, pero estos arribos deben ser apuntalados por marketing, captación de talentos, y trabajo en las bases. Así sí la inversión se convertirá en el golpe necesario para crear el cambio. De lo contrario sólo será, en el mejor de los casos, un trofeo que recordará un buen torneo, de un club desnudo de estructuras y objetivos.
El otro punto importante que dejó flotando esta primera temporada es la heterogeneidad de objetivos que volcaron los 21 equipos. No compartir un fin común, al fin y al cabo, ocurre en todas las ligas del mundo, pero en este caso es particular.
Mientras para algunos la idea era poder medirse con elencos a los cuales de otra manera nunca accederían, como fue para la mayoría de los de provincia de Buenos Aires en relación a Capital Federal, y de esta manera, saber dónde estaban parados; para otros la idea era posicionarse y “ser parte de”. Un grupo minoritario en cambio englobaba su anhelo en una sola palabra: “campeonar”.
Esta diversidad, reflejada en los resultados a partir de la primera fase, lanzó el primer ítem de revisión para la edición 2015: el formato de disputa. Algunos hablan de hacer dos categorías. Otros de regionalizar aún más la primera fase y que un grupo acceda a la segunda, incorporándose allí los de mayor nivel.
Más allá de lo que finalmente se decida, como conclusión clara aparece el hecho que el formato deberá cambiar y que para todos los clubes, desde el campeón al último, este torneo ha resultado más costoso de lo deseado/esperado.
Por citar un ejemplo. Dejando de lado a Regatas de San Nicolás que por una cuestión de agrupamientos debió disputar la conferencia Litoral, el resto de los elencos de la provincia de Buenos Aires (Barracas, Independiente, Peñarol y San Martín), están analizando si disputarán la próxima edición. Y a contramano de lo que uno pensaría, el desaliento no nace en la marcada brecha que tienen con los clubes de Capital; todo lo contrario, esa es la zanahoria que persiguen y principal motivador para estar dentro. Los costos son los generadores de miedo.
Un plan estratégico de disputa a mediano/largo plazo, acompañado por un tarifario de erogaciones comunes acordes a la realidad de nuestro básquet femenino, seguramente traerán tranquilidad a la mayoría de los clubes. Los volcará a continuar participando y sumará a muchos otros que se quedaron en la puerta en este 2014.
Lo que por tantos años solicitamos hoy lo tenemos: Una competencia nacional, prolongada en el tiempo, y que permite captar y desarrollar a nuestras jugadoras para nutrir a las selecciones.
Ahora es facultad de todos los estamentos intervinientes asumir la responsabilidad que nos toca al respecto. Cuidar el torneo y potenciarlo, debido a que llegó el momento de crecer.
Emanuel Niel
En twitter @ManuNiel
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