En una final para el infarto superó por un ajustado 75-74 a Obras, y de esa manera, festejó en el mítico Templo del Rock. Hasta allí el hecho concreto. Lo que cualquier crónica de la época contaría. Pero hay más.
Quedarse sólo con el frío número sería olvidarse de lo que consiguió forjar ese plantel, comenzando por unificar el deseo de gloria por encima de cualquier mérito personal.
Figuras consagradas como Natalia Rios o Gisela Vega se pusieron a disposición del colectivo; y con ese mensaje claro, la plantilla se potenció mucho desde el primer momento, con otros puntales aplomados, como la siempre rendidora Adijat Adams.
Si bien esa final puntualmente permitió que cada una tenga su pasaje de gloria, hubo momentos claves, como el triple desde la esquina de la “China” Lara; o la lectura perfecta de Ivaney Márquez, para con una finta desarticular a la defensa y llegar a la bandeja que valdría la copa.
La última defensa negando el rebote después del lanzamiento de Boquete y las lágrimas del coach “Pipio” Pedemonte abrazando a la virgen también forman parte de una postal inolvidable que sin dudas marcó un antes y un después para la fusión.
De esa epopeya aún resuenan los ecos que sirvieron de semilla para lo que seguiría; con más copas, festejos y fundamentalmente, un camino a seguir por las chicas que en ese entonces eran promesas y hoy representan una hermosa realidad para la institución; desde la capitana Agostina Ledesma, a jóvenes valores como Verónica Ibarra o Lucía Boggetti.
@ManuNiel
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