Como a cualquiera que haya picado una pelota alguna vez la noticia todavía esparce electricidad en mi cuerpo. Escuché de una persona al lado mío la palabra “Kobe Bryant”. Su gesto y su tono de voz emanaban urgencia y de inmediato corrí al teléfono, que extrañamente no tenía encima.
Antes de intentar dar con una noticia que no quería encontrar vi que las llamadas perdidas se apilaron, y de a poco esta misma sensación que describí al principio fue tomándome por completo. La manera en la cual me enteré de esta novedad espantosa nos acerca un poco a la magnitud que Kobe tuvo en el mundo del deporte.
Y no nombré al planeta básquetbol porque Bryant traspasó los límites del mismo. Muchos apenas podrían saber en qué equipo jugaba, pero nadie desconocía quién era. La importancia de su figura en la NBA no se trata de un mero logro de un aparato de marketing, pese a que lo hay, y muchísimo; fueron varios los ríos que desembocaron en ese gigantesco mar que significó Kobe, y todos nacen desde el mismo lugar: Su enorme pasión.
No trasciende cualquiera. Bryant no fue un genio solo por embocar la pelota, como así tampoco Roger Federer lo es por tener un exquisito revés a una mano, ni Messi por ser una máquina de hacer goles. Hay algo que nuclea a cada una de estas estrellas del deporte mundial, una magia que quizás se adquiera desde la placenta o se lleva en las venas. Son animales competitivos.
Cuando uno piensa en Kobe Bryant inmediatamente se le viene a la mente la figura de Michael Jordan, el mejor jugador de básquetbol de todos los tiempos. Por su forma de jugar, su gran éxito deportivo y capacidad de liderazgo fue el jugador que más se le pareció dentro de una cancha.
Nadie puede ganar cinco anillos de la NBA, conseguir dos veces el premio al mejor jugador de las finales, ser MVP (2007/08) y proclamarse dos veces el máximo anotador de la NBA si no lo desea, y Kobe Bryant tenía una llama que solo con una catástrofe de esta índole podía extinguirse.
Los líderes se forman naturalmente, por su conocimiento y su ejemplo para con sus pares y/o entrenadores. Ya forman parte de una leyenda las anécdotas de un Kobe entrenando por la madrugada. Su obsesión para con el juego era directamente proporcional a su talento, y eso no hace otra cosa más que inspirar al que se tiene al lado aunque su personalidad no siempre haya sido aceptada por todos, seguramente.
Aquellos que lo vimos jugar, o en mi caso además tener el gusto de trabajar haciéndolo, nos vamos a quedar con sus logros y sus inmensas jugadas individuales. Pero su legado es ampliamente superior y abarca a todos los que tuvieron la suerte de jugar con él, dirigirlo y los que sanamente lo sufrieron estando en el equipo de enfrente: Fue ejemplo de superación personal, idoneidad y voracidad profesional.
Las palabras no alcanzan. Gracias, hasta siempre.
Sebastián Ciano
Twitter: @Seba_Ciano
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German_DN 26/01/2020
Me enteré de la noticia a través de la cuenta de Manu de Twitter. Y me pegó mal. Hace 3 hs que no dejo de pensar en Kobe. Un jugador que admiré desde que apareció. Me acuerdo de pensar que era MJ con la camiseta de los Lakers... Ví en vivo el famoso partido en que se acercó a MJ para pedirle consejo, lo disfruté como fan de los Lakers durante años, y no solo dejó el legado de su talento y competitividad, sino que nos dejó un maravilloso cortometraje en el que expresa su amor por la pelota, y mediante el cual me hizo sentir que, al menos en algo, me parecía a él. Cuando lo ví en los partidos del Mundial de China me alegró mucho sentirlo parte de FIBA; sin duda trascendió el mundo NBA, el mundo FIBA, el Basquetbol, y el deporte en general. Y eso se puede decir de muy pocas personas Y su hija se fué con él... LPM!!!! Es raro sentir tristeza por alguien a quien jamás conocí en persona. O a lo mejor no. Lo único que puedo decir es DESCANSA EN PAZ KOBE. MUCHAS GRACIAS POR TODO DE TODO CORAZÓN.
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