Desde su llegada a la NBA en 2014, Andrew Wiggins siempre dió la sensación de tener más caudal en el tanque de lo que estaba ofreciendo. Arribó a la mejor liga del mundo siendo el número uno del draft en aquel año tras ser seleccionado por los Cleveland Cavaliers; sin embargo, la franquicia de Ohio no tenía intenciones de rearmarse alrededor del canadiense, sino que lo usó como moneda de cambio.
De esta manera, fue enviado a Minnesota en un traspaso a tres bandas en el que también se produjo la resonante llegada de Kevin Love a los Cavs, más las transacciones de Thaddeus Young a Minnesota, y de Anthony Bennet (número uno del draft anterior) a Philadelphia.
Los T'Wolves depositaron en Wiggins todas las esperanzas de las que los Cavaliers carecían. Vieron en él el potencial para lograr reconstruirSse desde y a partir de su talento; durante la primera campaña como profesional, el canadiense fue considerado el rookie del año 2015 gracias a su buen nivel con promedios de 16.9 pts, 4.6 rebotes y 2.1 asistencias en 36.2 minutos a través de los 82 partidos de la fase regular. La incipiente estrella comenzaba a pagar.
Al año siguiente, todos en la fría Minnesota vislumbraron un futuro de celebraciones cuando se quedaron con la primera selección del draft, la cual utilizaron para hacerse de los servicios de Karl-Anthony Towns, llamado a ser el jugador "cambia franquicia".
Todos esperaban que la dupla Towns-Wiggins sea dominadora de la NBA en los años venideros, pero algo no funcionó. En solo una oportunidad los Timberwolves lograron clasificarse a los playoff (2017/18), instancia en la que cayeron en primera ronda a manos de los Houston Rockets.
Los años pasaron, y los objetivos no se cumplieron, hasta que llegó el final; a mediados de 2020 Wiggins fue traspasado a los Golden State Warriors a cambio - entre otros - de D´Angelo Russell.
Luego de dos temporadas y media, el oriundo de la universidad de Kansas vuelve a experimentar esa sensación que brindó cuando se calzó la gorra de los Cavs y, sonriente, le estrechó la mano a Adam Silver.
Si bien el promedio de puntos que anotó en esta 2021/22 fue el más bajo desde su temporada de novato (17.2 ppp), durante la postemporada comenzó a ser cada vez más importante , no solo a lo hora de brindarle a Steve Keer otra vía de gol, sino también aportando en varias facetas del juego, tan necesarias e importantes como meter el balón en el aro rival.
Tanto es así, que hoy en día Wiggins se convirtió en un actor principal de las finales, que luego de la victoria de Golden State del viernes 107 a 97, volvieron a quedar igualadas (2-2). Durante el juego cuatro el canadiense fue una de las figuras de la velada, sobre todo por la connotación del partido.
Si no hubiese sido por otra performance demencial de Stephen Curry (43 puntos, 10 rebotes y 4 asistencias), su desempeño habría quedado más resaltado: Terminó con 17 puntos, 16 tableros y, quizás lo más importante, dejó a Jason Tatum con apenas 8 aciertos en 23 intentos al aro.
Dentro del básquetbol, cuanto mayor es la paridad en un juego o en una serie, más importancia cobran los pequeños detalles, esos “factores x” que terminarán por inclinar la balanza a favor o en contra, como así también las siempre mencionadas acciones que no figuran en la planilla de estadísticas.
En el momento más importante del año, Andrew Wiggins está dándole a Steve Kerr un aporte invaluable, porque ha tomado más preponderancia en el costado ofensivo y en defensa se volvió clave ante la estrella rival. Nuevamente está demostrando la facilidad con la que cuenta para poder hacer todo dentro de una cancha de básquetbol, y los Warriors van a querer exprimirla al máximo.
Sebastián Ciano@Seba_Cianowww.pickandroll.com.ar
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