En 1990 Argentina era un caos. El proyecto económico se caía a pedazos, FIBA cortaba clavos por el Mundial que debía jugarse en nuestro país, y la organización iba a los tumbos, sin tomar real dimensión de lo que se les venía.
En conclusión, el Mundial de Basquet masculino celebrado en nuestro país aquel año, para muchos fue el más deslucido de la historia en la faz organizativa. La buena voluntad de un puñado de personas no alcanzó para maquillar tanto lío; y en medio de todo eso el femenino marcó presencia.
La flamante Asociación de Jugadoras Argentinas de Básquetbol (AJAB), aún sin comisión directiva nombrada (ocurriría el 18 de septiembre), arrimó una idea a la CABB, la cual no disgustó a los dirigentes, y estos, se la propusieron al Comité que estaba llevando las riendas de la organización: Disputar partidos de exhibición antes de los encuentros de cada jornada del Mundial.
Las chicas abrazaban la noble idea de difundir la rama menos conocida de nuestro deporte en un evento tan grande; y al ver que no ocasionaría gastos, tiempo de logística o estorbaría al masculino (Dios no lo permita porque rodarían cabezas), el CEMBA 90 (Comité Ejecutivo Mundial Básquetbol de Argentina) dio el visto bueno.
De igual manera, y como todo en ese torneo, los cambios de rumbo fueron una constante en algo tan simple como desarrollar partidos de exhibición.
Lo primero que se había acordado era que se dieran cinco cotejos; dos en la subsede de la Sociedad Alemana de Villa Ballester, y los restantes en el marco de la rueda final del certamen en el Luna Park durante los días de semana.
Después se especuló sólo con que pudieran jugar en Villa Ballester; luego se retomó la idea de sumar al Luna Park pero un día; e incluso, en el medio del caos cuando el Mundial comenzó, también se pensó en dejar de lado esos fogueos. Todo en un lapso de tiempo de un mes.
Finalmente las chicas pisaron el Luna Park el 18 y 19 de agosto; en los últimos dos días del torneo. Si bien no hay registros impresos de los equipos que se conformaron, sí están los testimonios de las jugadoras que estuvieron aquellos días dentro del parquet.
En líneas generales se trató de la base de la Selección Mayor que disputó en 1989 el primer Pre Mundial de la historia de nuestro continente; más integrantes de la preselección y jugadoras el seleccionado de Capital Federal.
Con posibilidades de algún error y varias ausencias, fueron de la partida Karina Van der Wee, Laura Falabella, Elena Rosolen, Paula García, Sandra Ibarra, Diana Tizón, Fabiana Rinkewitsch, Viviana Andujar, Silvia Smith, las hermanas Cecilia y Silvana Barril, Andrea Alomo, Marcela Andreozzi, Claudia Otero, Gabriela Casini, Verónica López y Marcela Colombo.
Pese a todo el femenino se sacó el gusto de ser parte del Mundial en casa; incluso con espectadores que se llevaron todas las miradas, como los casos de Zulemita Menem y su madre, la ex primera dama Zulema Yoma.
Un recuerdo prácticamente pasado por alto por la gran mayoría de los medios que cubrieron la Copa, a excepción de la revista Solo Basquet, que le dedicó algunas líneas y una foto.
Emanuel Niel
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