Los Juegos Olímpicos fueron el gran acontecimiento del 2021. Una espera interminable tras la suspensión en sus correspondiente año 2020 por la pandemia y como afectaría al equipo argentino luego de su increíble epopeya en China donde obtuvo el subcampeonato en un nivel sumamente alto y con expectativas más altas aún para Tokio. Sumado a eso el muy posible retiro de Luis Scola, el cual finalmente llegó.
Muchas expectativas sobre todo por el presente de cada uno de los jugadores. Contar con cuatro NBA, el draft de Bolmaro, el presente de Campazzo, Deck en otro nivel y Vildoza logrando arribar tras liderar a Baskonia en España. Lo propio para Brussino dando un salto de calidad en defensa, juego y completándose como jugador todo terreno. Delia en su mejor momento, Scola siempre Scola con su entrenamiento pre torneo y demostrando aún su magnífica vigencia física y técnica.
Un equipo similar al de China con algunos retoques sumando al mencionado Bolmaro y al ascendente Juan Vaulet tras su buen andar en España con Baxi Manresa. Un equipo fuerte físicamente y todos en un marcado ascenso. Había que recuperar la impronta como juego, reencontrarse como equipo y dar el salto que, nunca apareció como se esperaba.
Argentina contaba con un Grupo C realmente complejo. La presencia, como se esperaba, de la Eslovenia de Donci sumado al campeón España con toda su armada más el local Japón. Nada fácil pero las pretensiones eran realmente grandes para la ilusión tanto de los jugadores, cuerpo técnico como los fans del alma.
Hubo inconvenientes en la previa y dentro de la preparación, los cuales repercutieron en la competición. Deck con coronavirus y una llegada tardía a Estados Unidos, Vildoza con complicaciones físicas que nunca lo tuvieron 100% y Campazzo tras una desgastante temporada en la NBA sin poder cambiar el chip al nivel FIBA para conectarse con sus compañeros. El equipo jugó diversos amistosos y dejó ver esas desconexiones extrañas siendo dominado por Nigeria, un gran juego inicial ante Australia y finalmente cediendo ante el poderío de Estados Unidos.
Llegó el 26 de julio, día del debut ante Eslovenia con Doncic a la cabeza. Argentina no solo nunca tuvo el control del partido sino que sufrió todo el recorrido del mismo. Un Doncic escalofriante con 48 pts y aprovechando todos los errores defensivos de Argentina para ajusticiar al equipo. Los ajustes nunca aparecieron, un equipo lento, sin ideas, con poca dinámica y claramente por debajo cediendo finalmente 118 - 100 maquillado por los 23 pts de Scola.
La segunda prueba fue ante España. Aún con la huella de la final mundialista y las ansias de revancha para dejar atrás lo sucedido en el partido inicial. Si bien Argentina mostró otra intensidad en ambos costados, eficacia, juego colectivo para el 25 - 20 del primer cuarto, fue imposible sostenerlo con el tiempo. Decreció en ideas, defensa, dinámica y variantes. España se fue imponiendo en el poste, con su banca y con el tiro externo para tomar las riendas y llevarse el juego ante otro cierre muy opaco del equipo.
La última bala para aprovechar y concretar la clasificación. Argentina logró imponerse ante Japón 97 - 77 aprovechando el desnivel físico con los asiáticos, ganando con Delia y Scola en casi todo momento, brindando otra cara pero ante un rival sumamente endeble en diversos apartados. Campazzo con 11 asistencias brilló como en los viejos tiempos y recién la ofensiva levantó vuelo en el cuarto final para ganar sin apremios más allá de las intenciones de Hachimura.
Argentina clasificó como el mejor tercero y tocó una de las selecciones favoritas: Australia. El equipo de Hernández volvió a iniciar fuerte y concentrado en defensa pero jamás supo como sostener tamaño rendimiento y administrarlo. El equipo flaqueó en ofensiva, la doble base no funcionó, Vildoza fuera de eje, Deck sin tiro externo, la lesión nuevamente de Garino y por momentos una seria dependencia de Scola.
Australia tomó las riendas, superó en velocidad, juego asociado y potencia a Argentina para explotarlo en su totalidad en el cuarto final. Un impactante 37 - 11 marcando todos los problemas de Argentina dentro del torneo y sin mejoras colectivas respecto del maravilloso 2019 con el cual nos quedamos. Solo quedó tiempo para la despedida de Scola con una ovación interminable de todo Australia, Argentina y el mundo del básquet minutos antes de terminar el partido.
Duro torneo, mucho que pensar y como volver al primer nivel para lo que se viene. Tomar ciertas cosas del 2019 pero mejorar arduamente en juego, defensa, acoplar los nuevos proyectos y reconectarse para ser nuevamente ese maravilloso conjunto que nos deleite con básquet del bueno. La mayoría de los equipos evolucionó y eso quedó marcado a fuego en Tokio. Habrá que dar mayores pasos para encarar lo que se viene sin el capitán. El material y el fuego están vivos.
José Fiebig
@Josefiebig
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