• 25-11-2024
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Un clásico bisagra

Cosecha de lujuria

La fe inquebrantable de Peñarol superó todas las barreras del quinto partido. Respetó su libreto a ultranza y siendo fiel a si mismo se impuso con autoridad en un juego para la historia. Sherrel Ford demostró que esta en otro escalón. Quilmes fue el espejo de la temporada: Erró todo y lucho hasta el final.

Presión. Una palabra que se puso de moda en el vestuario de Peñarol. La bronca por el cuarto juego no pudo disimular en la cabeza de los jugadores y el cuerpo técnico el hecho que se estaban jugando la temporada. Pero el básquetbol siempre se nutre de algunas máximas inquebrantables: en un play off al final siempre gana el mejor.

Y Peñarol se sabía mejor. Sabía que sus errores de alguna manera alimentaron a Quilmes y que la resolución pasaba por sus manos. Entonces salieron decididos a tomarla, sin miramientos de lo que estaba en juego.

Después del cuarto increíble juego, nadie quería arriesgar mucho sobre lo que podría verse. Se sabía que Peñarol estaba más firme. Lo había sido a lo largo de la temporada. Anoche lo demostró.

No fue un equipo que muestre situaciones de brillo, ni tácticamente fue superior, pero si tuvo lo que Quilmes no: Los jugadores que ganan Play off. En este sentido sobresale Sherrel Ford que por un raro destino del mundo, recayó en este lado del planeta, en Peñarol, estando para jugar al mejor nivel europeo. Pero algo habrá… sus destellos de calidad quizás no se condicen con su sacrificio.

Ford marca un antes y un después en el clásico final. Tomó los primeros dos triples por arriba de la humanidad de Chiappero y los metió. Luego hizo lo mismo dos veces más. Siempre con marca encima, siempre con puntería, siempre arriesgando. Hizo 16 puntos en el primer cuarto. Uno más que todo Quilmes.

Quilmes para el segundo cuarto continuó con su sinfonía de abollar los aros como música divina. Le pegó una y mil veces, sin tener segundas instancias (3 rebotes ofensivos en el 1er tiempo en 12/28 de cancha). Peñarol una vez que fue encerrado Ford, se apoyó en “Tato” Rodríguez (6 pts) y Pablo Barrios (5 pts) que aprovechó la doble marca a Ford.

Pero el partido se abre definitivamente en el tercer cuarto. Los aleros de los dos equipos habían brillado por su ausencia y eran una lágrima. Entre Locatelli, Farabello, Gil y De la Fuente sumaban 6 puntos.

Y los que primero se despertaron fueron los de Peñarol, que no tuvieron ningún empacho en seguir tirando, en seguir intentando lo que hicieron en todo el año.

A los 2.30 del tercer cuarto llegó una jugada clave que selló el destino del juego. La crónica dice:

Evric Gray metió dos libres (se puso a nueve) con “Tato” Rodríguez cargándose con tres faltas (no era un dato menor). En la siguiente jugada el propio Gray le mete una tremenda tapa a Tyler Field y toma el rebote. Pero se apresura y con todo Quilmes en contraataque, le regala la pelota a Claudio Farabello.

El “Lolo” tuvo una virtud divina: habiendo errado el último triple sin pegarle al aro (0/3 hasta allí) se paró en la línea de tres y clavó un triple a la carrera que alejó a Peñarol a 12 puntos. Una confianza a ultranza de su tiro. Fe en si mismo. Actitud. Mostró todo en una sola jugada.

A la jugada siguiente. “Tato” abrió a la punta para Farabello y el “Lolo” clavó otro triple. La diferencia se hizo de 15. Tras cartón, un pase de magia de Ford los llevó a 18 de diferencia. Todo esto en 50 segundos. Quilmes fue como un boxeador grogui contra las cuerdas. No se recuperó más.

Porque por más que peleó el partido, lo lucho, lo buscó, sus argumentos en ataque fueron inofensivos. La máxima expresión en el tercer cuarto fue Pablo Gil con 6 puntos. Todo muy pobre para dar vuelta una diferencia que ya era de 20.

En el tramo final, otra vez Quilmes se jugaba la heroica, pero esta vez, Peñarol estaba preparado mentalmente para no dejar escapar el juego por ningún error. Narvarte mantuvo a los iniciales hasta que casi no había tiempo en el reloj. Era a todo o nada.

El porcentaje de Quilmes para buscar el partido fue pésimo: 2/17, (11%) en triples y 22/43 (51%) en dobles, condimentado con 15 perdidas. Las cuentas no le dan nunca. Hizo 64 puntos porque sus jugadores no tuvieron efectividad. Hay por su puesto un gran crédito a la defensa de Peñarol. Tanto como la de Quilmes que dejó en 83 a Peñarol y perdió igual.

En básquetbol las campaña la definen los equipos, su conjunción, pero los partidos como los de anoche, lo definen los nombre, los hombres, que son los que imponen su presencia. Desde el primer triple de Ford, al último cayéndose de “Tato” Rodríguez hay siempre un denominador común: la fe, la confianza en si mismo.

La gran diferencia entre Peñarol y Quilmes fue la campaña, no el partido. Le tiró la realidad encima y le dijo quien estaba en condiciones de pasar a cuartos de final de manera inapelable.

El marco que mostró el polideportivo fue un broche de Dioses para una serie apasionante. Casi 7000 personas, entradas agotadas desde mucho antes, globos, banderas, más de 30 mil personas en 5 jornadas. Comportamiento ejemplar en los últimos dos juegos. La fiesta en su grado puro.

Peñarol (83): Sebastián Rodríguez 17, Juan Manuel Locatelli 17, Claudio Farabello 9, Sherrel Ford 27 y Tyler Field 7 (FI); Fernando Titarelli 0, Alejandro Coronel 0, Pablo Barrios 5. DT: Guillermo Narvarte.

Quilmes (64): Todd Williams 2, Pablo Gil 16, Esteban De la Fuente 7, Evric Gray 20 y Claudio Chiappero 12 (FI); Juan Pablo Sánchez 5, Luis Cequeira 2 (X) y Mariano Gagey 0. DT: Javier Bianchelli – Alejandro Mangone.

Parciales: 25-15, 41-29, 68-47.

Árbitros: Estévez – Ramallo (Perfectos los dos).

Estadio: Polideportivo Municipal (6800 espectadores).

Fuente: Pick and Roll 12/4/2005.

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