La santafesina Lucía Operto cursa su segunda temporada en Murray State University; una casa de altos estudios enclavada en el extremo sudoeste del estado de Kentucky, siendo orgullo y referencia para la ciudad homónima, como un faro dentro del condado Calloway.
Es tal la trascendencia regional que genera, que si bien la localidad cuenta con menos de 18 mil pobladores censados, la entidad educativa por si sola tiene una matrícula de alumnos que prácticamente alcanza los 11 mil.
Con las clases culminando la semana pasada, en el campus eran pocos los estudiantes que quedaban; prácticamente en su mayoría matriculados desde el extranjero o bien, locales cuya residencia quedaba bastante alejada, y por diversos motivos preferían no moverse.
Y si bien la temporada de tornados, al igual que la de huracanes sobre la costa del Atlántico, son un factor climatológico que se repite año tras año en los Estados Unidos, nadie esperaba que en este 2021 la tragedia cobrara tanta magnitud.
En cuestión de días un total de seis estados se vieron afectados por este fenómeno, y si bien las cifras aumentan y mutan en cuestión de minutos, por el momento se habla de un centenar de muertos, un número similar de desaparecidos, miles de evacuados y una proporción semejante de familias que se quedaron sin nada.
En lo concreto de esta historia, la fatalidad sobrevolaría el área de Murray desde el viernes.
Sobre las 17, minutos antes de que el comedor del campus cerrara sus puertas, a Lucía y a un puñado de sus compañeras que también se quedaron en la residencia, les fueron claras y en tono de advertencia: no sería una noche sencilla.
Si bien la oriunda de Lehmann habitualmente duerme en un primer piso, le recomendaron como al resto hacerlo al menos por esa jornada en la planta baja, ya que las alertas por tornados eran varias y se seguían sumando.
La idea era mantenerse conectadas a través de los celulares y una app que disponen específicamente para este tipo de situaciones, pero sobre las 21, cuando la luz se fue, el prólogo de lo peor se iniciaba.
Una tormenta de película no dejaba ver a más de 20 metros, en una oscuridad plena que solo era acompañada por un viento incesante. Sin luz no había internet, y los datos móviles comenzaron a flaquear. Fuera de Murray State University algo grave pasaba pero aún no eran conscientes de su dimensión.
Como pudo ese grupo de jugadoras, con parte del cuerpo técnico, pasó la noche. Fue más desvelo que sueño, entre las alertas que cuando internet regresaba caían en ráfaga y el clima que no dio tregua.
Con los primeros rayos de la mañana llegó la triste novedad. No solo el campus estaba sin luz. Todo el condado de Calloway había corrido con la misma suerte. Si bien, y pese a todo, en los alrededores los destrozos habían sido menores y la gente del pueblo se encontraba bien, ampliando apenas el radio el panorama era desolador.
Tan solo a 35 kilómetros al noreste de allí, la localidad de Mayfield quedó en ruinas. Hoy los principales medios de los Estados Unidos la señalan como tierra arrasada y el foco máximo del desastre.
Para Lucía y sus compañeras el sábado arrancó con el intento de avisarles a sus respectivas familias que se encontraban bien y fuera de peligro, ya que todas las líneas estaban colapsadas. Con el paso de las horas, y las notificaciones sobre tornados sin parar, la preocupación pasó a ser otra: dónde se refugiarían esa noche.
Sin electricidad el agua corriente también pasó a escasear, y si bien contaban con alimentos, no tenían como prepararlos. A eso se le sumaba el efecto miedo: si los tornados azotaron Mayfield, ¿Cuánto faltaría para que lleguen a Murray?
El CFSB Center, el estadio cubierto en donde hace las veces de local esa universidad es a su vez centro de refugiados en casos de evacuación de la comuna. Tiene grupos electrógenos propios y está acondicionado de modo tal que puede soportar las inclemencias climáticas.
Este edificio, ubicado dentro del predio universitario, está a solo ocho minutos a pie de las residencias y tiene dentro de su estructura un área exclusiva para jugadoras y cuerpo técnico del básquet femenino, disponible 24/7 para ellas, con las comodidades de una casa en versión vestuario.
A la foward Isabell West se le ocurrió la idea. Por qué no mudarse, al menos por una noche, a ese vestuario. Algunas de sus compañeras prefirieron no ir y quedarse en sus dormitorios, apostando a que las notificaciones llegarían a tiempo o no habría un imprevisto de último minuto.
Lucía sin embargo tomó la opción. Fue así como con la jugadora de Shakopee, Minnesota, se instalaron en lo que denominarían “refugio”, con provisiones que tenían en esa heladera, luz y agua.
Para la fortuna de todos en Murray, y pese a las notificaciones que avizoraban lo contrario, la noche del sábado fue más tranquila en comparación con la del viernes, y con el domingo ya en marcha, la energía eléctrica regresó a toda el área.
Los trabajos de los rescatistas continúan, como así también el estado de alerta ya que no se descartan nuevos fenómenos de este tipo para los próximos días.
Una ventana de paz entre tanto caos ilumina al condado de Calloway, donde poco a poco todos intentan regresar a sus actividades, incluido el equipo de Lucía, que con un ojo repasa el fixture que le queda en 2021 y especula sobre si lo podrá completar, y con el otro no pierde de vista las notificaciones por tornados.
Emanuel Niel
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