El partido maldito

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.com.ar)
• 11/02/2009
• (110 comentarios )

No hay caso, el partido no quiere ser. Cómo si el clásico hubiera sufrido una maldición. Y de ser creyente en supersticiones hasta dan ganas de pensar en la Copa Davis. Pero algo mufó con ganas al clásico de la liga.

El partido fue suspendido por los árbitros Pablo Estévez y Juan Fernández cuando solo habían corrido 1:04 porque no estaban las condiciones dadas para jugar al básquetbol. Hubo tres ataques en el partido y en todos quedó demostrado que no se podía. El partido en realidad ni siquiera debía comenzar. Tres errores en ofensiva demostraron que el piso estaba tan resbaloso que no se podía hacer pie. Desvirtuado y con peligro para los físicos de los jugadores los árbitros decidieron esperar primero una hora para finalmente suspenderlo.

Ahora comienza otra vez el juego del clásico en los escritorios. Lo primero que dijo Eduardo Bazzi anoche enterado del tema, es “por reglamento que se juegue al día siguiente antes de las 11 de la mañana”. Pero nada es fácil en la vida del clásico.

Enseguida saltó el COPROSEDE, y acaso en la única medida feliz de su historia para favorecer algun interés de los equipos de Mar del Plata dijo “No podemos armar el operativo. Requerimos mínimo de tres días”. Reunir 140 policías de una noche para una mañana es una locura. Incluso de un día para el otro.

Como Peñarol sale a las 18:00 rumbo a Santiago del Estero, no hay alternativa, buscar un “hueco cuando se pueda” para reprogramar el partido y jugarlo de una buena vez. Esto será seguramente los primeros días de marzo.

La gente, que casi colmó el estadio y brindaba una fiesta en las tribunas (Al menos 6000 personas), enterada de la suspensión y la posibilidad que se juegue a la mañana abarrotó las boleterías, anoche mismo, para que le devuelvan el dinero. Todo fue un bochorno.

Cronología de un absurdo.

A las 19 horas comenzó a caer en Mar del Plata una copiosa lluvia, como hace tiempo no ocurría. Muchísima agua cayó en apenas dos horas y era esperable que conspire contra la venta de entradas que se hace habitualmente en las boleterias del estadio. Siguió lloviendo muy fuerte hasta casi las 22. Además todo hacía prever que el parque se podía poner pesado por la humedad reinante. Sería otro factor a tener en cuenta.

De todos modos el 100% de humedad del día, no tuvo que ver con el estado del parque del Campo de juego que luego derivó con la suspensión del clásico.

Se han jugado al menos 10 partidos entre Peñarol y Quilmes en el estadio Polideportivo (Y en Once Unidos y el Super Domo) que tuvieron similares condiciones de lluvia y humedad y los partidos no se suspendieron. ¿Qué falló esta vez?

Sobre el mediodía, cuando Peñarol entrenaba previo al juego, el jugador Román González contó que vio una mujer del personal de limpieza poniéndole un producto al piso para que saque brillo. El nuevo parquet del Polideportivo, restaurado luego de la Copa Davis, tiene una superficie plastificada que la recubre.

A la hora del partido por obra y gracia de la humedad en combinación del producto de limpieza para “lustrar el piso” el escenario se tornó intransitable para los jugadores como una pista de patinaje sobre hielo. Ningún jugador se sintió cómodo en la entrada en calor. A falta de una hora y cuarto para el comienzo del partido, alguien dio la orden que se le pase agua con azúcar al piso con un trapo para generar el efecto de “pegote” que suele tener esta clase de acciones.

De hecho cuando un piso esta húmedo y se utilizan elementos como azúcar con agua o gaseosa, el jugador en vez de resbalarse “se clava” en la cancha. Pero es mucho más recomendable que patinarse. Se prendió también el aire acondicionado del estadio. El viento frío puede bajar los niveles de humedad. Claro que se hizo muy tarde y las 6000 personas llenaron de calor el poli, pero todo era inútil, porque aquí la humedad fue la última de las culpables.

Cuando sucedió la primera suspensión temporal y apenas se llevaba jugado 1 minuto, se abrió la manga de seguridad por donde salen los jugadores de Peñarol y se aprovechó el viento que larga para secar un sector del campo. De todos modos no resultó. El utilero de Peñarol, José Guidolín, pasaba infructuosamente un trapo bañado en Pepsi, para buscar un efecto menos deslizante. Encima al ser el día del aniversario de Mar del Plata no hubo personal de limpieza ya que todos estaban de asueto (Cuando Dios conspira no deja cabos sueltos).

Luego Mario, un empleado de Peñarol, fue hasta la sede de su club a buscar resina. Parecía la solución pero cuando llegó y la desparramaron se dieron cuenta que además de resbaloso, el piso estaba quedando un chiquero. Allí, sin siquiera reanudar el partido y luego de 50 minutos de espera, Pablo Estévez y Juan Fernández reunieron en el centro de la cancha a los capitanes de cada equipo, Sebastián Rodríguez y Pablo Gil, para comunicarles la suspensión del partido.

La historia quedó trunca nuevamente. Hoy desde las 17 se devolverán en ambos clubes el importe de las entradas. Peñarol ya pagó dos operativos policiales completos, de más de 120 efectivos y el clásico no pudo jugarse. Ahora deberá pagar un tercero y seguir esperando, al menos otro mes, para quedarse con la recaudación del partido más importante en su calendario. No hay caso, el clásico se puso maldito.

Fotos: Majo Gil (mjgil@pickandroll.com.ar)

Crónica: Pablo Tosal
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