Esta semana, para los dos equipos de Mar del Plata, el tema lesiones los ha perjudicado, y casi como una mueca del destino, en el lugar que más les duele. A Peñarol, una vieja dolencia en el hombro de “Tato” Rodríguez lo dejó sin base, y a Quilmes ahora, otra vieja dolencia en la mano de Forrest, los deja sin el ÚNICO relevo de los internos. Para colmo en las últimas horas, el ala pivote nigeriano, Ben Ebong, sólo efectuó lanzamientos al aro en los entrenamientos, ya que presenta un leve esguince de tobillo. De cualquier manera esta noche jugará.
A todo esto, al resto del plantel le sobra voluntad y coraje para jugar cada vez más minutos. Pablo Gil, el sexto hombre del equipo, promedia 24 minutos por juego. Daniel Farabello en los 10 partidos que jugó sólo descansó 9 minutos en la paliza a Regatas (115-85), 2 minutos y medio en la victoria en Olavarría (75-74) y un minuto y medio en el triunfo frente a Boca (87-81), luego en los otros siete partidos jugó los 40.
El base Matías Ibarra, alterna partidos de 40 minutos (contra Gimnasia) como partidos que apenas suma 15 minutos, y promedia 24. Diego Cavaco se cansa de tapar agujeros en defensa y promedia 30 minutos por juego. Los internos Lamont Boozer (37 por juego) y Ben Ebong (34) los salva su excelente condición de atleta que ambos tienen para soportar, no sólo su estadía dentro del campo sino, además, la intensidad con que trabajan.
En tanto, Independiente llega a Mar del Plata con el lastre de haber ganado tan sólo dos juegos de visitante sobre 11 disputados y apenas 3 triunfos en la segunda fase (está penúltimo). Además el técnico ex Peñarol, Marcelo Plá, tiene que acoplar a su estructura de equipo al nuevo base extranjero, Damon Stringer, quien llegó en reemplazo del “fugado” Jason Rowe.
Por los antecedentes, necesidades, méritos y desgracias, el de esta noche promete ser un partido peleado, donde no habrá K.O. sino un ganador por puntos.
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