En la NBA se habla de dinastía a la hora de reconocer a un equipo que deja su huella en la historia, aquellos que marcan una era de acuerdo al éxito conseguido de manera correlativa dentro de un período determinado.
De las formaciones que se han hecho merecedoras de dicho status se pueden recordar a los Boston Celtics de los años sesenta, luego de conseguir 11 campeonatos en 13 años - ocho de ellos consecutivos - de 1957 a 1969 de la mano del recordado Red Auerbach.
Más acá en la recorrida de la línea del tiempo, se destaca al Showtime de Los Angeles Lakers, con Magic Johnson comandando dentro de la cancha y Pat Riley fuera de ella; como todos recuerdan, los noventa fueron propiedad absoluta de los Bulls de un tal Michael Jordan, quienes consiguieron 6 anillos en un lapso de 8 años (los dos threepeat 91-92-93 y 96-97-98).
En el cambio de siglo tenemos a los Spurs de Gregg Popovich, quienes no solo se consolidaron como un equipo histórico, sino que desde la filosofía de su entrenador puede decirse que instalaron un cultura propia dentro de la NBA.
Algo similar ocurre hoy en día con los flamantes campeones, los Golden State Warriors, la nueva dinastía en la mejor liga del mundo. Los de la bahía de San Francisco acaban de obtener su cuarto título en esta era en un lapso de 8 años (6 en total, porque se coronaron en 1956 estando en Philadelphia, y en 1975 ya como Golden State), con la salvedad de que en 2016 y 2019 no ganaron, pero llegaron a la final.
Y como si esos datos fuesen moneda corriente – solemos cometer el error de pensar que el éxito consecutivo es normal – los Warriors serán recordados para siempre más allá de sus logros, porque han maravillado a todos con su forma de jugar al básquetbol.
Steve Kerr tomó al equipo en la 2014/15 en lugar de Mark Jackson; dejó los auriculares y el micrófono de TNT y saltó al banco de los Warriors para cambiar la historia de básquetbol: En su temporada debut consiguió el anillo de 2015 - lo consiguieron Nick Nurse en Toronto y Drew Gooden en Cleveland, pero Ime Udoka se quedó en la puerta - estableciendo lo que ya era una tendencia en la NBA. El basquetbol moderno había llegado para quedarse.
Es cierto que Kerr poseía a los jugadores propicios para jugar lo que hoy se conoce como small ball, pero lo cierto es que consolidó y potenció un grupo que, cambios mediantes, sigue vigente hasta hoy, a pesar de todos los escollos que tuvieron que superar durante las últimas temporadas.
Los Warriors redefinieron la forma de jugar al básquetbol, en el que los internos parasen ser cosa del pasado, y – yendo aún más profundo – las posiciones en general dejaron de ser una estructura rígida. Sin ir más lejos, su más reciente víctima, los Boston Celtics, salen sin un base natural en su quinteto inicial.
Hay dos características marcadas dentro del estilo que Golden State instaló y desparramó a lo largo y ancho del mapa de la NBA: En primer lugar se encuentra el uso del triple, hoy el arma principal.
No existe jugador perimetral que pueda considerarse con ciertos dotes ofensivos y que no meta el tiro a larga distancia, condición sine qua non para jugar en este nivel. Incluso, esto dejó de ser exclusividad de los jugadores "bajos"; basta recordar que Karl-Anthony Towns es el último campeón del torneo de triples.
Lo que en algún momento fue tendencia en la NBA, hoy es un estilo de vida gracias a dos grandes actores: Stephen Curry y Klay Thompson. Los Splash Brothers redefinieron la forma de entender el juego, junto con las tan metadas estadísticas avanzadas, que desde el análisis en las pantallas ayudaron a modificar la manera de jugar.
Estamos hablando de los dos mejores lanzadores de tiples en la historia de la liga, y quizás a la hora de hablar del Cheff, de cualquier distancia. Curry y Thompson son el líder y el escolta en cuanto a triples convertidos en playoff, con una suma de 561 y 451 bombas, respectivamente. Asimismo, Steph es el mayor triplero en la historia de la liga con un total de 3.117.
Kirk Golsberry (@kirkgoldsberry), analista de estadísticas de la cadena ESPN en los Estados Unidos, volcó en uno de sus famosos gráficos los números que demuestran que el básquetbol es otro deporte, al menos en el país del Norte:
Ambos cuadros marcan a las claras la distribución de los tiros en los últimos 20 años, pese a que útilmente suele verse una remake del lanzamiento a media distancia.
De regreso a Curry y su injerencia en el juego, es quien más triples convertidos promedia en la historia, con 3.8 por partidos en serie regular, número que asciende a 4.2 en épocas postemporada. Además, en las finales que acaban de terminar y que lo tuvieron como el MVP, estableció la mejor actuación en cuanto a lanzamientos en la historia de estas instancias tras anotar el 44% de sus triples (lanzó 71), el 53% de los dobles y una media de 1.35 puntos por tiro, cuyo rango promedio fue de más de 7 metros de distancia; desorbitante.
En este otro gráfico de comparación vuelve a establecerse el paradigma que tiñe la modernidad: Cómo dos perimetrales han logrado dominar el juego en las diferentes épocas de distinta manera.
Otra de las características de los Warriors que deja impresa su marca para siempre se encuentra en el costado defensivo, y la versatilidad que han encontrado a través de las formaciones más bajas.
Golden State es conocido por su explosividad ofensiva, su juego vistoso y rápido. Durante la premiación, pudo escucharse a Thompson festejar junto a Curry al grito de “sólo sabemos tirar triples y ganar campeonatos”, en una frase completamente impregnada de ironía.
De todas formas los Warriors son un gran equipo, en gran parte por su defensa. Fueron la segunda mejor defensiva de la liga durante la temporada con una eficiencia de 106.6 puntos cada 100 posesiones, apenas detrás de Boston (106.2). Asimismo, fueron el segundo equipo que menor porcentaje de cancha permitió (43.8%, también detrás de los Celtics), y junto a Boston y Miami los que mejor defendieron el triple (33.9%).
Su mayor virtud está dada en la posibilidad de que varios jugadores defiendan diferentes posiciones. Así neutralizaron a LeBron James durante el primer anillo (Iguodala fue el MVP de aquellas finales) y en estos playoff socavaron a Morant, Doncic y Tatum, con Andrew Wiggins como una gran sorpresa, y Draymond Green como el abanderado.
De hecho, uno de los ajustes que realizó Kerr a partir del cuarto partido fue la inclusión de Otto Porter Jr en lugar de Kevon Looney, una modificación que bajó la alineación y le dio más versatilidad en su propio aro, como así también su 40% en triples brindó distintas opciones en ataque.
Quizás luego de cuatro títulos y ocho años como entrenador en jefe, Steve Kerr comience a ser reconocido como se merece: Uno de los mejores entrenadores de la historia de este deporte. Claro está, no es sencillo brillar encandilado entre las luces que disparan estos jugadores que no han parado de distinguirse, y que sin lugar a dudas cambiaron la forma de ver y sentir el básquetbol para siempre.
Sebastián Ciano
@Seba_Ciano
www.pickandroll.com.ar
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