Sin equivalencias

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 24/09/2016
• (21 comentarios )

Si no se rompió la máxima diferencia (en manos de Peñarol por 32) fue porque Richotti decidió poner los pibes para cuidar el cuerpo de sus emblemas, por pensar en lo que viene y armar un equipo de largo aliento, con repartos de minutos ante un partido ganado. No se trató de piedad sino de planificación, pero en verdad fue uno de los clásicos más incalificables de la historia. La superioridad de Peñarol sobre Quilmes fue absurda, pudo hacer más daño y no lo hizo. Increíble.

El tiempo dirá hasta donde llegará cada uno, cuáles serán las maneras de reponerse de Quilmes y que errores debería cometer Peñarol para caerse de este mapa que armó en 40 minutos sobre la ilusión de sus hinchas. Hoy es difícil pensar en algo que no sea un juego atípico y fuera de contexto en la diferencia.

En el primer cuarto, los primeros minutos marcaron la tendencia. Reed calentó la mano y desarticuló los intentos defensivos de Enzo Ruiz y de Famutimi. Con dos triples y tres libres llegó rápido a los 9 puntos. Pero también alcanzaron el gol perimetral Giorgetti, Diez y Leo Gutiérrez. Peñarol llegó al partido con un fantástico 5/5 en triples.

Poco importó que Acuña no pudiera progresar en el poste bajo y estuviera vedado su juego de pick and roll. Incluso, el equipo de Richotti no sacó nunca el contraataque, pero su velocidad de pases, su reacción ante la presión defensiva al balón fue clave. No entretuvo la posesión con el pique del balón, tiró con acierto y punto. No hay secretos…si se ejecuta bien se juega bien.

Quilmes buscó primero que Luca Vildoza no tuviera tanta incidencia en la ofensiva, buscando llevar el juego al poste con Basualdo. Como el ala pivote que hacía su debut en clásico fracasó por completo, en posiblemente la peor noche de su vida, Luca tomó las riendas para sacar a Quilmes del infierno. Un par de goles suyos sirvieron para recortar de 15-5 a 17-12. Pero fue un espejismo. Peñarol no aflojó el ritmo cerró 23-14 el primer cuarto.

Cuando comenzó el segundo cuarto Rob Reed dejó en claro que su noche era mágica. Convirtió 8 puntos casi en fila (dos triples y un doble) sin errar tiros de cancha, uno producto de un recupero y contraataque frenando al tiro de tres puntos. Un crack.

Peñarol tuvo a Leo Gutiérrez enfocado en sumar sin necesidad de tirar triples, con Suarez atacando fuerte el canasto y el resto acompañando y una defensa que decidió ir duro sobre Vildoza, el único capaz de crear peligro real contra el bloque defensivo rival.

Quilmes manifestó problemas de todo tipo. Primero de defensa para ser sólidos atrás pero sobre todo de ejecución, donde un par de pases de “tomá y hacelo” de Vildoza para Eslava o Basualdo eran desperdiciados de maneras insólitas; lo mismo que algunos tiros bien elaborados que no entraron ni por casualidad. En definitiva Quilmes cerró el segundo cuarto sin convertir ningún tiro de cancha: 0/7 en dobles y 0/4 en triples. Los 10 puntos que hizo en el cuarto fueron todos mediantes libres (10/12). Pasarán más de mil partidos de liga para que vuelva a repetirse algo semejante.

La distancia era de 24 cuando cerró el primer tiempo con un lapidario 48-24. El ganador del partido ya tenía dueño, solo restaba esperar la diferencia y la posibilidad de ver en acción los reflejos de Quilmes para dar vuelta la historia o la chance de Peñarol de abrir una distancia récord.

Y nada cambió en el tercer cuarto. Hubo un atisbo de reacción del cervecero que pasó de perder de 30 puntos (56-26) a 21 (56-35) con el primer parcial a favor de 9-0 gentileza de Famutimi y Ruiz.

Pero enseguida se volvió a encender Reed, con Leo Gutiérrez y la distancia trepó rápido otra vez a 31 con parcial 11-1 a favor de Peñarol (67-36). No había forma que Quilmes pudiera si quiera molestar al “Milrayitas”, y la distancia en la tendencia general no hacía más que crecer. Después de bailar a toda la defensa del cervecero, Reed se sentó en el tercer cuarto con 25 puntos y ya no volvió a entrar, para tranquilidad de su rival.

Javier Bianchelli tomó la decisión de sentarlo a Luca Vildoza por la cantidad de juego que absorbe, porque sus compañeros lo miran todo el tiempo a él y en definitiva Quilmes pierde su juego de equipo. Es una reacción lógica, pero también una situación a rever para el futuro.

De todos modos, poco puede atribuirse a Vildoza anoche, cuando sus compañeros rindieron por debajo de lo mínimo. Quilmes lució sin fuerza vital para defender y con nada para atacar la diferencia se hizo de 31 para entrar el último cuarto y se presagiaba el récord de distancia en los clásicos.

En 30 minutos el equipo de Bianchelli llevaba 1/14 en triples y 7/35 en dobles. Lanzar 8/49 de campo (16%) es muy difícil de explicar. Por el contrario Peñarol llegó al último cuarto con 10/16 en triples, 8/21 en dobles y 19/23 en libres. El único lunar fueron las pérdidas (14 en los primeros 3 cuartos).

El segmento final fue otro partido. Richotti mandó casi todo el segmento a lo más profundo de su banca, con Jerónimo Barón, los juveniles Joaquín Valinotti y Tomás Monachi, Ale Diez e Ivanovic. Juveniles y suplentes perdieron por uno el segmento final: 28-29 en el único momento que Quilmes encontró gol. Un número que le ayuda a decorar una imagen pésima que mostró en el primer juego de la competencia y de la cual todos sus representantes deben asumir la responsabilidad.

Peñarol solo se quedó preguntando si fue demasiado bueno lo suyo o el rival le había permitido tanto. Porque hasta puede desconcertar una diferencia de juego tan abismal. Como siempre pasa en estos partidos ganados, más vale festejar para el pueblo milrayitas que colgarse de una alta ilusión. Quilmes sufrió la tormenta perfecta, no jugó a nada y su rival lo pasó por arriba. Cosas que tienen desencadenantes emocionales y que deberán limpiar en lo emotivo (ambos equipos) lo más rápidamente posible.

Síntesis
Peñarol (95): Nicolás Zurschmitten 7, Rob Reed 25, Franco Giorgetti (x) 6, Leonardo Gutiérrez 12 y Roberto Acuña 6 (FI). Alejandro Diez 7, Sebastián Suárez (x) 11, Vuk Ivanovic 10, Juan Pablo Figueroa 0, Jerónimo Barón 8, Joaquín Valinotti 0 y Tomás Monacchi 3. Entrenador: Marcelo Richotti.

Quilmes (65): Luca Vildoza 21, Enzo Ruiz 13, Olu Famutimi 7, Ivory Clark 3 e Iván Basualdo 4 (FI). Diego Cavaco 6, Ariel Eslava 8, Bruno Sansimoni 3 y Eric Flor (x) 0. Entrenador: Javier Bianchelli.

Parciales: 23-14; 48-24 y 67-36.
Árbitros: Pablo Estévez y Leonardo Zalazar.
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas.

Pablo Tosal
@pablotosal
foto: LNB Contenidos