Quilmes le agrega al presente del país su dosis de problemática propia. No tuvo en toda la temporada un solo esguinzado sin embargo las lesiones se presentan a diario. Lo de anoche fue increíble: Matías Ibarra, tuvo su mejor actuación desde que llegó al club, no por los 26 puntos en 30 minutos, sino por su concentración en el partido para aportar cosas importantes al equipo, 4 asistencias, 5 rebotes, tremenda defensa, decisiones correctas en momentos duros; todo hacía prever que se iría en andas, pero el infortunio tocó a su puerta. Chocó su cara contra ¿el hombro? de Claudio Farabello y se fracturó el maxilar.
Hasta ahí las malas. Las buenas son muchas para enumerar en la victoria de anoche.
Ante un rival que lo complicó toda la noche con la carga del rebote ofensivo (23), la panacea fue la marcación zonal 2-3 que ayudó a contener a los internos, marcados por delante, y evitó los rompimientos de los perimetrales bahienses en el uno contra uno.
Los primeros 20 minutos fueran de un alto goleo y muy parejo. Ambos equipos jugaron un juego de espejos, es decir, aprovechaban cada error ajeno para correr, no se sacaron ventajas, ni tácticas ni de tanteador. Uno era el reflejo del otro.
El quiebre lo encontró Quilmes promediando el tercer cuarto, cuando recurrió a una intensa defensa zonal, que ayudó a que Pablo Moldú, que hacía mucho daño por el eje de la defensa local, no pudiera romper el corazón de la estructura defensiva, los internos bahienses, determinantes hasta ahí, fueron contenidos y con 5 pérdidas seguidas y dos tiros errados por presión defensiva, Estudiantes perdió la brújula. El tablero a falta de 4:30 decía que la visita ganaba 66-72. Quilmes metió un parcial 16-0 que lo dejó 82-72. Fueron tres minutos de furia en los que las 1500 personas de Once Unidos gozaron como pocos.
Con una ventaja de once puntos al entrar el último segmento, Quilmes dominó las riendas. Luego de la salida del “Lata”, Farabello se divirtió con las asistencias (7 en el parcial) y lo mató corriendo. Su defensa le dio todo los frutos necesarios para el local se divirtiera con lo que mejor sabe hacer.
Quilmes se ha convertido en un equipo de pretensiones serias. Y no fue de repente por la salida de los extranjeros de los demás equipos. Tiene mucho de química, de hambre, de trabajo, de talento, de humildad. Como para ilusionarse.
Pablo Tosal
Quilmes (117): M. Ibarra (26), D. Farabello (13), P. Gil (19), D. Cavaco (22), B. Ebong (21), formación inicial; C. Thomas (16). DT: Oscar Sánchez.
Estudiantes (97): G. Fernández (6), P. Moldú (14), D. Prego (17), Q. Alexander (24), C. Williams (22), formación inicial; C. Farabello (14), M. Muguruza, F. Varas y F. Larrañaga. DT: Gustavo De Benedetti.
Cuartos: 27-30; 58-57 y 88-77.
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