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Aquella vez que la Selección Argentina jugó un Mundial de Clubes

En 1997 Hortencia se puso la misión al hombro y llevó adelante en Santos el último certamen de este tipo que se tenga registro. A falta de clubes, la nuestra no fue la única selección invitada.

Para septiembre de 1997 la Selección Argentina venía dulce. En mayo se había quedado con el subcampeonato en el Sudamericano de Iquique, y en agosto alcanzó el cuarto puesto en San Pablo dentro del FIBA Americas, lo que la devolvió al Mundial tras 27 años.

Por eso fue sorpresa, pero hasta ahí nomás, que desde la Confederación Brasileña invitaran a nuestro equipo mayor a un certamen de clubes en el cual por diversas razones los participantes originales se fueron bajando. Al final de cuentas bien serviría de fogueo para lo que seguiría.

La ecuación era perfecta. La celeste y blanca venía rodada, con buenos logros y prácticamente no debía modificar su plantilla. Es más, la baja de Sandra Ibarra se debió a su futura maternidad, sino se hubiesen repetido las 12.

En ese cambio se dio el estreno oficial de Noelia Mendoza en el primer equipo. Las restantes 11 eran las mismas que hacía un mes habían sacado pasaje para Alemania 1998: Laura Nicolini, Verónica Soberón, Iris Ferazzoli, Diana Tizón, Laura Scodelari, Andrea Boeykens, Laura Falabella, Andrea Alomo, Paula Gatti, Laura Cors y Carolina Sánchez.

El 9 de septiembre Hortencia llevó adelante la conferencia de prensa en el Parque Balneario Hotel. Allí se lanzó el VI Campeonato Mundial Interclubes Femenino, Trofeo Marathon, el cual se disputaría del 14 al 21 en el “Ginásio do Sesc” en calle Rua Conselheiro Ribas 136, en el barrio de Aparecida.

Según así quedó registrado en los diarios de la época, en un primer momento el único representante brasileño que iba a ser de la partida era Data Control, nombre franquicia para Americana, el cual era el vigente campeón de aquel país y en donde La Reina oficiaba de manager.

Además de nuestras chicas y el dueño de casa, estarían siendo parte Bourges de Francia que venía de ser campeón nacional y europeo, las selecciones de Estados Unidos y Australia y Ruzomberok quien era monarca eslovaco y tercero a nivel europeo.

Según la visión de Hortencia la idea era instalar a Santos como nueva ciudad para albergar básquet femenino. A tal fin para este torneo puntualmente se contaba también con el apoyo de la Confederación Brasileña de Basquete, la Federación Paulista y el Ministerio de Deportes.

Sin embargo las cosas no salieron como se planearon. Primero, porque la prensa le dio la espalda al torneo, y eso se vio reflejado en tribunas vacías y sin convocatoria. Y luego porque Santos nunca terminó de explotar como ese polo que se buscaba.

A eso se sumó la baja de último momento de USA, que obligó a llamar a otro cuadro local, lo cual en los papeles podría haber parecido atractivo, pero ni siquiera el desembarco del mítico BCN de Karina Rodríguez al certamen ayudó a generar interés.

Entre las explicaciones que se dieron para entender el fenómeno de ausencia de público estuvo el costo de las entradas (5 reales), que se eligió la sede muy sobre la hora por la negativa de otras locaciones, y que no solo no había un equipo de Santos, sino que además los representativos brasileños que jugaban no tenían ningún tipo de vínculo con la ciudad.

La apuesta era muy grande, máxime que en 1996 el campeonato no se disputó por falta de recursos económicos. Hortencia fue por todo y en ese afán sumó para Data Control a dos figuras de la naciente WNBA: Vicky Bullet y Cyntia Cooper; esta última sumándose en la tercera fecha.

Tal era la inyección económica que se pretendía generar, que las dos se quedaron para jugar el torneo local que comenzó al siguiente fin de semana de ese Mundial de Clubes modificado.

El jueves 11 arribaron la selección de Australia, que llegaba con el bronce de Atlanta 96, y Ruzomberok de Eslovaquia. El sábado en tanto Bourges de Francia y nuestra Selección. Con el reconocimiento de FIBA como torneo oficial, la organización creyó conveniente también realzar el tema de arbitraje, por lo que sumaron a tres colegiados internacionales de Israel, Lituania y España.

El sistema de disputa puso en primera fase a todos contra todos, y luego de eso, definió posiciones en un único encuentro. En el balance Argentina tuvo tres cotejos parejos, uno con cierta distancia y dos donde no pudo competir. El balance cualitativo fue muy bueno, pero en lo cuantitativo se llevó un 0-6.

De manera invicta el organizador Data Control se quedó con el trofeo, superando en la final a Australia por 75-69. El tercer puesto quedó en manos de Bourges que doblegó a Ruzomberok 85-68.

Así, sin pena ni gloria, pasó el último Campeonato Mundial de Clubes, del que en este 2022 se conmemoran 35 años, y donde todo hace suponer que pasarán varios más hasta volver a tener un certamen similar.

El primer paso, al menos mirando este lado del Atlántico, sería reactivar el Panamericano de Clubes, ya que para soñar con una BCLA femenina, tendríamos primero que pensar en que se destine dinero real al femenino, cosa que suena a utopía.

El camino de la Selección Argentina en el Mundial de Clubes de 1997:

Domingo 14 de septiembre
Data Control 105-50 Argentina (61-31 al entretiempo)

Lunes 15 de septiembre
Bourges 63–59 Argentina (32-33 al entretiempo)

Martes 16 de septiembre
Argentina 60-85 Ruzomberok (26-48 al entretiempo)

Miércoles 17 de septiembre
Argentina 46-85 Australia (24-43 al entretiempo)

Jueves 18 de septiembre
BCN 62-54 Argentina (31-17 al entretiempo)

Sábado 20 de septiembre -Por el quinto puesto-
BCN 72-63 Argentina (37-26 al entretiempo)

Emanuel Niel
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