Si algo siempre se le reconoce al Argentino, es el corazón y el espíritu que tiene. Eso definitivamente es innegable, y los U18 lo dejaron bien claro en el FIBA Américas disputado en Canadá. Más allá de eso, hay que demostrar las condiciones técnicas por sobre todo, y eso, por momentos sobró para quedarse con el podio del torneo. En principio, y atendiendo al potencial de la camada, debería haber sido la lógica conseguir la clasificación, pero se logró dentro de varias condiciones adversas, y peleando tras un Sudamericano en el cual sorpresivamente Argentina no lo conquistó. Así y todo, fue a capa y espalda, con lesiones, cierto desgaste, pero imponiendo su calidad a lo largo del torneo.
La camada 2000 ilusiona desde hace varios años. Jugadores de calidad que fueron creciendo, reclutados en otros elencos, y subiendo su nivel en LDD, Liga Nacional, o diferentes torneos a lo largo y ancho del país. No solo, los casos más claros de Farabello y Caffaro con su experiencia en la Academia NBA, que llevó a que la ilusión de verlos a futuro crezca aún más. Buena talla, individualmente mejorados (algo de lo cual hablaremos y mucho), y jugadores que en el camino comenzaron a ser opción para considerarlos dentro del plantel. Como ocurre, a medida que pasó el tiempo, algunos evolucionaron, otros dieron un salto enorme, y otros quedaron más atrás. Dentro de esa mezcla, aparecieron diferentes chicos con notables condiciones para darle forma a la camada, y que puedan mostrarlo en un torneo de suma importancia como el FIBA Américas.
El primer paso se llevó a cabo en el Sudamericano U17. Argentina fue a jugar sin la presencia de Caffaro, pero con un perímetro notable con Bolmaro a la cabeza (aún sin experiencia en LDD). El equipo mostró sus condiciones, con algunas dudas, pero finalmente llegó a la final ante Chile. Allí se generó la sorpresa del torneo. Los chicos no tuvieron un buen juego, dependieron de ciertos jugadores, fallaron ofensivamente, y terminaron cayendo, aún así obteniendo de ante mano el boleto al torneo en Canadá. Dicho torneo lo dejó con la sangre en el ojo, por el rival con el cual se perdió, las formas, y pensando en subir uno o dos niveles si se esperaba competir de mejor forma ante otros rivales mejores todavía en diferentes apartados.
Todo iba viento en popa hasta semanas antes del torneo. La lesión del factor uno en ofensiva, Leandro Bolmaro jugando Liga Nacional con Bahía Basket, que finalmente lo dejó fuera, impactó de lleno. El entrenador quedó obligado a realizar cambios dentro del roster y reordenar la plantilla. Confió en sus cuatro fantásticos dentro de la base, sumado a potenciar a Lugarini , y poder contar con la presencia del propio Caffaro. Además de ello, darle mayor rodaje a Giordano, la versatilidad de Marcos, la continuidad de Ruesga, sumado a las oportunidades para Bihurriet, Reyes y Hierrezuelo, sumado a la confianza sobre Eydallin para ser parte del torneo. Todo eso, sumado a la presencia del equipo en los Juegos Odesur. Una gran decisión llevar a la camada a Cochabamba, con otros condiciones climáticas y rivales experimentados para rozarse de otra forma, y entrar en calor respecto al torneo en Canadá. Todo eso con la posibilidad de lesión por el esfuerzo que realzaba semejante rodaje, y tener días después el clasificatorio al Mundial.
En conclusión, Argentina llegó a Canadá sin Bolmaro, con Reyes lesionado, pero un excelente rodaje. Pro y contras que había que saber como llevarlo a medida que pasaran los días. Sumado al duro grupo junto al local Canadá, el verdugo Chile y Ecuador. El equipo terminó con récord 2-1 (lo que se esperaba), pero dentro de diferentes situaciones que tuvo que afrontar. Defensas zonales, presiones en todo momento, rivales lúcidos, y un desgaste que se comenzaría a sentir. En los peores momentos el equipo siempre sacó lo mejor de sí. Ante Canadá dejando una excelente imagen, donde individualmente algunos jugadores dieron la cara, y desplegaron su repertorio. Giordano tomó confianza, Marcos lo propio, sumado a Caffaro, que poco a poco se mostró como una notable alternativa y un problema para cualquier rival en cancha.
Chile y Ecuador fueron el primer parámetro para saber donde estaba parado el equipo. En ambos juegos, tuvo falencias de juego, errores de inicio, y primeros tiempos realmente para el olvido. Le costó hacer pie, y con una rotación corta que generó que el equipo no pudiera tener velocidad o los recursos apropiados para quebrar con mayor facilidad al rival. Las ráfagas de a poco aparecieron. No hubo necesidad de depender de Caffaro, y los actores secundarios dieron su resultado. Poco a poco Ruesga y De La Fuente dieron la cara, acompañaron mejor, y Giordano junto a Marcos no se sintieron tan solos. Farabello aportó toda su creatividad y despliegue, hasta su lesión que dejó otro vacío difícil de llenar. Afuera el base titular del equipo. Argentina con un espíritu de combate, hidalguía para vencer a Chile, y luego hacer lo propio ante Ecuador con otro semblante cuando fue realmente necesario. La pregunta era ¿Con esas ráfagas y solo momentos alcanzaría para vencer a Dominicana? Las chances parecían 50 y 50, pero los chicos mostraron que realmente no era así.
En el juego clave, Argentina mostró su mejor versión en varias facetas. Hoy por hoy tener desequilibrio individual es fundamental a nivel internacional, y esta camada lo tiene en varios de sus jugadores. Giordano dio gala de eso en un primer cuarto soñado para enarbolar bien alto la bandera y sacar diferencias. La defensa, concentración absoluta, picardía para jugar, y momentos donde Marcos y Caffaro desnivelaron por completo. Físicamente Argentina se empalmó de buena forma, supo cerrar la primera parte, y resistir luego (Ya sin Farabello lesionado). Un equipo con mentalidad de hierro, y dando toques de genialidad cuando fueron precisos. Las variantes aparecieron, el banco dio muchas soluciones, y varios dejaron el alma. Ruesga y De La Fuente nuevamente en la segunda escuadra, y Marcos haciendo estragos para cerrar el juego, y conseguir la clasificación. ¿Listo entonces? Nada de eso, la clasificación está, pero hay que batallar a EEUU antes.
¿Competir ante EEUU? ¿Jugar de igual a igual? Bueno, los pibes lo hicieron posible. Argentina le dio pelea hasta el último segundo al campeón de América. La tenacidad, concentración, nivel de intensidad y madurez mental fueron detonantes para resistir los embates de un rival demoledor por momentos. Argentina fue con el cuchillo entre los dientes, mostró su calidad y desparpajo, se levantó en el tercer cuarto, le encontró las falencias al rival, y dañó seguido. Caffaro doblado constantemente, Ruesga un guerrero, Marcos como si estuviera en el patio de la casa, y el equipo con un poder de lucha y basquet admirable. ¿Se perdió? Si, es cierto ¿Nos anotaron mas de 100? Si, es cierto nunca es bueno, pero de la manera que se batalló, el golpe a golpe y no caer nunca, habla del juego valeroso para ir al podio con otra confianza y tenacidad tras caer de pie ante el mejor.
¿Que tenemos para el final? El podio ante Puerto Rico, el espejo absoluto del torneo. Un equipo con ciertos altibajos, malos comienzos, pero finales de lujo, casi como si fuera una película. Levantarte y lidiar con sus fantasmas, crecer en la adversidad, defender como guerreros, encontrar variables, tomar confianza y derribar al rival. Superar 15 pts de diferencia, dar clase individual, volar en su andar, y ganar con una solvencia increíble cuando todo parecía cuesta arriba.
El resumen del torneo del equipo. Y a todo esto, con un año aún para trabajar, crecer en físico en lo técnica, en defensa, y tener el equipo completo para abordar a una ilusión grande en el Mundial que se viene. Ahí va la camada 2000, a pura lucha y basquet de sobra, con vaivenes pero nunca perdiendo el foco, solo arrodillado por momentos para tomar impulso y terminar ganando, o al menos batallando y compitiendo con maestría. Ahí va nuestro futuro, contra viento y marea...
José Fiebig
@Josefiebig
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