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Buen viaje Lito

Una triste invadió el seno local, Provincial y Nacional dentro del basquet. Falleció a los 76 años Atilio "Lito" Fruet, gloria del basquet de la época dorada de los 60 y 70. El base bahiense sufría un cancer con el cual venía luchando hace tiempo, y lamentablemente no pudo luchar más.

Un destacado por donde se lo mire. Icono del basquet de Bahía Blanca cuando surgió el apodo de Capital del Basquet para la ciudad. Dejó una huella con Cabrea y De Lizazo, un tridente notable que acompañó selecciones locales, Provinciales y Argentinas en varios años consecutivos. Emblema de Olimpo, con clásicos de sobra en el lomo, más los Provinciales y dos Mundiales con la selección.

Hace dos años, presentaron en Monte Hermoso el documental "Lito Fruet: garra y corazón" en homenaje al también exdirigente del club Independiente.

El propio gigante Alberto "Beto" Cabrera le contó al diario bahiense La Nueva el significado de Lito Fruet "Explicar lo que Fruet representaba como compañero o jugador útil para el equipo no es tarea sencilla. Tenía una personalidad desbordante y la expresaba en todo momento y en todo lugar. Era un jugador vivo, despierto, rápido, firme defensor, de gran tiro y con mucha capacidad de salto"

Una leyenda ganadora

* Jugó 14 torneos locales de Primera y ganó 11: uno con Independiente y 10 con Olimpo. Además tiene un campeonato de Tercera y dos de Segunda.

* Estuvo en 215 partidos de la división superior de los torneos bahienses y anotó 4.745 puntos (22,07 por juego). En la temporada 1969, con la camiseta de Olimpo, tuvo su mejor promedio: 29,17.

* Fue campeón en ocho campeonatos Provinciales: 1960 en San Nicolás, 1964 en Olavarría, 1965 en Mar del Plata, 1966 en Luján, 1967 en Pergamino, 1968 en Junín, 1969 en Bahía Blanca y 1970 en Punta Alta.

* Ganó seis certámenes Argentinos: 1966 en Jujuy, 1967 en Paraná, 1969 en San Luis, 1970 en Catamarca, 1971 en Corrientes y 1972 en Buenos Aires.

* Jugó los Mundiales de 1963 en Brasil y 1967 en Uruguay.

* El 4 de marzo de 1959 debutó en la selección bahiense, con nueve puntos en la caída ante Buenos Aires por 63 a 59.

* El 9 de enero de 1968, jugando por Olimpo, hizo 62 tantos en el triunfo frente a Sportivo Bahiense por 102 a 30. Un récord que se mantuvo por 12 años.

* El 8 de febrero de 1974 jugó su último partido. Fue en la victoria de Olimpo ante Estudiantes por 52 a 50, en la final del torneo de 1973 que le dio un tricampeonato al aurinegro. Hizo 18 puntos, incluyendo el doble decisivo.

José Fiebig

@Josefiebig

COMENTARIOS (4)

fefungo 23/10/2018

triste noticia para el basquet en general y muy especialmente para sus amigos.....gran adversario en las epocas de los argentinos, aspero pero no mal intencionado. una gran persona. mis condolencias a su familia y a toda la aficcion bahiense de este gran deporte

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DEL MUNDO ARGENTINO.- 24/10/2018

-Se van Estos y se llevan una parte de nuestra infancia, se llevan ese recuerdo que tenemos los que por los años 60´/70´ mirábamos con asombro y fascinación el Basquet que desplegaban y que se nos fue metiendo en la venas. No importa donde y que camiseta usábamos, ni que club amamos, Ellos estaban por encima de todo porque fuero aquel Basquet que marcó una época, germinal, que dio origen a lo que luego llegó. Tristeza por el adiós a un ejemplo de jugador!!.

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Negro Spognardi 24/10/2018

Lamentable noticia esta partida de uno de los idolos de Bahia. Esta foto con el Polo era su favorita, porque demuestra como se vivia el Basquet en ese entonces en Bahia, fue en el año 1970 en Punta Alta, cuando Fruet robo una pelota en mitad de cancha y se la paso a Polo y se quedaron un buen tiempo festejando el doble, el tanteador era 60 a 38 y lo gritaron como si fuera el ultimo Idolo, siempre te voy a recordar

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En definitiva, la vida, sin pasión, no es vida. 24/10/2018

"Yo nunca vi jugar a Fruet": la emotiva columna de un periodista bahiense Bruno Altieri es hermano de Mauro, el actual presidente de Olimpo, y trabaja para el canal deportivo ESPN. La columna “Yo nunca vi jugar a Lito Fruet. Jamás pude ver, en vivo, a Alberto Cabrera. Ni a De Lizaso. Soy de la generación de los que se pararon frente al cuadro del grito, que no es el de Edvard Munch, pero que tiene una energía tan o más grande que la célebre obra que descansa en Oslo. Esos dos hombres gritando, ese partido ganado que aún irradia energía, ese abrazo con la voz que hermana dos competidores, dos amigos, un club, una ciudad, despiertan una forma de entender el juego. "Así se siente el básquetbol en Bahía", me dijo alguna vez Lito, allá por principios de los '90, mientras me rodeaba con el brazo e iluminaba con una sonrisa. Viví ese partido, que jamás pude presenciar, infinidad de veces. En mi imaginación, tirando al aro, entrenando, escuchando historias que sirvieron para estirar mi amateurismo. Escuché atento, como cualquier chico, con la pelota abajo del brazo. No sabía que luego iba a estar vinculado al básquetbol, que estas historias pequeñas luego se iban a hacer gigantes. Escuché como mi papá, con los ojos vidriosos, emocionado con el recuerdo. Como mi hermano, que a través de esa imagen jugó, se formó y se educó para llegar hoy a ser presidente de Olimpo. Como lo habrá escuchado alguna vez el Puma, Juan, Pepe, Manu. O Marcelo, Jorge, Pancho, el Loco. Oveja, el Che y el Huevo. Todos grandes entre grandes, porque esta ciudad, queridos amigos, es única. El territorio que vio caer al campeón mundial Yugoslavia contra una selección local. Que vio dos Generaciones Doradas hermanando épocas. Que vivió el mejor clásico de la historia de la Liga Nacional por escándalo. Que gozó con el mejor jugador latinoamericano de todos los tiempos. Que tuvo, tiene y tendrá, en el básquetbol, las raíces de su rica historia. Me encantaría haber sido especial en ese abrazo de Lito. Poder contarlo como algo único, pero la realidad es que el especial era Fruet. Lo que hizo conmigo, a mis ocho o nueve años, lo hacía con todos. Amigable, solidario, enérgico, vivaz. Sin distinción de edades ni de banderas. Bastaba con que el documento diga: lugar de nacimiento, Bahía Blanca. Él sabía que la cultura es algo que se transmite, de manera oral u escrita, entre abuelos, padres, hijos y nietos. Para poder trascender en el futuro, hay que conocer el pasado. "¿Por qué gana tan seguido Bahía Blanca? ¿Por qué permanece inconmovible en su sitial de número uno del básquetbol argentino? Por esto...Por esta fuerza avasallante del espíritu que vibra en Fruet y De Lizaso y que es patrimonio de todo el equipo. Porque el básquetbol se siente así. Como lo sienten los bahienses: en la sangre, en la piel, en el alma...". O.R.O., El Gráfico, 1970. Así escribía Osvaldo Orcasitas, otro imprescindible que ya no está con nosotros, sobre la célebre foto de Fruet y De Lizaso. "Esa noche fui a sacar fotos para la revista El Gráfico. El periodista enviado era O.R.O., quien me pidió que sacara nada más dos o tres fotos que seguramente saldrían publicadas muy chiquitas, porque el tenía que escribir una página comentando la final. Yo estaba entonces buscando obtener una foto de Fruet, cuando quedé a pocos metros del festejo de aquel doble. Cuando Orcasitas vio la foto cambió su idea: decidió publicarla grande y el limitar su escrito al epígrafe", recuerda el fotógrafo Omar Morán, en una nota escrita por Mario Minervino para el diario La Nueva Provincia en 2015. "Era la final del provincial de 1970, que se jugó en cancha del club Altense, en Punta Alta, y llegamos a la definición con La Plata, un equipo difícil, con Carlos González, "Finito" Gherman, Sfeir y Perazzo. El estadio estaba completo y la verdad es que ganábamos fácil, por casi 20 puntos. Pero De Lizaso estaba "invicto", no la podía meter. Entonces se dio esta jugada, en la mitad del segundo tiempo. Salimos en contrataque con el negro, yo lo habilito desde la mitad de cancha y él hace su primer doble. Entonces me acerco, lo miro a los ojos y salió esa reacción mutua", contó Lito sobre aquella fotografía a La Nueva Provincia. Quizás esta imagen haya sido, por qué no, la explicación gráfica de algo que trasciende lo racional. Lito quiso explicar así el juego, pero explicó, a su manera, la vida. Hacer eso por un compañero, contra todo y todos, es tener carácter, valentía, pero también tener corazón. Tener sentimientos. Reír, llorar, sentir, vivir. Como cuando se puso la camiseta de Estudiantes, clásico rival de Olimpo, tras una final entre ambos sólo para homenajear a Cabrera. "Me retiro con la camiseta del más grande", dijo. Esa humildad no se compra, no se trabaja, no se hereda. Se tiene y punto. En tiempos en los que el mundo sólo valora lo material y lo práctico, Fruet enseñó que la solidaridad está en las pequeñas cosas. "Explicar lo que Fruet representaba como compañero o jugador útil para el equipo no es tarea sencilla. Tenía una personalidad desbordante y la expresaba en todo momento y en todo lugar. Era un jugador vivo, despierto, rápido, firme defensor, de gran tiro y con mucha capacidad de salto", dijo alguna vez Cabrera sobre él en La Nueva Provincia. "Tenía una notable tenacidad y se agrandaba en los momentos más bravos, cualidades que lo hacían sobresalir y admirar. Fue el basquetbolista con quien mejor me entendí y quien me facilitaba todo tipo de pases. Yo las tiraba a cualquier lado y de cualquier manera, porque descontaba que `Lito' las iba a agarrar... Y se iba a encargar del resto". Yo nunca vi jugar a Fruet. Sin embargo, gracias a él, se que hay una manera de hacer las cosas. El carácter, la energía, la voluntad y la entrega no son la forma, son el contenido. En definitiva, la vida, sin pasión, no es vida. Gracias, querido Lito. Y hasta siempre”.

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