La noche caliente de Corrientes

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 22/05/2014
• (30 comentarios )

Las cosas que han pasado en el primer partido de la serie se pueden entender, pero no aceptar. La gente no puede jugar un partido de básquet de Liga Nacional. Tampoco jamás formará parte del resultado. En todo caso la gente logrará que un espectáculo sea mejor o peor. No más que eso.

Entendemos que para los hinchas de Regatas el partido era de suma importancia. Y no solo por ser la final, sino por el rival, porque Peñarol representa ese paradigma de rival que de tanto en tanto nos regala el deporte. Esto creó una ansiedad que se palpaba en el ambiente. Regatas esperó mucho tiempo jugar una final con Peñarol y ahora deberían reflexionar hasta donde es bueno ese impulso.

Entendemos que cuando se generaliza se comete un error. La gran mayoría no es como los espectadores que arruinan la fiesta. La gran mayoría arma la fiesta. Pero son los menos los que estropean el espectáculo. Por ejemplo anoche ambas hinchas estuvieron muy bien. Alentaron, empujaron a sus equipos, pero fueron algunos plateístas los que se tomaron atribuciones de patoterismo para arruinarlo todo.

Entendemos que la gente que está más cerca del rectángulo es la que pagó más por esa ubicación y en la teoría evolutiva debería ser gente educada. Muchas veces esto se da al revés y son estos maleducados de primera fila lo que dejan muy mal parado a un club como Regatas Corrientes que mucho ha trabajado para llegar hasta acá.

Entendemos también que haya un fervor que pueda nublar razones. Las personas suelen abochornarse de sus actitudes de cancha, pasa en todos lados, y no son en la vida cotidiana esos Rottweiler que se muestran en la cancha.

Pero no aceptamos que haya violencia, ni verbal ni física del público para con los jugadores. Porque el folklore argentino nos lleva a que todo un estadio insulte a un jugador y eso sea este bien. Ok, aceptado, pero no que se lo insulte al oído cuando va a ejecutar una reposición desde el costado. Demencial. ¿Qué clase de ser humano sale eyectado de su butaca para decirle “Puto, cagón” a un jugador al oído?.

No se puede aceptar que 10 o 20 plateistas hagan quedar mal a toda una institución ni a 4000 hinchas que si van a ver básquet, y que también eufóricos y locos por su equipo, entienden que esto es un espectáculo.

Es inaceptable que se le pegue a un jugador. Por más que éste lo haya mojado como ocurrió. Quien empezó primero, si le dijo o no le dijo si hay o no motivos, no tiene nada que ver. Parece una explicación de un niño de Jardin de Infantes excusándose ante una travesura “señorita, señorita, él empezó”. En el mundo de la cordura y de adultos no se puede aceptar que esto pase en ninguna cancha del país bajo ningún concepto.

Finalmente, que la gente de la popular que escupe protagonistas es tener que aceptar que estamos en la edad de los monos. Un ser humano que escupe en una cancha donde hay criaturas sentadas debajo no tiene ningún adjetivo que se pueda usar. Ninguno. Lo único que podemos hacer es entender que esa gente que entra a la cancha no puede tener una tribuna con gente por debajo de ella.

Cuando Javier Martínez y Nicolás Romano se acercaron desde el banco de suplentes de Regatas al lugar donde se produjeron incidentes en la hinchada de Peñarol era porque sus hijos y esposas estaban sentados debajo. Chicos llorando y asustados, jugadores nerviosos por sus familias en vez de estar concentrado en una FINAL DE LIGA NACIONAL. ¿Qué clase de circo es este?.

En definitiva pasó lo mismo que pasó en otras canchas. Esto es lo triste. Que estamos acostumbrados a que pase. Vivimos de milagro en milagro en la liga nacional esperando que no pase nada. No hay operativos preventivos que alcancen a la irracionalidad.

Lo único que podemos hacer desde nuestro sector es invitar a todos a transformar el odio al rival en amor al propio equipo. Alentar hasta quedar afónicos, gritar cada doble y triple como el último. Emborracharse de felicidad por el triunfo o vivir con tristeza las derrotas. Porque el Parque Mitre y el José Jorge Contte tiene todo para que el partido y la final sea una fiesta inolvidable. Solo se arruina si otros lo dejan. No se lo permitan.

Pablo Tosal
@pablotosal
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