Los ingredientes previos al partido invitaban a especular que si Peñarol ganaba sería una hazaña. Más allá de la escasez de personal, el equipo traía problemas de juego. Hubo que apelar a otros recursos (anímicos-espirituales) para soslayar las ausencias de jugadores importantes.
El juego comenzó complicado para Peñarol. El quinteto titular que dispuso Romano fue arriesgado ya que el juvenil Pablo Ortega fue la base, “Tato” y Fernando Rodríguez los escoltas, Hedman y Prickett los internos. La intención de poner la bola a los hombres altos en ataque no tuvo muchos beneficios y las tres pérdidas más los rebotes defensivos de Estudiantes le permitían correr y dejar bandejas fáciles para un primer parcial de 4-14. Pero Peñarol pasó a Zona y protegió mejor la zona pintada, aunque sufrió con las segundas instancias que obtenía Alexander. Con el ingreso de Olivares y Juan Pablo Sánchez pudo acomodar un poco más su juego y cerró mejor el cuarto (17-23).
En el segundo parcial la defensa zonal siguió dando réditos y Estudiantes no pudo atacarla desde afuera ya que tiró con malos porcentajes (2/12 en el primer tiempo en triples), mientras que Moldú asustaba en el uno contra uno pero no tenía gol y sólo Alexander con los rebotes ofensivos mantenía a Estudiantes. Sin embargo, el extranjero lentamente fue contenido por Olivares y apagando su participación. En tanto que los juveniles de Peñarol aportaban lo suyo con Bruno Romano cumpliendo en defensa y León Liguori distribuyendo con acierto la bola en ataque para establecer una diferencia de 6 puntos a favor al final de la primera mitad (45-39).
Peñarol siguió concentrado, jugando cada pelota como la última, tomando conciencia de cual era su libreto para ganar y Estudiantes se obnubiló. Alexander, que fue un arma importante debajo del canasto, se fue a jugar de alero y tirar desde lejos, lo que permitió que Peñarol tomará con más facilidad el recobre en su canasto sin permitir segundas opciones por ataque. Moldú seguía ausente en ofensiva y sólo Prego daba la cara por el equipo visitante.
En el inicio del último cuarto, Estudiantes logró ponerse al frente por uno (67-68) pero en tres minutos, el local rompió el juego con un parcial de 15-0 (82-68) con Fernando Rodríguez goleando desde todas las posiciones y asumiendo un rol que le queda cómodo cuando, como anoche, tiene libertad para tirar, lo mismo que su hermano “Tato” que bombardeaba a la confundida defensa estudiantil. Ya no quedó tiempo para reacción alguna. El “negro” Romano mandó a los pibes a liquidar el juego en tanto que todos disfrutaban de la victoria más importante del año. Porque encontraron respuestas más valiosas que los dos puntos en juego.
Rodolfo Puleo
Peñarol (102): P. Rodríguez 21, F. Rodríguez 33, Ortega 0, Prickett 15, Hedman 6 (fi), Olivares 10, Liguori 8, Sánchez 5, Ferrero 2 y Romano 2. DT: C. Romano.
Estudiantes de Bahía Blanca (84): Gustavo Fernández 10, Moldú 12, Prego 26, Alexander 24, Williams 6 (fi), Muguruza 2, Varas 0 y Mateo 4. DT: G. De Benedetti.
Parciales: 17-23, 45-39 y 65-63.
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