“Armá bien el tiro”. “Que los pies apunten a donde está el aro”. “Dejá la mano flotando cuando la pelota esté en el aire”. Las frases de manual de los entrenadores para enseñar un mejor tiro al aro suele ser similar, en Argentina, Estados Unidos o China. El libreto siempre fue el mismo, se creyó (y se cree) el correcto y se sigue poniéndolo en práctica. Históricamente se enseñó así y nunca nadie se atrevió a cuestionarlo, pero siempre en todo hay excepciones.
Seleccionado por los Warriors en el Draft del 2009, Curry ya tenía en su currículum ser el máximo anotador de triples de una temporada en NCAA (162), pero la revolución tuvo brote en la campaña 2012/13 de la NBA: luego de tres temporadas sin ser demasiado relevante, el #30 rompió el récord de triples anotados en una temporada regular: 272.
No contento con esto, dos años después de conseguir la marca que lo etiquetó como uno de los mejores tiradores de la liga, Curry quebró su propio récord, tras anotar 286 triples en la 2014/15. Diez meses más tarde, en febrero de 2016, llega a su triple convertido N° 303 de la temporada, estableciendo una nueva marca (que continúa) e igualando, en ese mismo partido, el récord de tiros de tres certeros en un solo juego, con 12.
Campeón de la NBA en 2015 y MVP de aquella temporada regular, Curry consigue día tras día un nuevo récord o algún trofeo que lo premie. Sin embargo, pese a sus laureles, hizo todo mal. O quizá todo bien; no arma el tiro, los pies apuntan para cualquier lugar y la mano queda flotando el mismo tiempo que dura un récord sin romperse por él.
Cuanto más marca tenga, cuanto más incómodo reciba el balón y cuanto más rápido se despeje del tiro de tres con la pelota todavía en el aire, se ve la mejor versión de Steph: tira al aro como cualquiera tira un papel al tacho, y encesta; se da vuelta sin ver en qué termina su lanzamiento, y encesta; arroja un triple a la corrida, y encesta; cae para cualquier lado después de lanzar, y encesta; Curry siempre encesta.
No solo desafía a la gravedad ni a la física, se atrevió a mucho más: a reírse de los manuales de tiro de los entrenadores. Seguramente lo habrán retado sus primeros profesores, que habrán intentado corregirle el lanzamiento como los libros mandan, pero finalmente ganó su estilo. Su indescifrable estilo que nadie puede imitar.
El método Curry es el peor -pero no para él-. Para el resto, es el peor. El peor ejemplo; para copiar, para enseñar, para todo menos para ver. O los libros estuvieron siempre equivocados o el base de los GSW es un fuera de serie, un distinto. Seguro lo segundo. Y es tan distinto y tan lejano, que no se puede ni siquiera imitar, por eso es el peor.
Lucas Barreña
@LucasBarrena
www.pickandroll.com.ar
lapro 22/03/2016
todo lo contrario, es el mejor porque rompe todos los moldes y conceptos y, fundamentalmente, porque se anima a jecutarlos...
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