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Yo vi a mi mamá ser campeona del Sudamericano del ´48

El pequeño Omar de tres años gateaba por encima de una enorme mesa ubicada en un despacho de Balcarce 50. Si para los grandes la espera ya se estaba haciendo larga, qué esperar para un nene que solo quería matar su aburrimiento.

Ni en un guión de comedia la escena hubiese estado mejor montada. La puerta que se abre, Omarcito en el medio de la mesa tirado de pansa, y Doña Angelita con la desesperación propia de una madre que no quiere pasar papelones.

Juan Domingo Perón los miró, soltó una frase cómplice que indultó de todo castigo al pequeño, y este de allí en más presenció la charla entre el Presidente de la nación y el seleccionado femenino que acababa de obtener el Sudamericano de 1948, sentado en el regazo del General.

Doña Angelita el resto del tiempo era la enorme Ángela Crocco. Capitana de ese equipo y del que asistió al primer Mundial de la especialidad en Chile 1953, evento que la alejó de Omar por un mes y que tras su regreso, este se le prendió como un abrojo, incluso en la visita que hicieron con el resto de sus compañeras a Eva Duarte. En esa segunda ocasión en casa de gobierno, dicen, Omarcito fue todo un señor.

Sentado en primera fila en el Luna Park, no se perdió detalle del campeonato subcontinental del que también formaron parte Chile (llegaba como campeona) y Perú. Incluso recuerda con lujo de detalles como el presidente de Independiente le colocó un escudito del “rojo” en la solapa.

Alicia llegó mucho tiempo después, en 1958. Como ella bien cuenta, no la vio jugar a su mamá pero entre anécdotas, recortes y fotos siente como si hubiese estado ahí. La pasión por el básquet formó a la familia y el legado se mantiene más vivo que nunca.

Ángela aprendió a jugar al básquet en la década del 30 en el Club Colón de Caseros. Pelota de por medio nació el amor con quien era su entrenador, Aníbal Vexina, y de allí el árbol genealógico que no para de crecer, teniendo como nexo primario a “Omi” y a “Ali”, pero con un paso de antorcha más que fructífero en sus hijos.

Campeona también con Capital Federal del primer Argentino de Selecciones desarrollado en 1951 en Santa Fe, la dama del básquet nos dejó en 1970, a sus jóvenes 48 años, a raíz de padecer cáncer.

Cuatro décadas más tarde, sobre diciembre de 2010, la Confederación Argentina de Básquetbol decidió inducirla al Salón de la Fama de la Casa Argentina del Básquetbol, junto con León Najnudel y Carlos Ojeda Ferreyra.

La historia de Ángela y ese seleccionado campeón de 1948 permanecerá viva aún más allá de los Vexina, por la simple y abrumadora razón de que nombrar a Doña Angelita es nombrar al básquet, y para llegar a olvidarla, habría que olvidar también a este hermoso deporte.

Emanuel Niel
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