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Asesino de redes

Muchas veces detrás de las estrellas norteamericanas hay historias de vida curiosas, algunas increíbles. ¿Razones? De todo tipo. Desde su origen humilde hasta algún error de un técnico que las marginó temporariamente de un equipo. Obstáculos que para la mayoría habría significado el fin de una carrera, pero no para ellos. Su determinación y hambre de triunfo les permitió darle un final feliz a esas novelas. El mejor ejemplo es Michael Jordan. Su coach del secundario lo rechazó por su baja estatura (medía 1.78m). Aquella fue la mayor decepción de su vida, pero a su vez le sirvió como motivación para convertirse en el más grande basquetbolista que se haya conocido.

La misma situación marcó a fuego a John Hugh Eubanks, el máximo goleador y mejor extranjero de esta temporada. “De pibe era bajito y, cuando iba a los playgrounds, nadie me elegía para sus equipos. Luego, cuando entré al secundario, tampoco me seleccionaron para el conjunto principal (varsity)”, recuerda la figura de Estudiantes de Olavarría, el escolta y mayor enemigo que tiene Atenas en la búsqueda del título.

Ante esa misma situación, Jordan decidió que no se había esforzado lo suficiente y empezó a levantarse a las seis de la mañana, una hora antes de ir al colegio, para hacer ejercicios de tiro y manejo de balón. Eubanks también sufrió mucho y tomó el camino del esfuerzo para intentar demostrarle a ese coach que se había equivocado. Además, increíblemente, creció ocho centímetros en un año igual que Jordan (de 1.78 a 1.86m) y logró que lo incluyeran en el plantel. “De a poco me gané un lugar en el quinteto titular y en la última temporada promedié casi 20 puntos y 10 rebotes. Ahí aparecieron muchas universidades para ofrecerme una beca”, contó.

Ahí empezó otra odisea. “Primero elegí una pequeña facultad (Sullivan) porque pensaba que no estaba listo para la división I de la NCAA. Y me vino bien. Allí me convertí en el jugador simple que soy hoy, apegado a los fundamentos del básquet. Era diferente a la mayoría de los chicos de mi edad. Ellos preferían los lujos, el juego espectacular. Por dos años estuve entre los mejores de la competencia, entonces decidí pasar a Marshall, una universidad de división I. Pero como cuando firmé la carta de intención fue despedido el técnico que me quería, me fui a otra: Tennessee State”, explicó J.J.

Los obstáculos siguieron... “Pensé que sólo me iba a perder esa temporada por los traspasos, pero cuando terminó, la NCAA me obligó a estar parado medio año más. Fue muy duro porque sólo pude jugar la mitad de la campaña en la máxima división. Eso perjudicó mis chances de ingresar en el draft de la NBA, a pesar de que promedié 27 puntos en 18 partidos. No fue suficiente como para arriesgarse a gastar una selección en mí”, finalizó.

-¿Pero no tuviste ninguna otra chance de llegar a la NBA? -Sí, pero ocurre que tuve una mala experiencia y decidí no volver a intentarlo. Sucedió en 1993, cuando fui a un campamento de verano con Indiana Pacers. Me explicaron que había tres puestos a cubrir y me gustó el desafío. Empezamos entrenando 16 jugadores y luego cortaron a seis para ir al torneo de pretemporada. Allí jugué muy bien (promedié 16 puntos en 15 minutos) y cuando terminó la competencia, el técnico Larry Brown me miró a los ojos y me dijo que ese mismo día iban a llamar a mi agente para arreglar el contrato. Me mintió. Fue un gran desengaño. Ahí dije nunca más.

-¿Pensás que podrías haber jugado en la NBA?
-Por supuesto. Creo que todavía podría estar jugando. Sin dudas.

-¿Y si te llaman ahora?
-No le diría que sí, ni que no. Aún es un sueño, pero lo pensaría bien.

-Hay compatriotas tuyos que se desesperan por la NBA. ¿Vos no sos ese tipo de jugador?
-No me muero por llegar. Hay jugadores que se pasan toda la vida en la CBA esperando el llamado de un equipo. Si alguna vez llega, hacen plata y logran fama. Pero yo soy diferente. No necesito ser rico y famoso. La felicidad pasa por otro lado: estar cómodo en un equipo, con buenos compañeros y, en especial, con mi familia contenta.

-¿Sos feliz en Olavarría?
-Seguro. Me hacen sentir como en casa. La ciudad tiene cosas parecidas al pueblito de Indianápolis adonde vivo en Estados Unidos.

-¿Te gusta Argentina?
-Me encanta. Es un país hermoso. Yo estuve en muchos y es uno de los que me atraen. Disfruto mucho los viajes en colectivo. Aprovecho para deleitarme con el paisaje: los campos, las vacas... Yo vengo de una familia que vivió en una granja.

-Igual parecía que no volverías a Argentina. Se suponía que, luego de ser el goleador acá, regresarías a Europa por más dinero.
-Tuve mejores ofertas pero, como dije, no todo es el dinero. Volví a Estudiantes por varias razones. Primero porque, luego de una buena temporada, se quedaron el coach (Sergio) Hernández y la mayoría de los jugadores. Sabía qué me encontraría si retornaba y, como la había pasado bien, decidí seguir en Olavarría.

-¿Te vas a quedar varios años?
-No sé. Lo voy a tomar año a año.

Goleador de raza. Luego de hablar de su vida, respondió sobre su enorme capacidad para anotar.

-En un partido en la liga de Israel metiste 101 puntos. ¿Cómo fue?
-Una situación muy curiosa. Recuerdo que jugábamos contra un equipo flojo, sin extranjeros, y en la primera mitad ya llevaba 45 puntos. En el vestuario mis compañeros me preguntaron si creía que podía alcanzar los 100. Les dije que era difícil, pero que podía intentarlo. En el segundo tiempo se la pasaron dándome la pelota. Querían que las tirara todas. Así lo hice y terminé con 101.

-¿Cuál es la sensación que tenés cuando anotás de esa manera?
-Estoy como inconsciente. Veo el aro tres veces más grande de lo que es y siento que no fallaré ningún tiro, que nadie puede pararme.

-Sos reconocido como un gran goleador, pero ¿cuál es tu filosofía? ¿Preferís meter 40 puntos y que otros se ocupen del resto de las funciones? ¿O te gusta más anotar 20 y colaborar con rebotes y asistencias?
-Muchos piensan que sólo soy un anotador, pero no creo que sea así. En la última temporada no me propuse ser el goleador. Sólo ocurrió. El equipo necesitaba esa cantidad de puntos y yo se los daba, pero no tengo la actitud de decir: yo meto 30, vos bajá diez rebotes y vos hacé ocho asistencias... Si meto 10 tantos y ganamos, está bien para mí.

-¿Pero no amás anotar puntos como cualquier goleador?
-Es lindo, pero el equipo es lo más importante. Uno realmente se da cuenta de esto con los años. Antes pensaba diferente. Ahora soy muy competitivo. No tolero perder, ya sea en las cartas o en el básquet.


Foto: La Nación.
Fuente: Diario Olé 19/11/1999.

COMENTARIOS (3)

chinof 04/09/2013

quiza el mejor extranjero de toda la historia de la liga, un tipo que jugo dos años en estudiantes y fue goleador en ambos, marcando diferencias notables con casi 30 ppp en el segundo año, ademas de ser campeon y mas valioso de las finales<BR/><BR/>de ahi lo vimos en un mini paso por atenas, donde quemo redes junto a bunn, el año de la fuga de extranjeros<BR/><BR/>y luego un par de años en la primera division italiana donde promedio 18 puntos un año y 15 en otro, junto a monechia, delfino y palladino<BR/><BR/>un crack de verdad, al que le quedaba demasiado chica la liga

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tonyanto 05/09/2013

coincido excelente extranjero aunque no se si el mejor, han pasado buenisimos extranjeros por la liga si para mi esta entre los diez mejores!! no hay q olvidarse de landsberger que paso por comodoro con 37 años y jugo una gran liga!!! c dos anillos de nba y siendo en la acb el segundo rebotero detras de sabonis, nada menos, pero sii esta bueno que se recuerden estosa grandisimos americanos, melvin johnson, moten, bunn, wallace bryant, jervis cole, robert siler, willie scott, terry coner, charles parker, carey scurry.. david scott... un tipo c muchisima calidad y grandisima persona!!!

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Benjaolav 05/09/2013

Qué épocas de Bata, no era solo Eubanks. Estaban el Lobito - Gianella - Lolo y Dani Falabello - Baldo - Chila. Después estuvieron Paolo - Gaby Díaz -Osella - Ruiz Moreno - Gaby Fernandez - Diego García - Logrippo - Byron Wilson y como DT el grande del Oveja. El Bata era una aplanadora y JJ un asesino.

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