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Beder y El Legado: "Veía deseos de rebelarse, de escribir historia propia"

Germán Beder, periodista y jefe de Prensa de la CABB entre 2015 y 2019, presentó su libro "El Legado: Historia de un grupo que le torció la mano al destino", un repaso por la transición más emotiva del deporte argentino, que vivió el fin de la Generación Dorada y el comienzo de los nuevos nombres que han sabido confrontar comparaciones y críticas, y cambiarlas por orgullo y medallas.

Este libro narra el periplo de la Generación sucesora de la Dorada, que debió enfrentarse a comparaciones, críticas, problemas económicos de los que solo fueron víctimas, y sobre todo llevar encima el peso de ser el Legado, y hacerlo bien.

- ¿Cómo lograste armar este texto, tenías notas escritas, diarios de viaje, o algo así?

No, los momentos los fui juntando con Google Fotos, diálogos de Whatsapp guardados, y lo fui armando con esta estructura porque me pareció que podía quedar interesante.

- El que sí tenía un diario era Campazzo. ¿Había alguien más con ese hábito en el plantel?

No, que yo sepa solo Facu llevaba diario o cuaderno. Es otra época ¿viste?, ya los jugadores no se refugian en la escritura para confesar cosas, están muy atados a sus teléfonos y conectados con tanta gente que no es necesariamente el de al lado, que las conversaciones van por ese lugar y no tanto por la intimidad de la confesión escrita. De hecho, creo que lo de Facu es algo atípico. Después Ricky Rubio contó que había hecho algo así en el mundial, pero en el caso de la Selección, Facu fue el único.

La remontada no iba a ser fácil, los jugadores iban a pasar por muchas competencias continentales e internacionales bajo críticas, hasta alcanzar el subcampeonato del mundo en China el año pasado: fueron 5 años de crecimiento sostenido. Y siempre, sostenido por Luis Scola y Sergio Hernández.

- ¿Cómo fue convivir tanto tiempo con Luis Scola y Sergio Hernández?

Fueron dos tipos que me enseñaron mucho, son dos líderes muy diferentes, pero muy carismáticos y expresivos entre sí. La verdad que fueron enseñanzas permanentes, todo el tiempo iba aprendiendo al lado de ellos, a pesar de que tienen distintas maneras de llegar al resultado. Luis es mucho más exigente y está detrás de los detalles, y Oveja deja más que los protagonistas crezcan en su confianza y toma partido en situaciones únicamente cuando la situación lo demanda. Los dos se llevan excelente entre sí, y a mí en lo particular me enseñaron muchísimo, así que fueron dos tipos que me marcaron, definitivamente marcaron mi vida.

Argentina llegó a Lima en 2019 con un proyecto ambicioso por parte del cuerpo técnico: utilizar el mismo plantel para ambas competencias: 12 jugadores para 50 días de torneos y partidos de cara a un panamericano y un mundial. Y Germán también iba a ser parte de ese proceso. Viajarían, concentrarían, convivirían durante dos meses. Recorrerían el mundo en busca de la gloria. E inevitablemente, se formaría una especie de fraternidad paternalista entre él y el plantel.

- ¿Cómo era compartir la intimidad con todos en las concentraciones? ¿Cómo te hacía sentir la confianza que ellos tenían en vos?

Era parte de la vida cotidiana del grupo. Muchos momentos compartidos, entonces muchos momentos de charla y eso derivó en muchos momentos de intimidad. Me gustaba que tuvieran confianza en mí, siempre es bueno sentirse valorado y yo sentía eso, que había un afecto por mí que llevaba a los jugadores, y también a los integrantes cuerpo técnico, a conversar conmigo, así que fue un lugar de privilegio.

Estos jugadores han transitado un período hostil, los han comparado y hasta criticado “por no ser como los de la Generación Dorada, pero hoy son apellidos consagrados: Campazzo, Laprovittola, Garino, Redivo, Gallizzi, Deck, Delía, Brussino, Vildoza, y la lista sigue.

- ¿Sentís que alguno ha tenido una evolución que en los papeles no se avecinaba?

Al principio cuando yo entré, Nico Brussino era un chico con acné que apenas hablaba y hoy en día es un jugador maduro de España que tuvo paso por la NBA. Pato Garino era un niño también y hoy es un jugador consagrado… Había muchos inmaduros como Facu y Lapro que estaban bien encaminados, pero tenían algunos comportamientos todavía infantiles. Luca era un niño también, se veía que era muy talentoso, pero también le faltaba de lo físico, le faltaba desde el profesionalismo. O sea, hubo muchos jugadores que durante el proceso dieron un salto de calidad sí, pero todos estuvieron a la altura. Si no hubiesen estado a la altura no terminás prosperando, porque para ser segundo mundial, sí o sí necesitás que el grupo entero esté a la altura de las circunstancias.

- ¿Considerás que hubo algún hito en el proceso que haya sido determinante para que los nuevos dieran su salto de calidad?

Tal vez el comienzo de la Americup generó un nuevo proceso y ahí a los pibes les cayó la ficha, un poco empujada por Luis. Considero que en la Americup dieron un salto de madurez fuerte, y a partir de ahí entendieron que eran ellos, y ya no los que se habían ido antes.

- ¿Qué te hizo confiar en este grupo de pibes?

Lo que me hizo confiar fue que veía deseos de revelarse, de escribir historia propia, como pongo en el libro, me parece que estaba cada vez más marcado. El crecimiento a nivel individual en sus carreras y que empezaron a conseguir resultados, los llevó a que haya más respeto en ellos mismos.

Y así, fueron dejando atrás las ataduras de “el Legado”, para pasar a ser jugadores con nombre propio, posicionados de manera individual que conformaron un colectivo ganador: se hicieron dueños del Panamericano de Lima, y del subcampeonato del mundo de China.

- ¿Qué pudiste rescatar de esta experiencia con la selección?

Me dejaron bastantes enseñanzas de cómo afrontar la vida, de cómo enfrentarse a los problemas y atacarlos, de cómo soportar presiones sin caer en la desesperación. También me dejó la enseñanza de que a veces desde el lugar de Prensa se crean expectativas y cargas sobre los jugadores que terminan empañando la carrera mucho más de lo que los periodistas pueden creer.

Como enseñanza final, me dejaron una gran alegría por haber podido concretar lo que tanto habían estado buscando, trascender, poder salir un poco de la comparación permanente y que se hablara más de ellos. Esa manera de reinventarse, de mantener a la Selección en el lugar de elite, cuando estaba todo dado para que no pasara, fue una enseñanza personal en cuanto a la lucha, a que la resignación no sirve de nada y que hay que tratar siempre de combatir los momentos oscuros con trabajo, con empeño… En algún momento el resultado llega.

El resultado que debía llegar, además del mundial propiamente dicho, era conseguir la ansiada clasificación a los Juegos Olímpicos de debían realizarse en 2020, en Tokio. Quedar entre los dos países americanos mejores rankeados dentro de la competencia les daba la llave para Japón. Y los del Oveja lo lograron con creces.

- ¿Cómo ves a la Selección de cara a los Juegos de Tokio?

Lo veo bien al equipo para el Juegos, me parece que hay potencial, talento, recambio. También me parece, desde un lado un poco más pesimista, que Argentina no va a ser más subestimada como le puedo haber pasado en China, le van a jugar a morir, y eso puede ser un punto en contra, pero bueno, veo que pueden puede volver a armar un poquito de quilombo.

Si todos llegan en condiciones y si se adaptan Bolmaro, Cáffaro o quien sea parte del nuevo grupo, creo que Argentina puede llegar a lograr un buen resultado. También hay que entender que no va a ser siempre un buen resultado subcampeonato, campeón o semifinales, porque Argentina durante toda su historia estuvo combatiendo por pasar el umbral de los cuartos de final, esa es la meta: pasar un cruce en los Juegos Olímpicos ya es absolutamente meritorio.

- La última: ¿Qué sentís que le diste a la Selección en este tiempo?

Creo que le di al equipo, desde mi lugar de Prensa, colaboré para dejar atrás un poco la sombra de la Generación Dorada. Después cumplí un rol, simplemente mostrando buen humor en los entrenamientos, tratando de que haya buena onda, buena energía. Muchas veces como oído de los jugadores, como de descarga también del cuerpo técnico y siempre intentando que haya buena onda.

Mi manera de manejarme la vida es esa, no me gusta el puterío, no me gustan los conflictos, me parece que no conducen a nada, más en grandes grupos, así que lo tomé de esa manera mi posicionamiento ahí, y traté siempre de ayudar a que, desde mi humilde posición, estuvieran todos bien y yo empujar para eso mismo.

Sol D´Amato

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