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La anomalía Campazzo

Cuando el entrenador Santiago Belza puso en su cuenta de youtube el video de Facundo Campazzo jugando para Unión Eléctrica un torneo en la vieja cancha de Peñarol, el gimnasio Américo Gutiérrez, se preguntaba ¿Reclutarías al #15?

El video es del 2006 y lo filmó Rubén Ferretti en un cuadrangular semifinal de un Argentino de Clubes U18. Campazzo por entonces tenía 15 años y 7 meses.

Yo entiendo que es una pregunta retórica, porque la respuesta se cae de maduro: “¡ni empedo recluto a ese petiso!”, y sin embargo acá está, haciendo que el mundo entero hable de él, que Europa lo despida con tristeza por su partida, que el mundo NBA active a sus seguidores preguntándose ¿Quién es Campazzo? Y la respuesta es simple: Facundo Campazzo es una anomalía.

La historia cuenta que ese video muestra poco y nada porque ese fue su primer partido, según comenta el propio Facu “lo pusieron poco porque venía de una lesión”. El partido en el que la rompe es ante Matienzo, en la última fecha del cuadrangular, que robó muchas pelotas "a lo Facu". Sobre finales del 2006 la dirigencia de Peñarol charló con Miguel Ferreyra, que por entonces era su agente, para que vaya a Mar del Plata a hacer una prueba. En el club lo recibió el profe Osvaldo Echevarría y todo cerró. Se sumó en marzo de 2007.

Tempranamente Facundo Campazzo se dedicó a deconstruir todo lo que pensamos sobre el básquet. Y obligó a este periodista a entender que la dinámica y la velocidad eran algo más que un estado para cambiar el ritmo del partido. Se podía jugar al básquet a máxima velocidad. Algo estaba cambiando en el mundo.

Entonces empezaron las discusiones, porque si hay un deporte popular por excelencia en la Argentina es discutir.

La anomalía Campazzo es hija de un conjunto de factores únicos. En el proceso de crecimiento de este talento único hubo un tiempo y un lugar que le asignó el universo. Cayó en un club distinto, que rinde culto más a los valores emocionales que los basquetbolísticos, donde convergen dirigentes de diferentes ideales políticos pero unidos como gitanos por la causa del club. Locos que no paran de soñar. Y para un pibe no hay nada más lindo que le den rienda libre a los sueños.

Además del club, tuvo al entrenador en jefe justo. Un coach que llegó a una madurez absoluta mientras trabajaba al mismo tiempo con la Generación Dorada en la selección y un club de elite en la Liga.

La filosofía que impone Sergio Hernández está basada en la simpleza y la productividad. No impone ningún dogma. Entonces le resulta mucho más fácil reconocer lo que le hace bien al equipo sin tener que luchar contra sí mismo por lo que piensa. Y cuando un pibe como Campazzo empieza a dar vuelta el partido en un entrenamiento por sí solo ¿importa que sea juvenil, mida 1.79 mts y sea medio gordito?.

Y para completar la trilogía del destino creció como compañero de la mentalidad más ganadora de la historia de la liga. Leonardo Gutiérrez, único jugador nacional en ganar 10 ligas (con 4 camisetas distintas), quien conjugó como nadie el verbo ganar, fue su mentor y compañero de habitación. Campazzo es en todo sentido una anomalía.

Es cierto que el Universo le brindó un entorno de oro pero Facu se convirtió en Campazzo por su propio esfuerzo, porque nadie te puede forjar el propio camino. Ese hay que recorrerlo solo.

Los eruditos del básquet sostenían que Campazzo podía brillar en Liga Junior pero jugar la Liga le sería mucho más difícil. Luego avisaron que podría ser suplente de Sebastián “Tato” Rodríguez pero nunca jugar como él. Y así con cada escalón que se fue presentando.

Al final del cuento, muy personalmente, creo que Campazzo nunca vislumbró los obstáculos y las opiniones en contra como herramientas de motivación. Facu desayunaba sueños y se dedicó a perseguirlos con alegría. No quería demostrarle nada a nadie, solo jugaba para ganar al mayor ritmo posible.

Para los que tuvimos el privilegio de vivir en Mar del Plata en el tiempo que jugó Campazzo, era más que evidente que llegaría a donde se lo propusiera. No hay en eso méritos de quien mira.

Cómo periodista era muy divertido interpelar y discutir al aire con Enrique Tolcachier (un maestro en todo sentido), quien estaba a cargo de las divisiones formativas de la selección nacional y Campazzo era convocado entre los 16 y no quedaba entre los 12. Para muchos de nosotros era injusto que hubiera otros proyectos en su lugar. Aunque justo es decirlo, no estaba tan claro para el resto.

Para sacar chapa de “te sigo desde Cemento” basta con mostrar esta crónica de Pick and roll del 13 de mayo del 2010. Donde en el marco de la final de Peñarol con Atenas, Facundo Campazzo, sin ser el goleador, ya se convertía en un factor decisivo con 19 años. Y claro, sin sonrojarnos, lo pedíamos para la selección.

Entre los sucesos de la anomalía un infortunio le abre otra posibilidad. El base titular de Peñarol, “Tato” Rodríguez, en agosto de 2011 recibe la triste noticia que no podría continuar jugando al básquet profesional por problemas médicos. El entrenador Sergio Hernández decidió no buscar reemplazo y confió en el pibe de 20 años para que lidere al equipo en busca del tricampeonato, algo que finalmente logró.

La cátedra del periodismo de básquet dijo que el lugar de segundo base para ir a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 debía ser para Nicolás Laprovíttola, que ciertamente la estaba rompiendo toda en Lanús. Se desplegaron banderas de este lado para pedir por Facu y el entrenador Julio Lamas (seguramente al influjo de su asistente Sergio Hernández) se decidió por Campazzo. Lamas ya había hecho algo similar para el mundial de Grecia ´98 cuando eligió al “pibe” Ginóbili por sobre “Batman” Racca.

La historia lograría luego que no haya ni vencedores ni vencidos y Lapro forjara con Facundo una gran amistad. Facundo Campazzo con solo 21 años entonces disputó su primer Juego Olímpico.

El 2014 fue su año de despedida en la Argentina. Por razones personales mi deseo de ver básquet estaba por el suelo. Ya no tenía transmisiones de radio y al streaming todavía le faltaba un tiempo (TyC Sports Play empezaría con el básquet en septiembre de 2015). No tenía ganas de ir a la cancha, pero hubo una muletilla que se que hizo carne en mí. Mi compañero y amigo, Martín Pellegrinet, me decía “Vamos a verlo a Campazzo”.

Ese fue el motor que use para la ir a la cancha todo el 2013/2014. Pelle me propuso “Ir a ver a Campazzo” y lo hicimos todo el año. Como motivo supremo. Porque esa anomalía ya estaba claro que sería muy difícil de repetir.

Ver un equipo jugando lindo y bien como jugaba ese Peñarol de Fernando Rivero ya era un motivo en sí mismo, pero sentarse a ver los últimos compases que daría Campazzo en estas tierras fue realmente un lujo. Y fuera de cualquier protocolo periodístico aplaudíamos las jugadas inverosímiles que creaba en cada juego. Éramos dos nenes felices viendo a otro nene divertirse.

Campazzo es culpable de que yo haya tenido que ver básquet español, que ciertamente no me gustaba. También es cierto que cuando Facundo llegó al Madrid los planetas vuelven a alinearse porque desde el 2011 el Real puso al frente del equipo a Pablo Laso, un técnico que empezó a mostrar más apetito ofensivo del común para los estándares del conservador básquet europeo. El Madrid salió a correrlos a todos y lógicamente en velocidad y a cancha abierta, Facundo encontró otro juguete para conducir.

El resto es historia cercana y conocida. Nos acostumbramos a verlo por TV jugando la Liga Endesa o la Euroliga. Lo vemos disfrutar en estadios que son un sueño y sacar chapa donde juegue. Disfruta y hace que se disfrute.

Con el tiempo comprendí que con Facundo Campazzo hay que dejar que el niño que llevamos dentro le gane a cualquier intento de análisis adulto, sea periodista, analista o hincha. Si un relator lo relata, debe entregarse, como hace Carlitos Altamirano, que cuando lo ve le dice “Love you”. Y si, es eso y no otra cosa.

Porque ahora Campazzo me llevará a ver la NBA, que habitualmente no miro, donde ya me repase tres veces el roster de su nuevo equipo, leí como encajaría en su equipo, analizo las estadísticas del año pasado y me aprendo el huso horario de Denver con respecto a la Argentina para saber a qué hora lo veré. Porque cuando Facundo está en la cancha, nosotros somos un poco más felices.

@pablotosal

COMENTARIOS (5)

Mato 21/11/2020

Más allá de lo lamentable que le pasó a Tato, Campazzo ya estaba para titular, de hecho ya jugaban los mismos minutos creo. Que lindo haberlo podido ver en vivo y en directo. Después de mucho tiempo voy a seguir realmente a un equipo de la NBA, y solo porque está él. PD: que será de la vida de los que hace varios años atrás lo criticaban solo por el hecho de que jugara en Peñarol?

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Ariel 21/11/2020

Totalmente de acuerdo con la ultima frase "Porque cuando Facundo está en la cancha, nosotros somos un poco más felices". Creo que eso resume todo

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EL HERRERO TOLDENSE 22/11/2020

nada mas acertado que es última docena de palabras"cuando Facundo está en la cancha, nosotros somos un poco mas felices"; para los que amamos el basquet, parece un cuento de hadas desde hace 20 años, (ya toda una vida), desde aquel equipo de comienzos de siglo, hasta esta actualidad, siendo subcampeones del mundo, y con un CAMPAZO descomunal, que luego de dominar el mundo FIBA, se mete en tierras de "los engreidos dioses de la NBA", a demostrar su valía; a comprar cerveza acomodar el sillon y ver esta hermosa nueva fución! viva el Basquet.

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Quilmeño Campazzero 23/11/2020

Soy quilmeño, fui a la cancha aquel día donde un Campazzo con 18 años nos pintó la cara. Había algo distinto en el aire ese partido. yo estaba tan sorprendido que ni pa insultar daba. Luego estube en el partido por Play Offs donde Campazzo se jugó un tremendo segundo tiempo para lograr equiparar el resultado de un partido donde Peñarol no daba pie con bola. Y todos sabíamos que si ganaba peñarol era por campazzo. Con mi amigo estabamos extasiados. No podíamos creer que un pibe así esté jugando en el poli en lugar de la NBA. Como quilmeño, te digo "Gracias Campazzo" por regalarnos tanto básquet. Un jugador así no es de Peñarol ni de Quilmes, es de Argentina.

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De Peña 23/11/2020

Excelente comentario.... Como hincha de Peña, te digo que algo similar me pasaba viendo a Luca Vildosa, un gran jugador que aparte de talento siempre mostró mucho respeto. Que vuelvan los clásicos!!!

Luis 23/11/2020

Qué bueno leer tu comentario. Realmente ir a ver a Facu pagaba la entrada sólo. Tuve la suerte de ir a la cancha todos esos años de Facundo en Peñarol. Uno iba a verlo a Campazzo. Aún suplente de Tato, estábamos esperando a que Oveja lo mande a Campazzo a la cancha. Y hoy uno sigue viendo sus partidos o los resúmenes de ellos, juegue donde juegue porque siempre inventa algo que sorprende... Sin dudas va a seguir regalando alegría y despertando admiración, ahora en la NBA.

Hugo 23/11/2020

Como dijera el gran Huevo Sanchez..." no llega a la NBA por su biotipo, llega por el desarrollo de su juego"

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