Paul Pierce tiene la pelota, el resto de los jugadores están abiertos. El reloj de posesión marca seis segundos y el alero se hace cargo de la situación. Una cortina de su amigo Kevin Garnett le permite quedar con Stoudemire, un interno mucho más lento que él, y el número 34 aprovecha la ventaja, amagando ir para adentro y pegando un freno de esos que hacen pasar tornados y huracanes. Se eleva con un tiro poético que entra y hace el hermoso: “Chasss”. El mítico estadio Madison Square Garden a sus pies, el silencio haciéndose eco y todo un mundo atónito.
La descripción de una mentalidad de acero, ganadora en todo momento y la de un jugador al que no le gusta perder nunca. Alguien al que apodaron “La Verdad” por su talento para aparecer cuando su equipo más lo necesita, quien, con sus hazañas, logra demostrar que la verdad nunca duele cuando es con pasión.
“Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”, dice Arthur Doyle. Y quién más que Paul Pierce para comprobar eso. Tiros de media cancha, desplazándose y cayéndose, bandejas con mucho roce y antiestéticas, son algunas de las cosas que el ex Celtics supo hacer para ganarse su pan de cada día.
Una leyenda que superó los 20.000 puntos en su carrera siendo el jugador nº 36 en la historia de la NBA en conseguirlo y situándose tercero en la clasificación histórica de máximos anotadores de Boston, junto a leyendas de la historia verde como Bill Russel y Larry Bird. Un jugador que a pesar de todas las adversidades se colocó como el segundo máximo anotador en toda la historia de Boston Celtics, sólo por detrás del gran John Havlicek.
En lo que será su última temporada como jugador, La Verdad expresó que le gustaría retirarse como un jugador de Boston Celtics. Y es que fue en ese equipo donde supo dar su mejor versión, conformando un trío estelar, junto a Kevin Garnett y a Ray Allen, que alcanzó la cima en la temporada 2007/2008 al coronarse campeón de la NBA, logrando darle al equipo celta un anillo después de 22 años de sequía.
Odiado por muchos pero respetado por todos ya que el legado de Paul Pierce trasciende rivalidades, equipos y jugadores. Un legado que permanecerá intacto y que se agrandará con el tiempo. Alguien que a pulmón y pecho se ganó su lugar entre los más grandes de la historia, siendo el macho alfa en el lugar y el momento en que él desee.
Nacho Miranda
@nachomiranda14
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