El marco de público ayudó al espectáculo. Como siempre las tribunas del Polideportivo fueron una fiesta y las 4.500 personas vieron un gran partido. Los protagonistas en el primer tiempo se dejaron llevar por el entorno, y todos dijimos gracias. Ya que en las imprecisiones y apresuramientos se vio un básquetbol veloz, donde las ofensivas superaron a las defensas. Pocas tácticas y todo corazón.
En el arranque ambos ensayaron defensas individuales, sin presión en la salida y esto favoreció a Quilmes ya que Ibarra condujo con criterio y disfrutó de Farabello que cuando no ponía la pelota en el corazón del trapecio rival en busca de los internos, tomaba lanzamientos de tres con mucha efectividad (3/3 en el primer parcial). Ebong y Boozer fueron determinantes en ese pasaje (16 puntos entre los dos) sacando ventajas por sobre Prickett (de mal partido) y Moore. Peñarol, que defendía mal o no defendía, se mantuvo en partido porque Tim Moore estaba dulce en ofensiva (10 puntos). El ingreso de Pittman, tardío, le dio un poco de gol.
El segundo cuarto fue el más parejo del partido. Y también el que provocaría la inflexión del mismo. Quilmes sacó una rápida ventaja de 7 puntos (29-36) y jugaba mejor. Cuando restaban 7:23 una réplica de Quilmes terminó con una asistencia de Boozer a Ebong que la volcó con foul incluido de Hedman. El de Peñarol se cayó al piso y desde el suelo le tiró una manotazo al de Quilmes. Por el impulso que traía de la volcada Ebong lo saltó por encima con vehemencia y en primera instancia pareció que le tiró una patada (luego la televisión demostraría que quiso saltarlo) y el árbitro Jorge Fabi lo expulsó en el acto. Al mismo tiempo, Chavez corría hacia la mesa de control para bajarle un técnico y se paró incrédulo ante el cobro de su compañero. Lo cierto fue que detrás del técnico que le bajaron a Oscar Sánchez por protestar hubo cuatro tiros libres y reposición para Peñarol. Y el partido cambió, por lo menos por un rato.
Dos triples de Pablo Gil mantuvieron con vida a Quilmes ante la arremetida local que se vio potenciado con el incidente.
En la segunda mitad se vio lo mejor de Quilmes, porque siguió jugando en equipo. Fue más a partir de la sapiencia de Farabello para distribuir el balón. Aprovechó a Boozer por sobre los internos rivales y Oscar Arce (reemplazante de Ebong) jugó el mejor partido desde que está en Quilmes, en buenahora para él. Metió 10 puntos en el tercer parcial, sacó varias foules y por si faltaba algo defendió muy bien a Moore y Prickett. Si Pittman no se cargaba el equipo al hombro (15 puntos), Peñarol hubiese perdido mucho antes. No le salía nada, llevaba 15 pérdidas y era una sombra de lo que pretende.
En la recta final del juego metió un parcial de 6-0 con un doble de Fernando Rodríguez, uno de Moore y dos libres de Prickett y se puso a dos (74-76). Hasta ahí llegó. Quilmes se hizo un festival con el juego de pases en ofensiva que volvió loco a Peñarol y lo obligó a meter la mano. Implacable desde la línea (19/24 en el cuarto) y con gol desde todas las posiciones metió un parcial de 14-0 (74-90) para liquidar el encuentro.
A Peñarol le pesó la responsabilidad de ganar un partido que desde la expulsión de Ebong lo vio como claro favorito. Quilmes sin nada que perder, jugó un partido (que habitualmente hay que ganar de cualquier manera) con un basquet de alto vuelo. Solidario para defender e inteligente para atacar, se dio un gran gusto y se quedó con una sonrisa que querrá renovar el próximo 19 de octubre.
Síntesis:
Peñarol 98: S. Rodríguez 4 (X), F. Rodríguez 9 (X), Locatelli 14 (X), Moore 16 y Prickett 4 (X) (Formación Inicial), Hedman 4, Pittman 31 (X), Liguori 2, Olivares 7, Romano 3, Ferrero 2 y Ortega 0. DT Carlos Romano
Quilmes 111: Ibarra 10, Farabello 22, Cavaco 8, Ebong 12 (exp) y Boozer 26 (Formación Inicial), Gil 16 (X), Arce 16 y Horvath 1. DT Oscar Sánchez.
Pablo Tosal
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