El Real Madrid está a un paso de su décima Copa de Europa. En una temporada plagada de adversidades, el club blanco ha sabido sobreponerse para volver a una final continental tres años después.
Lo hizo tras protagonizar ayer un triunfo mayúsculo, eliminando al CSKA y exhibiendo de nuevo su mejor juego. Victoria colectiva que es la mejor noticia para afrontar la final de mañana ante el Fenerbahçe.
Dicen que Belgrado es la ciudad más reconstruida del mundo. Situada a medio camino entre Oriente y Occidente, la capital serbia ha sido campo de batalla en cientos de ocasiones y basta caminar por sus calles para darse cuenta de esas heridas.
Estremecen los agujeros de bala del asedio turco que lucen en las puertas de la fortaleza de «Kalemegdan», situada cerca de varios edificios en ruinas que aún muestran el resultado de los bombardeos de la Guerra de los Balcanes, el último gran cataclismo sufrido por la ciudad. Mazazos de los que se ha levantado siempre para lucir orgullosa siguiendo una filosofía que podría aplicarse al Real Madrid de esta temporada. Porque los blancos han tenido que levantarse muchas veces este año golpeados por las lesiones para hasta plantarse en esta Final Four. La quinta en seis años para los de Laso. La enésima oportunidad de levantar la Décima.
Ese camino de espinas tenía guardado ayer un último escollo para el Real Madrid. Otro mal inicio de esos a los que ya se ha acostumbrado para hacer más épicas sus victorias. El CSKA se aprovechó de la languidez blanca para irse al descanso del primer cuarto con una ventaja de diez puntos, fabricada por Sergio Rodríguez y ejecutada por Higgins (12 puntos).
Este último fue la pesadilla inicial del equipo español. La defensa de Jeffery Taylor no surtió efecto alguno y el jugador estadounidense anotó 10 de los 13 primeros puntos de los rusos.
El Madrid comenzó a acusar cierta ansiedad en ataque ante la falta de un juego fluido por problemas de circulación del balón. Si a esto le unimos el 1 de 7 en triples, el 5 de 10 en tiros libres y los 5 rebotes que capturó en el primer cuarto, el 30-20 con el que finalizó el primer cuarto casi fue bondadoso.
Porque el equipo madrileño falló en defensa de forma clara y ni la zona que ordenó Laso pareció solucionar el problema.
Laso, que había probado con casi todas sus piezas , puso en pista por primera vez a Carroll y Causeur y ambos dinamitaron el encuentro. Sus triples devolvieron la alegría a un Real Madrid eléctrico, que en apenas dos minutos le había dado la vuelta al marcador (32-34, min. 12).
Los 5 de 6 triples del Madrid en este cuarto fueron el maná que necesitaba el equipo para centrarse, para creer en sus posibilidades y para entrar definitivamente en el partido.
El equipo español consiguió un parcial de 16-27 y se fue al descanso con una mínima victoria, 46-47, pero victoria al fin y al cabo tras una trabajada canasta de Trey Thompkins en el último instante. Todo un golpe moral.
Eterno capitán
Sonreía de nuevo el Madrid, feliz con su versión más ofensiva. Jugaba por primera vez sin miedo al fallo y así equilibró el choque ante un CSKA que no se deshizo. Tiene demasiada dinamita Itoudis en su banquillo, así que le bastó con poner en cancha a De Colo y Hines para devolver la intensidad a su equipo.
Las dudas del inicio no se reprodujeron tras el descanso. A los cinco puntos consecutivos del CSKA respondió el Madrid con un parcial liderado por Felipe Reyes que le situó nueve arriba (51-60, min. 27). El capitán, que el año pasado no jugó ni un minuto en la semifinal ante el Fenerbahçe, volvió a brillar como si fuera un juvenil. Aliado principal de Doncic en ese tercer cuarto en el que el Madrid dejó al CSKA en solo 10 puntos (56-63).
El Madrid encontró una mejor línea de juego, con el lituano más centrado, y pese a que los tiros libres fueron todo un lastre por los continuos fallos, el equipo comenzó a dar muestras de querer y poder clasificarse.
Un 5-0 de salida de los moscovitas hizo que el marcador volviera a estrecharse peligrosamente, 61-64 (m.31), pero otra mandarina de Llull devolvió la calma al Real Madrid, que jugando con cabeza y ritmo alcanzó, tras un triple de Thompkins, otra ventaja esperanzadora, 61-73 (m.32.30).
El balón comenzó a pesar más y cada acción a valer su peso en oro. El Madrid comenzó a moverse en terrenos conocidos, los de la ventaja en los últimos minutos, ante un CSKA obligado a remontar y a arriesgar porque el pase a la final se le estaba escapando de entre los dedos.
El 73-76 (m.35.50) fue casi un espejismo, porque Llull clavó otro triple y con un mate de Gustavo Ayón el Madrid restauró ventajas más cómodas, 75-83 a falta de dos minutos y medio.
El CSKA volvió a naufragar en una Final a Cuatro, mientras que el Real Madrid, tras el 83-92, sigue soñando con la Décima. El Fenerbahce de Zeljko Obradovic es ya el único gran obstáculo que tiene por delante para conseguirla.
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