La cultura del aguante y los detractores

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 04/09/2009
• (23 comentarios )

La actuación argentina en Puerto Rico, con el agregado de la Copa “Tuto Marchand” antes del premundial, ha logrado que el país basquetbolero se dividiera en una suerte de peronistas y radicales. Aunque, como siempre, no se sabe muy bien de qué lado están los buenos.

El día “D”, el día clave fue la derrota con Venezuela. La selección había tocado fondo y el objetivo de ir al mundial se nos ponía mucho más difícil de lo pensado.

Hace al menos entre 7 a 9 años (disculpen Uds mi falta de memoria) en una charla en el marco de una Clínica Internacional de entrenadores, Sergio Hernández me decía que los entrenamientos de sus equipos en las derrotas y en las victorias no son iguales. “No deben serlo” me confesó. Luego amplió: “Vos podes perder o ganar porque es un juego, pero no es lo mismo perder que ganar en el deporte profesional”. Finalmente me explico su cara de culo y su fastidio en los entrenamientos luego de una derrota.

Esto que me decía Hernández es el ABC del deporte profesional. La derrota no debe tomarse JAMAS del mismo modo que una victoria. Se puede perder, pero no debe caer igual al alma. Porque si es lo mismo, entonces se acostumbra al grupo a que perder está bien.

Cuando el juego con Venezuela se convirtió en una humillante derrota entonces TODOS nos hicimos eco del efecto. Y está claro que no todos tenemos las misma intenciones. Habrá y no lo niego, gente que apuesta a la derrota (por intereses personales o lo que sea), pero son los menos. La gran mayoría sufrió el efecto de un golpe devastador a algo querido.

Utilicé ayer en Pick and Roll radio, una analogía medio traída de los pelos (como todo lo que se dice en radio), pero que vale la pena traer a cuento: Cuando una persona va al cine a ver una película de terror, la idea es que sienta miedo en su butaca, y si va a ver una comedia, la idea es que se ria.

Sería curioso que viendo una película de terror la gente se ria y festeje chistes que no existen, o se llene de pánico ante una comedia. Las reacciones ante una comedia/dramática son incluso más variadas porque dentro de los 120 minutos de duración uno puede llorar y reír dentro del mismo filme. ¿Y esto está mal?

Las reacciones corresponden a cada momento y saludablemente debe ser así. Si un hijo trae del colegio una mala nota, el padre ¿que hace? ¿Lo premia? ¿Le dice “seguí así”?

El punto es: si la selección tocó fondo, y pierde jugando mal, no es que uno se preocupa sino que se horroriza, y lejos de caerle como una derrota normal en que se lamenta, a uno se le ponen los pelos de punta. Y esto está maravillosamente bien, porque así debe ser la selección nacional.

Vaya a saber porque cosa del destino ahora hay una suerte de necesidad de estar en los extremos, ser “anti” o “ pro” y terminar por confundirlo todo. Están los anti Hernández y los pro Hernández, los anti X jugador y los pro X jugador. Entonces ya no se discute si la selección juega bien o mal sino que van directo contra la persona en su totalidad.

Los jugadores juegan mal y bien y el entrenador lo mismo. Es parte del juego, pero lo bueno es saber que esa misma regla se cumple para cuando hacen las cosas bien y cuando hacen las cosas mal. No cuando nos conviene.

Siento que hay una consecuencia importante de lo que se llama “la cultura del aguante”. Esto es que un grupo de muchachotes (preferentemente) salta y canta en la tribuna sin ver nada del juego. El equipo pierde por 25 pero ellos ni se enteran. Siguieron “haciéndole el aguante a su equipo”. Si se cruzan a alguien fuera de la cancha y le pregunta por el partido responderán: “no tengo idea pero nosotros hicimos la re fiesta”. Así entre birra y faso van locos por su club, por sus colores, por la vida.

Un escalón por debajo de esta gente están los que con tal de que no los confundan como “contras” solo saben decir “hay que apoyar en las malas”. Estos timoratos confunden la crítica como un ejercicio de destrucción, cuando por lógica y por consecuencia la crítica es un ejercicio de construcción.

El verdadero aguante es saber decirle al amigo más fiel que se equivocó, que debe cambiar, que uno esta espalda con espalda con él y quién mejor en el mundo que una persona que te ama para decirte que cosas no están bien. ¿A quien le vas a hacer caso, a un enemigo?. Por eso lo amigos se protegen con verdades.

La manera que conocemos de hacer reaccionar a una selección que amamos todos es mostrando nuestro descontento desde el respeto. Somos la misma herida de los jugadores. ¿O acaso Luis Scola quiere la selección mas que algunos de nosotros?. Luis tiene la suerte infinita de ser un genio del basquetbol y poder defender la camiseta pero pongan un “querenciometro” que me someto a todo tipo de pruebas a ver quien es el que mas quiere a la selección.

Lo que es rojo se debe llamar rojo, no verde. Si es blanco se debe decir que es blanco, no gris. En la argentina hablar con eufemismo es parte de la cultura. Uno siente orgullo por los jugadores que estando en una abismo tuvieron el carácter y la entereza de responder como lo esperábamos. Salieron del lugar que denunciábamos, para ocupar el lugar que hoy anunciamos. Si hace solo diez días la selección transmitía angustia y hoy confianza es porque eso mismo es lo que pasaba. Y todo debe decirse en el momento oportuno.

La selección número uno en el mundo FIBA no puede pasar desapercibida para nosotros. La cultura que nos legó la generación dorada es patrimonio de todos y en consecuencia debemos quererla y protegerla entre todos.

Los jugadores, afortunadamente, demostraron que los mensajes le llegan. Que el peso de la responsabilidad lo asumen, que ganar o perder no les da igual, que se puede confiar cuando la camiseta de la selección argentina esta en juego y que dejarán lo necesario en pos del objetivo. Nosotros también lo sabemos.

Pablo Tosal
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