Esta versión 2011/12 de los Houston Rockets fue edificada sobre una base que podría calificarse como poco sólida. Inmediatamente después que la NBA anunciara que el lockout había llegado a su fin, la danza de los nombres acerca de posibles transferencias comenzó a acaparar toda la atención en el mundo NBA. Dentro de ese mar de especulaciones y rumores, el equipo texano tenía reservado su lugar.
De esta manera Houston estuvo a punto de protagonizar el canje del año, que hubiese derivado en la llegada de Chris Paul a los Lakers, de Pau Gasol a los propios Rockets y de un combo muy interesante a los New Orleans Hornets, en el que estaba incluido Luis Scola (con Lamar Odom, Kevin Martin y Goran Dragic). Pero David Stern vetó la ilusión de los “púrpura” de contar con el gran base, que finalmente recaló en sus vecinos de los Clippers.
En pocas palabras: Kevin McHale de alguna manera jugó con un equipo al que quiso cambiarle la forma por completo. La partida del Luifa, Dragic y Martin – nada menos que la columna vertebral del equipo – no solo hubiese significado el rearmado del plantel, sino también el comienzo de una nueva era, que giraría en torno a Gasol.
Pero la realidad les marcó a Daryl Morey (Manager) y los Rockets que deberían afrontar la temporada con el platel que tenían, al margen de las modificaciones realizadas sobre la fecha límite de traspasos, allá por mediados de febrero.
Desde este punto se puede llegar a pensar que el comienzo puede haber sido un tanto incómodo; Tal como sucedió con otros jugadores (el caso del propio pivot español y de Odom, que finalmente recaló en Dallas y no tuvo un buen final), los rumores de disgusto por el hecho de saberse moneda de cambio estaban a la orden del día. Claro que la NBA significa “hiperprofesionalismo”, y los protagonistas saben que estas cuestiones son sumamente normales, y sobre todo que están dentro de las reglas del juego.
La marcha de los Rockets fue por demás irregular. Comenzaron dubitativos, con solo dos victorias en los primeros ocho encuentros, aunque el calendario no había sido muy amable con ellos: En la primera semana y media de competencia debieron verse las caras ante Oklahoma City en dos oportunidades, San Antonio, Memphis, Orlando (en el debut), Atlanta y un periplo por Los Angeles que incluyó Lakers y Clippers. Todos equipos de playoff.
Pero cuando todos estaban esperando un año sombrío en Houston, los Rockets se destaparon ganando 9 de sus siguientes 10 juegos, quizás gracias a un fixture un poco más “permisivo”. Ahí McHale se dio cuenta que si bien no contaba con un equipo para salir campeón, podía aspirar a meterse de lleno en postemporada.
Con la era post Yao Ming iniciada, los Rockets se volvieron necesariamente un equipo perimetral, ya que como máximo referente en la pintura quedaba Scola, y nunca ha sido una de las primeras opciones en la ofensiva, aunque terminó siendo el segundo máximo anotador con 15.8 puntos por partido; De esta manera el juego de los texanos siempre se basó en el talento de su media cancha: El base Kyle Lowry y el escolta Kevin Martin.
Ambos lideraron a Houston desde el juego; Martin promedia 17.1 ppp, mientras que Lowry 14.3, más 6.6 asistencias y 4.6 rebotes. Sus “explosiones”, más todo el talento del Luifa sostuvieron a los Rockets hasta que las lesiones le jugaron una mala pasada.
Kevin Martin se perdió 25 partidos en la temporada, no jugó desde el 11 de marzo y se perdió la recta final de la temporada (23 partidos) en la que los Rockets evidenciaron un gran bajón al perder 7 de sus últimos 8 encuentros, racha que los condenó en su pelea por los playoff. Lowry, por su parte, también estuvo ausente en un momento especial; A partir del 7 de marzo, no jugó en 16 partidos y su equipo cayó en 7 de ellos.
Ante la imposibilidad de contar con el mayor sostén con el que contaba, Houston quedó con el talentoso Goran Dragic en la base y Courney Lee de “dos”. El esloveno guió al equipo, lo que comúnmente se llama “ponérselo al hombro”; Se conviritió en su líder emocional. Su rendimiento fue de lo mejor (11.8 puntos, 5.2 asistencias, 2.5 rebotes y 1,3 robos en 26.4 minutos), y su estilo de más pausa y juego de media cancha favorece al de Scola.
Parecía que McHale le devolvía a los Rockets un lugar en la postemporada luego de tres años, sin embargo se derrumbó en los partidos finales ante equipos con los que peleaba por ese boleto. La “debacle” comenzó ante Utah, y luego llegó el duro golpe frente a los Phoenix Suns, quienes estaban a dos juegos.
La situación se tornó crítica tras la doble caída frente a los Nuggets, a quien aspiraban alcanzar, y luego la derrotas en Dallas y nada menos que ante New Orleans, el peor equipo del Oeste. “En la recta final no fuimos capaces de cerrar los partidos. Esa es una de las razones por las cuales no estamos en los playoff”, explicó Luis Scola, incluido por los hinchas dentro del quinteto ideal de la franquicia de la década. Las 7 derrotas que determinaron la eliminación fueron un margen promedio de menos de 9 puntos.
El año terminó para los Houston Rockets sin poder alcanzar el objetivo que se habían planteado. Ahora tendrán que esperar que la suerte los acompañe en la lotería para así poder tener una buena selección en el próximo draft y comenzar a diagramar la temporada venidera.
Sebastián Ciano
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