“Se dice de mi...”

• Carlos “Cachacho” Pascual (cpascual@pickandroll.com.ar)
• 11/06/2005
• (8 comentarios )

El día después del primer juego de la final de la NBA, los ojos del mundo vuelven a depositarse en la humanidad de “Manu”. Lo hicieron en su primer temporada cuando conquistó el anillo pero no fueron pocos los que analizaron su éxito desde el lugar de la sorpresa y también de la fortuna. Hablaban de diciplina, de rápida capacidad de adaptación pero ahora es distinto.

Luego de ser subcampeón mundial tras vencer al dream team con el seleccionado argentino y alcanzar el oro olímpico los comentarios sobre su persona empezaron a ser menos casuales y cada vez más serios. Hoy con la confirmación de su importancia a la hora de calzarse un equipo al hombro en una finalísima y decidir por si solo la historia de un encuentro como lo hacía Michael Jordan lo ha depositado en un sitial al que sólo acceden los elegidos.

Su entrenador, Popovich declaró que Manu es el jugador más consistente y duro que dirigió. Que es un caballo salvaje. “...Debo dejarlo ir porque si lo retengo demasiado le sacó sus mejores cosas...”. Sabe un coach de la experiencia de Greg que Ginóbili es uno de esos jugadores distintos, que como arma fundamental tiene su capacidad creativa y por eso cuando las cosas se ponen feas, dale la pelota que seguramente resolverá o al menos tendrá la valentía de intentarlo. Cuando el balón quema, Manú será el primero en pedirlo y esto lo hace diferente.

Los diarios no pararon de elevar loas. “La chispa de Ginóbili terminó con Detroit”, fue el título principal de la sección deportiva del San Antonio Express. “No me sorprendió, estuvo agresivo como siempre” dijo Richard Hamilton. Tim Duncan, hasta ahora la máxima estrella de los Spurs declaró: “Manu estuvo increíble. Nosotros mirábamos cómo hacía cosas estupendas. Por él cobramos confianza”. Tony Parker afirmó: “Manu nos cambió el ritmo. Empezamos muy lentos hasta que él comenzó a anotar puntos muy importantes”. Taysahun Prince, su marcador se mostró abatido y hasta avergonzado.

Es un grande de verdad. ¿Qué persona guarda la compostura si tiene el mundo a sus pies?. Su camiseta es la que más se vende por sobre la de Duncan. Norteamericanos que acaso, hasta su llegada no supieran ni donde estaba la Argentina, hoy se pintan su rostro de celeste y blanco para homenajearlo en cada cotejo. Algunos fanas se tatuan su número 20 para llevarlo eternamente. Su rostro se estampa en remeras, banderas y posters de todos los tamaños. Un marine de la fuerza armada yanqui se viste con los colores de la casaca argentina en su honor (¿Qué diría su patrón Bush?)

Sin embargo todos estos piropos no modifican su serenidad y equilibrio. Resulta que el tipo, además es humilde, coherente, cuerdo... No se deslumbra por el brillo magnánimo de su entorno. No se agranda ya la hora de opinar sobre su presente solo atina a decir: “No me creo un fenómeno ni que voy a meter 26 puntos todos los partidos”, arrancó. Luego analizó: “Lo importante es colaborar, no me preocupa hacer 6 puntos si el equipo gana. Empecé mal, cometí muchos errores y cuando me senté en el banco por primera vez recién allí pude recapacitar y ver lo que estaba haciendo. Me tranquilicé y me propuse empezar a hacer cosas positivas, recuperar, rebotear, hasta que en el arranque del segundo tiempo metí un par de dobles y tomé confianza. Ya después perdí la conciencia, todo salió bien. Cuando le sacamos ocho o diez puntos, el partido se abrió y fue más fácil”.

Se gastarán las palabras y las metáforas que puedan utilizarse para su figura. Nada de lo que podamos contarles se acercará siquiera a la magnitud que ha tomado su nombre y su figura. Y auqnue algunos no les guste la comparación, que siempre termina siendo odiosa pero no por ello incierta. Si no fuera por la popularidad entre uno y otro deporte (el fútbol y el básquetbol) Ginóbili hoy transita el mismo sendero de gloria que Maradona anduvo en el ayer.

Carlos “Cachacho” Pascual
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