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¡Otra Copa Chapu!

Lo han vuelto a hacer. Lo han vuelto a hacer. Así hasta tres veces, tantos como títulos seguidos del Real Madrid en la Copa del Rey, convirtiéndose en el primer equipo de la historia en lograr semejante hazañs en los tiempos de fases finales.

El Real Madrid, impecable en el torneo desde el primer segundo hasta el último, supo combatir la ilusión de un Herbalife Gran Canaria que, en lugar de conformarse con haber roto todos los topes del club en el torneo, se lanzó a por la victoria en muchas fases del duelo.

Los de Laso tomaron el mando del choque con un 0-10 en los primeros minutos (4-13, m.4), si bien el Herbalife Gran Canaria reaccionó, poniéndose a 2 puntos al descanso (38-40) y poniéndose por delante en el tercer periodo (48-45, m.24), en su mejor momento del partido. En esos instantes, la irrupción de Maciulis y los puntos del MVP Movistar + Ayón le dieron definitivamente el control al tricampeón copero, que se sintió ganador en los últimos minutos y aún tuvo que superar la última muestra de fe amarilla para el 81-85 final. El récord es suyo. La historia, también.

Laso supera la trampa

García Reneses, en plena euforia por la remontada de su equipo, con media plantilla llorando y la otra media dando saltos, tiró de humor cuando le preguntaron qué rival prefería entre Laboral Kutxa Baskonia y Real Madrid. “Quiero enfrentarme al que pierda”. Y se quedó tan ancho. En él estaban puestas todas las miradas en una final con rango de histórica desde su mismo génesis. Un favorito y una cenicienta, decían. Mas la cenicienta tenía de técnico al hombre más laureado de las fases finales de la Copa en el banquillo.

¿Qué tendrá preparado Aíto? ¿Qué se inventará en la final? Y Aíto se sacó de la manga aPasekniks, que había jugado solo 63 minutos en toda la temporada. No le salió demasiado bien su apuesta, pese a que el letón le dio la única ventaja a los suyos en todo el cuarto (4-3, m.2), pero el mensaje era claro: el técnico iba a intentar inventarse todo tipo de recursos para sorprender a su rival, cauto tras las machadas amarillas en cuartos y semifinales. El Real Madrid, tras la sorpresa inicial, se hizo dueño del partido (4-13, m.6) con un 0-10 fruto de su dominio en el juego interior. Golpeaba Ayón, le seguía Reyes y Maciulis penetraba afilado (6-16, m.7).

Los de Laso volvían a ser el equipo que enamoró contra Montakit Fuenlabrada y que se hizo más grande contra el Laboral Kutxa. Sin embargo, dejaron vivo a su oponente, adicto a las remontadas. A pesar de que Ayón seguía desquiciando a sus pívots rivales, la entrada de Omic, la templanza de Oliver y un par de triples de Rabaseda, con todo el tiempo del mundo para pensárselo, apretó el partido, si bien un tapón de Ayón y un acierto final de Nocioni confirmaba sus buenas sensaciones al final del primer cuarto: 18-24, después de haber superado la trampa inicial de su mayor peligro de todo el equipo rival: el que estaba en el banquillo.

Aguilar y Báez cambian el guion


Corría el otoño de 2006. Eran días de euforia tras el éxito en Japón y nadie, nadie estaba más de moda que Jorge Garbajosa, campeón también en Málaga. Aquel 30 de septiembre, el Real Madrid humilló al Unicaja en la jornada inaugural y un tal Pablo Aguilar, el sustituto le llamaban de forma injusta, metiéndole toda la presión del mundo, debutaba con 17 años. ¿Quién le iba a decir al granadino que solo podría jugar 8 partidos en el equipo que tanto apostada por él? (Lesiones mediante). ¿Quién le iba a decir ese día que la primera Copa de su carrera la iba a intentar ganar contra el equipo en el que se había formado?

Motivado como ninguno, Aguilar pidió el balón y se propuso remontar el encuentro él solo. Y si era rápido, mejor. 6 puntos seguidos con su firma ponían al Herbalife GC a 2 del Real Madrid (24-26, m.13), aunque los insulares desaprovecharon una antideportiva para darle la vuelta al partido. Los dos tiros libres y el triple errado por su rival hicieron crecerse al vigente campeón, con elChacho pidiendo otra vez sitio para enseñar su magia, Ayón siendo la constante en su ataque yReyes ejecutando sin hacer el más mínimo ruido (26-36, m.17).

El esquema se repetía una y otra vez. Los madridistas no solo jugaban mejor y presentaban más acierto de cara a canasta y en el rebote -esencial Lima-, sino que se sentían dominadores, notaban que el partido estaba absolutamente en sus manos. No obstante, una vez más, se quedó a medio camino de romper la final y el Herbalife Gran Canaria, donde la fe es el jugador 13, replicaba cada demarraje rival. Seeley primero, Salin más tarde, respondiendo el triple de Riversy Báez a continuación con la jugada más simbólica del primer periodo. El dominicano entró con todo, con el alma, con el peso de la historia, con su ilusión, con su rabia, y voló para intentar el que hubiera sido el mate del torneo. El balón no entró, aunque su equipo reaccionó como si lo hubiera hecho. Un 2+1 de Newley y un triple sobre la bocina de Báez dejaban todo abierto para después del descanso. El resultado beneficiaba al Real Madrid (38-40, D). El guion parecía escrito por el mismísimo Aíto.

Maciulis, al rescate

“¿Hay algo que puedan hacer para ganar en esta segunda mitad?”, le preguntaron al técnico del conjunto insular. “Que nosotros metamos todas y ellos no metan ninguna”, respondió. Profético, Báez estiró su inspiración con un triple nada más empezar el tercer cuarto y Omic, imparable en la zona, puso al Herbalife GC más cerca que nunca de su sueño con la máxima (43-40, m.22). Y sonaba el ”amarillo, oe". Y solo Carroll pudo despertar del embrujo insular de un equipo en el que Oliver volvía a rejuvenecer con un triplazo para mantener los tres de renta.

Sin embargo, como sucedió en la primera parte, el Herbalife Gran Canaria desaprovechó su dulce momento para abrir brecha y lanzarse definitivamente a por la Copa del Rey. Reyes dio un paso al frente y el propio Boom Boom Carroll, con una bomba lejanísima y adicional, le otorgó, de una vez por todas, la alternativa al Real Madrid, que empezó a desplegar sus virtudes. Por ahí andaba Maciulis, absolutamente decisivo por sus triples, por su defensa, por todo (50-56, m.27). Por ahí seguía Reyes, mariscal en la zona. O Nocioni, que gritaba “más, más” volviendo a canasta tras anotar. Por supuesto Ayón, para el que empezaban a vislumbrarse las tres letras más soñadas.

Ni siquiera el triple in extremis de Pangos para despedir el cuarto (59-62), parecía suficiente para intimidar a un equipo que le miraba, ahora sí, de frente y a los ojos a la historia, que se vestía de dinastía, que pensaba que la Copa del Rey estaba mucho más cerca que lo que indicaba el marcador.

Tenía que ser en A Coruña. La tierra donde Petrovic elevó al cielo el trofeo en el 89, el sitio donde Sabonis impuso su dictadura en la edición del 93. La Copa que, durante 19 años fue la última, hasta que Llull decidió cambiarlo todo en Barcelona 2012. El lugar donde Ayón volvió a volar, 23 años después de esas imágenes míticas y noventeras, tras un alley oop salido de las manos, la cabeza y el corazón del Chacho.

Paradoja la del canario, que terminó de hacer que saltara todo por los aires con un triple a tabla para el +8, a falta de 8 minutos, una diferencia que entre Ayón y Rivers se encargaron de elevar mínimamente (62-71) poco antes del ecuador del cuarto. Quizá fue en un tiempo muerto. Quizá, regresando a canasta tras un fallo. O tras una falta. Pero los héroes canarios miraron a lo más alto para contagiarse de la ilusión de una afición que dio su último aliente. Por los tiempos de Claret, benditos 60, por el ascenso del 85. Por las derrotas por el camino, por los maleficios superados. Y por ellos, sobre todo por ellos.

A pesar de que cuando Ayón puso 12 arriba a sus compañeros a falta de tres minutos, la Copa parecía decidida (68-80), en otra de las imágenes icónicas del torneo, el Herbalife Gran Canaria decidió dar su último aliento de épica en el torneo más especial de su historia. Apareció Oliver, qué locura de campeonato. A continuación Rabaseda, con otro triple (76-82, m.39). El propio jugador catalán, con otra bomba desde el 6,75, consiguió lo imposible, que a falta de 16 segundos siguiera habiendo final (81-83), tal vez el mejor premio para los de Aíto.

El Chacho apagó su fe desde la personal y el triple a la desesperada de Rabaseda jamás encontró destino, con el balón sabiendo perfectamente quién era su dueño, un Ayón vestido de MVP Movistar + cuando la bocina le dijo adiós a una Copa inolvidable que coronó (81-85) a un conjunto enganchado a los récords, al primer equipo capaz de ganar tres Copas ACB seguida. A un Real Madrid, desde el primer día hasta el último, soberbio, valiente y campeón en su ciudad talismán. La historia, tan anhelada, les esperó para la dinastía.

Crónica: Daniel Barranquero - Prensa ACB.com
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