La NBA y su equipo de Marketing logró llegar el producto de una liga innovadora y muy desarrollada a todos los rincones del mundo con una frase inspiradora: “Where Amazing Happens”, es decir, donde lo increíble sucede en español. Esa frase, hasta el día de hoy, se mantiene en vilo con el gran juego que nos regalaron Phoenix Suns y Los Angeles Clippers. Una vez más se comprueba que es la mejor liga del mundo.
Infinidad de veces fue criticada por sus flojos desempeños en defensa o la poca elaboración ofensiva que hay en la liga. Sin embargo, el entrenador de los Suns, Monty Williams, calló las bocas de aquellos detractores y opinólogos sin fundamentos. En una jugada magnífica y con menos de un segundo, sacó de la manga un alley-oop impensado para muchos. Todos menos para él y su equipo.
Sostenerse como lo mejor de lo mejor en el mundo no es una tarea sencilla. Pero la NBA atraviesa todo tipo de guión hollywoodense y logra demostrar que jamás hay quedarse por vencedor o vencido. Tal fue el caso de Damian Lillard en la serie que disputaron Portland Trail Blazers y Denver Nuggets. En el juego 5, el base consiguió sobrellevar el score del conjunto de Oregon y llevarlo a un empate en el tiempo regular, en primer lugar, y a un segundo tiempo extra, en un segundo plano.
Esa necesidad de tenernos quietos y paralizados frente a la televisación, un celular o una Tablet con suerte lo llega a generar el fútbol. Pero no así otra liga de baloncesto. Muchas veces se entiende el compromiso de defender el producto local, como nuestra Liga Nacional, o enaltecer otros productos internacionales, como la Liga Endesa, por parte de algunos periodistas. Son todos puntos más que respetables. Pero es inobjetable pronunciarse en contra de la liga más novedosa. Menospreciar la liga, que es un producto global, habla de desinformación y de falta de interés y emoción.
Y con esto no hay que descalificar las otras ligas. La Liga Nacional mostró estar a la altura y llegar a sacar jugadores de nivel NBA -como los casos de Facundo Campazzo, Gabriel Deck y Luca Vildoza-. Es gratificante ver cómo se ve el baloncesto argentino en el mundo, cada vez con más representantes. Pero no les llega a los talones a la NBA. Mientras que en Argentina se lucha por poner uno, dos o tres jugadores en alguna liga extranjera, la NBA logra explotar con contenido de calidad a sus proyectos o a sus encuentros. Por citar un ejemplo, la NBA tiene más de 269 mil reproducciones en YouTube sobre el apasionante final entre Suns y Clippers.
La NBA es un producto tan bien vendido que se logra gozar de jugadas magníficas desde diferentes zonas. El alley-oop que concretaron Jae Crowder y Ayton fue visto desde diferentes puntos de vista y, además, se recolectó diferentes testimonios, como el del entrenador Williams en el tiempo muerto, previo a consumar la consagrada victoria. Ni acá ni mucho menos en Europa -España es lo más cercano- tienen el talento de vender un producto y de resaltar la frase “Donde lo increíble sucede”.
Pero es asombroso ver la cantidad de casos de jugadores que eran desconocidos a principios de año y hoy se vuelven vitales en las franquicias. Hay dos casos que enaltecen el nivel de la G-League (comparable con el Torneo Federal en Argentina) que son Terance Mann y Cameron Payne. Son dos nombres que para el plano del básquet eran jugadores de segundo o hasta de tercer nivel. Pero como la fantasía en esta liga se hacen realidad, ellos se convirtieron en ejes del equipo en diferentes partidos. Mann, por un lado, fue la clave de la remontada ante Utah en el sexto juego que calificó a los Clippers a las Finales de Conferencia por primera vez en su historia. Payne, por otra parte, era apenas conocido por sus saludos con Russell Westbrook en Oklahoma City Thunder antes de los juegos. En esta ocasión, sin embargo, se soltó como titular en lugar del experimentado Chris Paul. Y vaya que dio en la lotería Williams. El base ha sido un jugador muy regular para el equipo.
Siempre hay un condimento extra. Un jugador, una jugada, un entrenador, una toma u otro factor que hace que la NBA permanezca como esa liga de élite a la que todo basquetbolista sueña llegar algún día. La tierra prometida para muchos, el lugar, como se dijo en todo este artículo, donde lo increíble sucede.
Juan Ignacio Alburquerque
Pick and Roll
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