Mata Fuego

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 15/05/2010
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Se podría repasar este partido por mucho tiempo y seguir sacando detalles. Fue un duelo táctico, de nervios, de ejecución al límite que vale la pena volver a ver. Un partido que tiene una riqueza mayor al 64-60 y el 2-0 de Peñarol sobre Atenas.

Lo gana el local, y ya analizaremos el cómo. Lo gana el local y buscaremos un héroe, en definitiva se trata de ganar la final, pero bien mirado podríamos decir que vimos un enorme partido de básquetbol y que la final de liga una vez más representa muy bien al básquetbol argentino.

Se podría pensar que se jugó mal en ofensiva que el partido fue bueno por emoción y no por desarrollo. Me permito no coincidir con eso. Ya hemos dicho más de una vez que un partido de bajo score no siempre es un duelo de defensa, a veces es sencillamente malo.

En cambio, esta vez, el 64-60 fue hijo de dos defensas exquisitas, duelo táctico que fue bueno por el scouting previo y que luego, en ambos lados, hubieron de improvisar situaciones sobre la macha. Las ofensivas no jugaron mal, sino que no pudieron jugar. Esto es el primer concepto del juego.

El segundo es: Peñarol tiene siempre una carta ganadora. Campazzo y Mata no parecen jugadores que se lleven puesto una final. Pues prestemos atención porque lo son. Leo Gutiérrez, Tato Rodríguez, el propio Lamonte y Leiva no tienen empacho en ceder protagonismo.

Tercero y último: Para ganar un juego, como para salir campeón, como para superar a un rival de enorme jerarquía también hace falta ligar un poco. En un juego que se define en la última bola, con los horrores que hicieron los tres árbitros en el juego, también es necesario que la suerte te acompañe.

La vida de este segundo juego de la final fue emotiva. Fueron 40 minutos intensos que se deben contar de apoco, como se disfrutan los buenos vinos. Vamos por cuarto.

El segmento inicial fue de Atenas. Oscar Sánchez mandó un cambio al quinteto inicial con todo lo que significa modificar la estructura en las finales. Y fue nada menos que el cambio de base: Cantero por Figueroa. Ya tendremos tiempo de detallarlo en profundidad, pero es notorio como Atenas aún en la final no encuentra su estilo.

Las asignaciones individuales fueron iguales al primer juego, tanto en Peñarol como en Atenas, y fue el propio Cantero el jugador más destacado con 8 puntos y 5 rebotes. El primer parcial a favor de la visita (2-9) lo puso arriba 7-11 muy rápido. Pero Martín Leiva metió tres dobles en el poste bajo y el local se mantuvo con vida. Mientras Peñarol buscaba profundizar el ataque con sus pivotes, Cantero se iba adueñando de apoco de los tiempos del partido (por eso el primer cambio del Oveja Hernández fue Campazzo).

La distancia de 4 (15-19) favorable a los cordobeses pronto se evaporó. Cuando el técnico local rotó el banco encontró soluciones defensivas y Atenas se quedó sin gol. Fue un parcial 10-0 para pasar a comandar el partido 25-19 en 4 minutos y medio.

Después de perder por seis (28-22), Atenas logró igualar en 31 con 5 puntos de Cantero y 4 puntos entre Romero y Osella. El pivote de Oncativo otra vez jugó más minutos que Kanté en todo el juego. El primer tiempo se lo “roba” la visita con un doble y falta de White (33-34) pero en el marco de una paridad absoluta.

Peñarol en el segundo cuarto intentó abrir un poco la defensa pero le fue mal desde el perímetro (0/6) y hasta erró los libres (8/14). Leiva (12) y Gutiérrez (9) aportaban puntos pero al contrario del primer juego el perímetro estaba desaparecido. Sobre todo Lamonte.

Atenas jugó un gran tercer cuarto. Lo dominó por completo a su rival no obstante dilapidó una distancia de 6 (39-45) cuando restaban 3 minutos y Peñarol entró al último cuarto arriba por dos (47-45) metiendo un furioso parcial 8-0 (triples de Tato Rodríguez y Mata más un doble de Lamonte).

El Huevo Sánchez le encontró la vuelta a la defensa poniéndolo ahora a White a contener a Leo Gutiérrez. Como siempre, cuando Leo sabe que si fuerza las situaciones perjudica al equipo se dedicó a hacer otras cosas, entre ellas pasar y defender. Pero alguien la tenía que meter y no había nadie en Peñarol que tuviera gol (ni espacios).

Cantero se deglutía el partido y de hecho fue el hombre destacado del juego, no fue la figura porque ganó el rival, pero fue la clave. Imposible de contener para la defensa de Peñarol, el base entrerriano usó su enorme talento para salirse del libreto. Mientras Figueroa está muy táctico, muy atado al pizarrón, Cantero sacó un poco el juego de “la plaza” y encontró goles fantásticos y jugadas iniciadas en su genio.

Cuando llegó el cuarto final ya las 8000 mil almas que colmaron el Poli y todos lo que lo vieron por televisión sabían que el partido iba a un indefectible final cerrado. Con toda la presión para el local. Esto se fue palpando en cada minuto que pasaba y como la pelota pesaba más y más.

En tales circunstancias siempre es Kyle Lamonte el que pide la pelota y esta vez no fue la excepción. El problema para el único extranjero de Peñarol fue que del otro lado tenían aprendido hasta su amague de cejas. Fue para adentro chocando contra una defensa que le tendió todas las trampas posibles. El coraje y el talento de Lamonte no hacían mella en una defensa que lo tenía atado. Sobre todo White.

Allí nace la leyenda del pibe Mata (cumplirá 24 el 1 de agosto), que ya ha ganado algunos partidos por su talento pero nunca había tenido una actuación así en una final. Como lo marca un ala pivote (por lo general lo toma Lo Grippo) Mata gana con su velocidad los espacios para lanzar mejores tiros que sus compañeros. Y lo está haciendo con buena puntería (5/9 en tiros de campo). Además bajó 12 rebotes en defensa. “Marquitos” aportó siete puntos vitales en el segmento final y cinco de manera consecutiva en un instante clave.

Ganaba Atenas 56-57 a falta de tres minutos, pero un doble y un triple de Mata lo pone arriba a Peñarol 61-57 cuando faltaban apenas 2:00. Un doble con falta de Diego Lo Grippo puso el partido en una caldera (61-60) a falta de 1:55.

Desde allí el final fue un mar de errores y tiros errados hasta que Lamonte con enésima mandada al aro pudo burlar la marca de Locatelli, sacó la falta y metió un doble con tablero (a falta de 12 segundos) que le dio el 64-60 al marcador final. Tanto chocó el escolta foráneo contra la defensa rival, que parecía se iba a cansar de ir para adentro y utilizaría el tiro perimetral, no obstante, como llamado por el destino, nunca dejó de hacerse cargo de la situación de cierre.

Párrafo aparte para los árbitros. Mal partido de Chiti, Rougier y Smith. Dejaron pegar muchísimo y protestar todo el tiempo. El huevo Sánchez montó su show que exasperó a la gente (y mereció un técnico ya muy temprano) y sobre el final (en el medio de un mar de errores) tuvieron dos cobros decisivos. Una tapa lícita de Romero a Lamonte sancionada con foul y sobre todo una caminada evidente de Vega que ignoraron y terminó con doble y falta de Leiva. Ya el primer partido había sido muy flojo lo de los árbitros. No es raro, solo es consecuencia de la floja campaña que tuvieron todo el año.

“La única verdad es la realidad” decía Juan Domingo, y acá en un partido donde Atenas logró manejar los tiempo y tácticamente poner en aprietos a Peñarol, el ganador fue el mismo que en el juego uno. La serie está 2-0 y ahora la historia parece haber cobrado mucho más calor, aunque haya habido un bombero que apagó el incendio a tiempo.

Síntesis
Peñarol (64): Sebastián Rodríguez 6, Kyle Lamonte 13, Marcos Mata 14, Leo Gutiérrez 9 y Martín Leiva 17 (FI) Facundo Campazzo 1, Sebastián Vega 3, Alejandro Reinick 0 y Alejando Diez 1. DT: Sergio Hernández.

Atenas (60): Juan Pablo Cantero 20, Juan Manuel Locatelli 4, Albert White 11, Diego Lo Grippo 15 y Djibril Kanté 2 (FI); Juan Pablo Figueroa 0, Federico Ferrini 0, Diego Osella 6 y Cristian Romero 2. DT: Oscar Sánchez.

Parciales: 15-19, 33-34 y 47-45.
Árbitros: Alejandro Chiti-Diego Rougier-Roberto Smith.
Estadio Polideportivo Panamericano (8000).
Serie 2-0.

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.net)
Crónica: Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)