La llegada del campeón

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 26/05/2009
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El diario La Mañana de Córdoba fue un testigo privilegiado del largo y feliz retorno a casa del Atenas campeón de la Liga Nacional. Fueron horas interminables de un viaje cargado de matices, con jugadores que disfrutaron, y aún lo hacen, a pleno de un título largamente esperado.

En la planta alta del Chevallier se ubicaron los jugadores, en la parte baja, los dirigentes y el cuerpo técnico. La fiesta, obvio, estuvo arriba. Los integrantes del plantel verde armaron su propio carnaval. La celebración empezó en el hotel. Al grito interminable de “Dale campeón”, Leo Gutiérrez fue el abanderado. Llenó la Copa (rota) de champán y dijo: “Hay que tomar de la Copa porque es un momento inolvidable”, y así fue convidando a cada uno de los presentes; sus compañeros, su técnico Rubén Magnano, al presidente Felipe Lábaque y a todos los allegados.

Después fue el momento de subir al ómnibus, bien cargado de provisiones. Y un momento íntimo. Agrupados en la parte de atrás, cada jugador habló de los momentos de la temporada. Fue el tiempo de las ovaciones. “Diego no se va, Diego no se va”. Fue el grito pedido para la continuidad del capitán, Osella. También hubo pedido para Bruno Lábaque: “Bruno no se va, Bruno no se va”. Y nadie quiso olvidarse del Jugador más Valioso de la serie final. “MVP, MVP, PVP”, le cantaron sus compañeros a Andre Laws.

Directivos y DT subieron a compartir una copa (y más). El sol salía y el cansancio empezaba a hacer mella en los gladiadores. Después de un cambio de ómnibus en Puerto Madero (Capital Federal), varios empezaron a dormirse, aunque el repetido “Dale campeón” despertaba a muchos.

Igual se imponía el cansancio. Pero cuatro jugadores no lograron ser vencidos. Los “Aguantadores” fueron Leo Gutiérrez, quien cargado de adrenalina pareció un novato y no un súper ganador de seis coronas de Liga. El resto sí lograron el primer título y no querían parar de festejar. Juan Pablo Figueroa, Juan Manuel Locatelli y Federico Ferrini. La batuta de “maestro de ceremonia” la tomó “Pantera” Ferrini. Cada tanto sonaba el “Dale campeón” y no faltaron las cargadas para Peñarol. La conservadora naranja de Ferrini seguía abasteciendo de “combustible” (fernet con coca y vino tinto fueron las preferidas). Los “aguantadores” perdieron aguante y solamente quedó despierto Locatelli, quien vivió de manera especial el título por su largo pasado en el equipo marplatense.

La gran bandera que los seguidores verdes desplegaron en el Polideportivo marplatense en la noche del domingo acompañó al plantel. Y muchas veces fue desplegada dentro del ómnibus. El “trapo” es de los amigos de Ferrini.

Llegó la parada para almorzar en Sport Club de Cañada de Gómez. La madre de Ferrini, Rosana y sus abuelos; Pepe y Rosa, fueron los anfitriones en un lugar de recuerdos para Atenas ya que en 1990 logró el tercer campeonato de Liga en un momento especial por la muerte, días antes, de Carlos “Palito” Cerutti. La despedida vino acompañada con la emotiva canción “We are the champions” (Somos los campeones).

El cansancio, y el hartazgo, alcanzaba a todos, pero pisar suelo cordobés recargó las pilas. La primera parada obligada fue en Oliva, la tierra de Cristian Romero. Una multitud superior a las 700 personas llenó de emoción a todos, principalmente al local “Kily”. Después fue tiempo de Oncativo, la casa del capitán Osella. 600 seguidores le dieron la bienvenida. Padres, niños y abuelos aprovecharon para abrazar a los jugadores de Atenas.

Hasta que al fin entraron a la ciudad. La autobomba esperaba una cuadra antes del Arco de Córdoba. Arriba del camión de Bomberos era el tiempo de cumplir con la tradicional caravana por las calles cordobesas, un privilegio de los campeones.

Marcelo Chaijale - Diario La Mañana